Gipuzkoa

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Berastegi

El carro de bueyes o gurdia era de cama-armazón, gurtetxia, rectangular y dos ruedas de madera maciza enzunchadas por el exterior para darles robustez. Las ruedas se llamaban gurpillak o kurpillak, que giraban hechas bloque con el eje o gurdi-ardatza. El largo eje donde se sujetaban los bueyes o vacas de tiro se llamaba pertika que alcanzaba unos cinco metros, con un espesor en cuadro de 12 x 12 cm. La cama tenía un metro de anchura por casi dos metros de longitud. Los 8/10 travesaños de la cama recibían la denominación de barrak. Las ruedas medían 85 cm de diámetro. El eje rotativo ardatza o gurdi-ardatza estaba construido en madera de haya y la llanta de protección exterior de las ruedas, llantea, era de perfil media caña de unos 2.5 cm de grueso y 10 cm de anchura.

Otro tipo de carro era el tirado por un único caballo o yegua. Era de dos ruedas anchas con radios de madera y un metro de diámetro. Su armazón era similar al carro de bueyes, aunque mayor, pues tenía 2.20 x 1.40 m de superficie. También llevaba travesaños y dos varales, pertikak, en el medio de las cuales se amarraba el caballo. Cuando este carro había de transportar estiércol, simaurra; nabos, arbiak; u otro material desmenuzado, tapaban la base del armazón con tablas y lo cerraban a modo de cajón, al igual que las cartolas de un camión.

Beasain

Desde tiempos remotos, en los caseríos se han conocido dos tipos de carro de tiro animal: gurdie y gurdi motza. Estaban fabricados íntegramente de madera, pero desde antaño, llevaban un estrecho forro metálico en la periferia de rodadura de ambas ruedas.

Gurdie era el carro más utilizado en los caseríos. Su base era un bastidor compuesto por una larga pértiga de sección cuadrada, de unos 4.5 o 5 metros de larga, en uno de cuyos extremos tenía un bastidor, de dos por uno metros aproximadamente, formado con dos travesaños laterales y unos seis o siete transversales machihembrados. Todo ello sujeto con clavijas de madera. Bajo este bastidor que formaba la cama del carro, y en su mitad inferior, tenía dos piezas en media luna con las que se apoyaba el carro sobre el eje redondo de madera que se incrustaba en las ruedas. Estas tenían un diámetro de unos 90 cm y un espesor de cuatro.

El extremo opuesto de la pértiga se sujetaba al yugo que uncía las vacas o los bueyes. Con este carro se efectuaba todo el transporte pesado del caserío, como llevar los arados a cada heredad, transportar el heno, trigo, maíz, remolachas, nabos, y demás productos del campo al caserío. Para poder acarrear mercancías escurridizas como la cal o el estiércol a los campos, y llevar el ternerillo al matadero o el cerdo a la feria, al bastidor del carro se le colocaban cuatro paneles de madera que componían así una caja, kajea, perfectamente encajada por medio de barrotes que se insertaban en agujeros para ello previstos. A partir de los años 1960 fueron sustituyéndose las ruedas de madera por otras neumáticas con eje y cojinetes metálicos, ya que las antiguas estrechas y protegidas por llantas de hierro dañaban los caminos al clavarse en ellos. Estos carros cayeron en desuso paulatinamente a medida que en los caseríos iban entrando los pequeños tractores, a algunos de los cuales se les siguió aplicando una parte del carro.

El segundo carro de tiro animal, gurdi motza, era muy similar al primero pero con el bastidor la mitad de largo y una almohadilla giratoria, de madera, sobre el mismo. Era utilizado exclusivamente para transportar los largos troncos cuando se talaba un bosque. Se apoyaban sobre la almohadilla dos o tres troncos por su parte más gruesa, atándolos con una cadena, y dejando a rastras la otra punta. Como el conjunto resultaba muy largo, el giro de la almohadilla permitía tomar las curvas de los caminos carretiles. También fueron los tractores los que arrinconaron este carro.

Gurdia eta karroa. Beasain (G). Fuente: José Zufiaurre, Grupos Etniker Euskalerria.

Hondarribia

Señalan los informantes que el carro, gurdia, llevaba ruedas macizas mientras que los karruek llevaban siempre ruedas de radio. Gurdia: con cajeta o sin ella tenía un eje fijo de madera que unía las ruedas. Era tirada por bueyes uncidos. Karrue: tenía un eje giratorio entre las ruedas. Era más delicado para andar con los animales.

Gurdi motza o lorreko gurdia estaba destinado para arrastrar troncos. Tenía dos ruedas y un eje fijo. Sobre la pequeña plataforma había un tablón con abertura en V preparado para sujetar uno de los extremos del tronco con cadenas. El otro extremo del tronco se arrastraba por el suelo.

Tanto al carro como a la lera cuando iban a por la paja se les colocaba un palo alto vertical en su parte delantera. Llamaban a este palo ezpata. En la parte trasera ponían otro igual que llamaban dendala o taketa. En cada extremo, tanto trasero como delantero, se ponían además unos palos menores llamados ziriak. De estos se ataba un cable o cuerda a los palos centrales para darles más fuerza. Luego entre los dos verticales ezpata y dendala, se insertaba o colocaba una pértiga horizontal que llamaban hagaia o gurdi-hagaia y que era para mejor sujetar la hierba. Cuando se ponían las planchas laterales a la caja del carro, si la plancha era pequeña se llamaba falka o kartola y si era grande, kajera.

Carro guipuzcoano de ruedas macizas. Hondarribia (G). Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa (postal de Römmler & Jonas, de Dresde).

Elgoibar

Se han venido fabricando gurdixak, carros con cama y con ruedas macizas hasta mediados del siglo XX. La construcción de un carro precisaba tres o cuatro días de trabajo en jornada de doce horas. Hacia el año 1930 en uno de los talleres locales se construían unos cuarenta carros anuales. En los años 1970 el precio estimado de un carro era de 25 000 pesetas.

Su construcción era un trabajo que se efectuaba manualmente utilizando la sierra, el hacha, la azuela para rebajar y darle forma, el cepillo para afinar, la barrena para hacer los agujeros y el formón para ajustar.

Lo primordial era hacerse con la madera adecuada. Para ello se recurría a propietarios de bosques que contaban con árboles sanos y derechos. En los años 1970 por un árbol que contara 30 años se pagaban unas 500 pesetas. Una vez talado el árbol y transportado al taller se dejaba secar como mínimo por un espacio de dos o tres años.

Era importante utilizar la clase de madera idónea para cada pieza del carro: para el eje se empleaba madera de haya, pagoa; para las ruedas madera de roble, haritza, bien seca; para la cama podía ser madera de acacia o de fresno, leizarra, en sus dos variantes, arra eta emia: el fresno hembra bien seco era el ideal para este cometido.

En la elaboración del carro se comenzaba haciendo una pértiga de 5.4 metros a la que se añadía en su parte posterior una cama de 2.5 metros de largo por un metro de ancho. Para ello a la pértiga se le hacían los orificios donde encajarían las nueve u once costillas, según la petición del cliente, que a su vez iban unidas a los largueros laterales de la cama.

Mayor especialización requería la manufactura de las ruedas macizas al tener que compaginar la madera con el hierro. Preparaban tres tablas de roble de unos 80 cm de largo, 30 de ancho y 10 de grosor que se habían dejado secar convenientemente para que no se les produjeran grietas. Las tres tablas se acoplaban por el canto mediante unas guías, ziriak, y por el lado plano se les incrustaban unas llantas para darles mayor consistencia. El siguiente paso era hacerles a ambas ruedas un orificio cuadrado para encastrar en él el eje de madera que los unía.

Luego se recurría al herrero que preparaba unos aros de hierro partiendo de una llanta de 10 cm de ancho y 3 mm de grueso. La curvaba sobre el yunque y la soldaba. Estos aros de hierro se colocaban rodeando las tablas que componían las ruedas para marcar su alojamiento en ellas. Se recortaba lo sobrante dejando 2 cm de su anchura en toda la redondez de la rueda para el apriete.

Se dejaban los aros de hierro sobre un fuego de 300 a 400 grados para que adquirieran una dilatación suficiente y pudieran encastrarse en la rueda de madera. Para ello utilizaban tenazas y de inmediato enfriaban el aro caliente con agua, evitando que se quemara la madera. Al enfriarse rápidamente el aro de hierro se contraía formando la llanta de la rueda que se ajustaba con golpes de martillo.

Con el tiempo y el trabajo, estas llantas de hierro se aflojaban y era preciso cambiarlas recurriendo al mismo procedimiento. Por lo general, dependiendo del uso que se hacía del carro, las llantas de hierro había que cambiarlas cada dos años.

Gurdixa se utilizaba para el transporte de todos los productos del campo: hierba, helecho, maíz, remolacha, nabo, etc. Para el transporte de los árboles talados se contaba con un carro denominado gurdi motza. Constaba, al igual que el carro normal, de dos ruedas macizas pero carecía de cama. Sobre el eje tenía una especie de tronco cuadrado que era giratorio. Sobre él se apoyaban los troncos largos por su parte más gruesa y se sujetaban quedando lo que restaba libre para ser arrastrado por el suelo.

Acabada la Segunda Guerra Mundial, hacia 1950, comenzaron a aparecer los GMC camiones con tracción a las cuatro ruedas que podían acceder a terrenos difíciles del monte, para sacar la madera. Con esto se dejaron de lado los gurdi motzak. Los carros comenzaron a transformarse aplicándoles ruedas con cubiertas de goma y frenos de zapata. Cuando se introdujo el tractor, los carros cayeron en desuso.

Telleriarte

En los caseríos había varios tipos de carros:

Gurdi luzea, el carro más largo se destinaba para transportar ramas, hierba, paja y otros materiales ligeros. Hasta hace pocos años estos carros arrastrados por bueyes eran a su vez de tres tipos: el carro propiamiento dicho, gurdia, el llamado bolantea y la galera.

El carro largo, tenía dos ruedas accionadas por un eje de hierro que se sustentaba en el armazón del carro, gurtetxea, que estaba atravesado por un largo varal. De este varal salían unos travesaños, siete si el carro era tirado por vacas y nueve si lo era por bueyes. Estos travesaños estaban trabados a su vez a dos piezas laterales de madera paralelas al varal. En estas piezas laterales había unos orificios para ensamblar en ellos unas tablas laterales, gurtolak o un enrejado, gurtesie, confeccionado con varas de avellano o flejes de castaño. Estos cierres se empleaban para transportar cal, estiércol u otros elementos que pudieran deslizarse.

Cuando antaño este carro se utilizaba en el transporte ritual de un arreo de boda, se oprimían las piezas que ajustaban el eje de madera y de este modo se lograba que el carro chillara más fuertemente anunciando el acontecimiento.

El llamado gurdi bolantea era de mayor tamaño; sus ruedas no eran macizas sino con radios.

La galera o galea era mayor: tenía cuatro ruedas; las dos delanteras más pequeñas que las dos traseras. Se utilizaba para transportar grandes pesos. Tirada por una pareja de bueyes podía transportar hasta cinco toneladas. Tenía cinco metros de largo y dos de ancho. Sus ruedas eran radiadas y los ejes de hierro. Su estructura estaba articulada y provista de freno.

Respecto al gurdi luzea, que era el más utilizado en el caserío, se puede precisar que su varal, habe nagusia, tenía cuatro metros y medio de largo. En su extremo tenía dos orificios en los que se incrustaban dos cortos palos para que quedara sujeto al sogueo, gurtedea, que pendía del yugo, uztarria. En la parte trasera del carro se instalaba la cama, gurtetxea, que tenía una largura de dos metros y medio en el carro largo y de dos metros en el corto. Su anchura en ambos casos es de un metro aproximadamente. Esta cama del carro está pertrechada tanto adelante como atrás por dos varas hincadas, ezpatak, de 1.30 m de altura, para sujetar las cargas de hierba principalmente.

Gurdi motza o carro corto tiene dos ruedas y tres travesaños que salen del varal. En esta vara central tiene una pieza fija en la que se asienta el tronco que lleva a rastras. Cuando este tronco había que transportarlo por una carretera se le colocaba en su parte posterior un pequeño artefacto provisto de dos ruedas evitando así que el tronco fuera a rastras.

Zerain

En esta localidad han consignado dos tipos de carro: uno grande, gurdi haundia, que servía para el transporte del helecho, garoa, y de la hierba; y otro corto, gurdi motza o txikie con cartolas, burtesiak o burtolak, que se utilizaba para transportar estiércol, simaurra, y tierra.

El carro constaba de ruedas, gurpilak; un palo vertical en la parte delantera y trasera, ezpata; unos travesaños, zutikak; el palo central, gurtuñe o pertika; tres pequeños travesaños, behakoak; dos palos laterales, gurtaketak; un travesaño que une las ruedas, gurtardatza, y un trenzado de cuero para unir el varal al yugo denominado gurtedea. Las correas para sujetar el yugo al ganado se denominan hedeak.