Cultivo de plantas ornamentales
Si bien se puede afirmar que el cultivo de plantas ornamentales estuvo extendido en tiempos pasados, no fueron comunes los jardines particulares salvo en el caso de las casas pertenecientes a familias de cierto estatus. La llegada de personas del ámbito urbano a las zonas rurales para vivir permanentemente en las mismas ha contribuido a su extensión; también han favorecido su incremento quienes viviendo en el campo se han desvinculado del trabajo agrícola contando por ello con más tiempo libre.
En un tomo anterior dedicado a la casa ya se trató la ornamentación vegetal. Muchas de estas flores se cultivaron para destinarlas a ornamento de las sepulturas del cementerio.
En las casas rurales las flores se cultivaban en los márgenes de las huertas y sobre todo en tiestos para adornar la casa. Solo en épocas recientes se han hecho más habituales los jardines.
Así ha ocurrido en Abezia (A) donde no han aparecido hasta tiempos recientes. Cabe señalar, sin embargo, que a muchas mujeres les gustaba adornar la casa con flores: geranios, rosales, etc., que solían colocar en tiestos o en algún rincón de la huerta.
En Ribera Alta (A) la costumbre de tener jardines es muy reciente. Tradicionalmente se han adornado las ventanas con geranios. Ahora se siembra césped y se ornamentan las ventanas con geranios, hiedra, surfinias o gitanillas.
En Valderejo (A) no han existido muchas zonas destinadas a jardines, limitándose estas a reducidos espacios junto a la casa o a los perímetros de las huertas próximas a las viviendas. Las plantas más comunes han sido las rosas, lirios, azucenas, dalias y claveles.
En Berganzo (A) antaño la existencia de jardines era muy escasa. Algunas mujeres tenían la costumbre además de plantar unas pocas flores a los pies de algún árbol en las cercanías de la casa familiar.
En Abadiño (B) dicen los informantes que los jardines no daban para comer y por ello no se consideraban importantes; para plantar flores se utilizaban los rincones de las huertas. Hoy en día todos los caseríos tienen alguna zona ajardinada.
En Amorebieta-Etxano (B) no suele haber jardines en los caseríos. A lo más se plantan algunas flores en algún trocito de huerta cercano a la casa, pero debido a las múltiples ocupaciones no se les puede dedicar mucho tiempo.
En Bedarona (B) antaño no había jardines alrededor de los caseríos, solo algunas flores frente a la casa en baldes viejos o en los balcones en tiestos. Las más comunes eran los geranios rojos, alelíes, flores de san Juan, crisantemos, rosas y claveles. Hoy hay todo tipo de flores en las casas tanto en tiestos como en jardineras, además de en jardines.
En Berastegi (G) se cultivaban algunas rosas y dalias y en otoño crisantemos.
En Valtierra (N) no se han distinguido por plantar y mantener jardines aunque sí les han gustado las flores, por eso muchos tenían una pequeña zona de su huerta reservada para gladiolos, rosas, dalias, etc.
En Ustárroz, Isaba y Urzainqui (N) no había jardines grandes pero en las casas se plantaban flores como gladiolos, azucenas, rosales, petunias, geranios, crisantemos o violetas. Algunas de estas flores se destinaron a ornamento de las sepulturas y de la iglesia, de ahí que tuviesen una finalidad añadida.
En Viana (N) de siempre se han criado en las huertas algunas flores, sobre todo rosas y en menor cantidad crisantemos para colocar en las tumbas del cementerio el día de Todos los Santos. Desde hace algunos años ha ido en auge el cultivo de flores: dalias, gladiolos, azucenas, margaritas, rosas de diversos colores, narcisos, claveles, lirios y más recientemente tulipanes.
En Pipaón (A) se tenían flores en ciertas orillas de las huertas para luego ornamentar altares de iglesias y tumbas del cementerio, siendo los lirios, azucenas, crisantemos, rosales y dalias los más comunes. Hoy la variedad es notable, habiendo arrinconado a algunas de las anteriores que ya nadie cultiva. Actualmente nueve o diez casas tienen su jardín, que cuidan personalmente.
En Obanos (N) en los jardines se tienen principalmente flores, césped y algún frutal. Pero hace cincuenta años eran muy raras las casas que tenían jardín de flores, eran más bien huertas. De hecho, cuando había que adornar la iglesia ya se sabía en qué casas tenían flores: rosas, peonías, calas y dalias. Eran más frecuentes las clavellinas y geranios en macetas.
En Aoiz (N) en los jardines se sembraban sobre todo flores. A principios de siglo había casi siempre un laurel, algún arbusto de lilas y de jazmín, azucenas y rosas. Muchas de ellas tenían su destino: las rosas rojas para la fiesta del Sagrado Corazón, las rosas para celebraciones marianas, etc.