Vertiente mediterránea
En Abezia (A) indican que la mecanización comenzó a principios del siglo XX con la llegada de las gavilladoras. Los informantes recuerdan que las primeras no ataban y había que segar a mano. Más tarde llegaron otras más modernas que ataban, lo que facilitaba la labor de la cosecha. Posteriormente se introdujo la segadora de hierba que se empleaba también para el cereal y a la que se le acoplaba la atadora. En esta misma época se introdujo la trilladora. Los informantes de más edad recuerdan que el trillo solo se usaba en casos excepcionales. Hasta mediados del siglo XX el empleo de la fuerza animal convivió con la progresiva implantación de la mecanización. En la década de 1960 se popularizaron los tractores con sus aparejos (segadora, rotavátor, rodillo, etc.) y años después la cosechadora.
En Agurain (A) señalan que los tractores comenzaron a utilizarse a finales de 1930 y principios de 1940. Estos primeros modelos, algunos incluso con ruedas de hierro o cadenas, se acoplaban al mismo carro, además de a las trilladoras y los brabanes. Después se le han ido acoplando nuevos modelos de arados cada vez más grandes y potentes, con capacidad para hacer más surcos, al igual que los nuevos modelos de tractores con sistemas hidráulicos, doble tracción, capaces de arrastrar hasta cinco y seis surcos.
En Berganzo (A) indican que la primera gavilladora apareció en la primera década del siglo XX. A finales del decenio 1950 se introdujeron las aventadoras que servían para separar el grano de la paja. Por los mismos años, hacia 1957, aparecieron las primeras aguadañadoras y segadoras. A comienzos de la década de 1960 se introdujeron las trilladoras, que funcionaron primero con motor estático de gasolina, luego con motor eléctrico y por último con tractor. La primera cosechadora llegó desde Briñas a mediados de 1960, era pequeña y de sacos. El primer tractor, de la marca Ebro, se introdujo en 1964. La aguadañadora, movida por el tractor, servía para segar la hierba, las ricas, yeros..., es decir, la menucia. Las segadoras-atadoras hacen las labores de cortar y atar. También se han usado máquinas de sembrar remolachas y sembradoras de cereal.
En Bernedo (A) en las décadas de los años 1950 y 1960 comenzó la mecanización agrícola. Al principio, comprando tractores o trilladoras y otras máquinas por el pueblo para usar en común. Posteriormente, cada familia fue adquiriendo sus propias máquinas, después de retirar los ganados de trabajo. También en Pipaón (A) el ayuntamiento ha solido comprar maquinaria para uso común del vecindario, así a comienzos de 1950 compró una trilladora y a finales de ese decenio un tractor.
En Moreda (A) el primer tractor se trajo a la localidad en 1956 y a partir de esta fecha otros agricultores fueron adquiriendo tractores. Hacia 1963 comenzaron a comprarse, en régimen de sociedad entre dos o más vecinos, cosechadoras para la recolección del cereal. En 1962 la mayor parte de los vecinos de la localidad se unieron y formaron una cooperativa de agricultores que adquirió una máquina de trillar las mieses, un tractor y un brabán para labrar las tierras de los socios. A la gran maquinaria agrícola de tractores, remolques y cosechadoras se unió a partir de 1970 la llegada de mulas mecánicas para trabajar pequeños viñedos plantados al estilo tradicional del cuadro y olivares. En un principio, a los tractores se les acoplaban los mismos aperos que anteriormente se utilizaban con los machos, tan solo se compraba el brabán. Luego se comenzaron a adquirir los nuevos aperos de labranza propios del tractor.
En Apodaka y en Moreda (A) indican que la mecanización importante comenzó a partir de los años 1970. En las décadas de 1980 y 1990 la mecanización y modernización del campo ha sido completa.
En Ribera Alta (A) antaño las labores previas a la siembra, como son el arado, trapeado y gradeado, se realizaban mediante bueyes, vacas trapeadoras o machos. A comienzos del decenio 1960 hizo su aparición el tractor y los animales de tiro desaparecieron de las cuadras. Paralelamente, los arados aumentaron de tamaño pasando de arar un surco a hacerlo hasta tres o cuatro al mismo tiempo. Se adquirían gradas, trapas y rotavátores que dejaban la tierra suelta, ahuecada y lista para los diferentes cultivos que se desearan sembrar. Desde entonces la mecanización de la agricultura se aceleró de forma considerable.
Se pasó de abonar y sembrar a mano a utilizar abonadoras y máquinas sembradoras específicas para cada cultivo, ya sea cereal, patata o remolacha. Cuando hay que echar herbicidas, se utiliza la máquina correspondiente arrastrada por el tractor, de los dos o tres que se tienen, que mejor se adapte a la actividad y al terreno. Para el escardado de patatas y remolachas que todavía en los decenios de 1960 y 1970 se realizaba a azada, hoy día se utilizan cultivadores u otras máquinas específicas.
Donde más se ha notado la mecanización de la agricultura es en la recolección de los distintos cultivos. En el cereal se ha pasado de la hoz a la gavilladora, que corta paquetes de haces de cereal sin atarlos; la atadora, que además de cortarlos los ata. Del trillo, que arrastrado por bueyes desgrana el cereal sobre la era, a la abeldadora, que separa el grano de la paja; la trilladora, que además de desgranar, separa el grano de la paja; la cosechadora, que realiza la labor de cortar o segar el cereal, desgranarlo y separarlo de la paja, en la propia finca, de seguido y de forma autónoma, es decir, no necesita ser arrastrada por ningún tractor. En la patata, se ha pasado de utilizar el caco y la azada a la arrancadora de patatas, que las saca de la tierra dejándolas sobre ella. En los últimos años, la cosechadora de patatas realiza toda la labor: extrae de la tierra y recoge. En la remolacha del chuzo y la hoz se ha pasado a la peladora y la arrancadora y de estas últimas a la cosechadora de remolachas.
En Treviño y La Puebla de Arganzón (A) la primera trilladora, movida por vapor, fue adquirida por una cooperativa de pueblos de la zona a finales del siglo XIX. Las atadoras y gavilladoras se adquirieron a primeros del siglo XX. Después vendrían las aguadañadoras, las sembradoras de cereal, de remolacha y de patata; los tractores, las cosechadoras y las segadoras-atadoras.
En Valderejo (A) la mecanización de la agricultura se inició en los años 1950. El Secretariado Social Diocesano adquirió el pueblo de Villamardones (A) que se había despoblado y compró un tractor en 1959 para el servicio de una granja que instalaron allí. A partir de mediados de 1960 vecinos de otros pueblos como Lalastra y Ribera (A) fueron adquiriendo tractores.
En Aoiz (N) cuando se segaba con segadoras tiradas por animales, los amontonamientos se hacían y ataban con las máquinas agavilladora y atadora. Después con la segadora-atadora. Mientras que para la siega se contrataban varios peones, en estas tareas finales de espigado y amontonamiento participaba toda la familia. A partir de los años 1950 la trilla se comenzó a efectuar con tracción mecánica mediante la trilladora. Se recuerda la marca Jurca. Separaba el grano de la paja y de las impurezas que la acompañan, y según señalan los informantes de Meoz supuso un gran adelanto ya que sacaba la paja por un tubo llamado lanzapajas que depositaba el producto directamente en el pajar, a través de la puerta o de una ventana. Más tarde se introdujeron las cosechadoras, que incorporaban sombrillas para proteger al agricultor del sol y otros adelantos.
En Cárcar (N) se recuerda que la primera trilladora se adquirió a finales de la década de 1920, siendo en el decenio siguiente cuando se introdujo con carácter general, unas veces compradas las máquinas por una única persona y otras en sociedad. Es en la década de 1950 cuando hay que fechar la modernización, mecanización y transformación de la agricultura en la localidad. El primer tractor fue de la marca Forston y luego llegaron de otras marcas como Turner, Lanz, Argaller…, que disponían de ruedas de goma.
Con la bonanza económica, debida sobre todo al cultivo del espárrago, en los años 1960 se empezaron a adquirir mulas mecánicas y tractorcillos para labrar viñedos y plantaciones de espárragos. A esta maquinaria se le fue acoplando un carro, a menudo reciclado, procedente de las caballerías, a fin de dedicarlo también al transporte de mercancías. A finales de los años 1960 fue tan alta la utilización de este tipo de maquinaria que casi anuló la presencia de las caballerías.
Sobre Obanos (N) contaba Barandiaran que siendo él niño, a caballo entre los siglos XIX y XX, oyó a un arriero que en esta localidad un propietario había comprado una máquina para la trilla y los jornaleros se la habían quemado porque les iba a quitar trabajo. Esta anécdota, confirmada por un informante ya fallecido, denota que hubo intentos de mecanización de una de las tareas agrícolas más importantes del pueblo a fines del XIX. Sin embargo, otro informante señala que se trataría de un arado brabán adquirido por una familia y que se lo destrozaron.
A mediados del siglo XX varios agricultores disponían de máquina segadora. Había además dos trilladoras, una para todo el pueblo y otra adquirida por La Candelera que era una sociedad constituida por unos cuantos propietarios. Ya en los años 1970 se introdujeron las cosechadoras que, debido a su elevado precio, se solían alquilar. Iban, y van todavía, de una zona a otra del territorio navarro puesto que el cereal madura a diferente ritmo en la Navarra Media que en la Ribera. Así se amortiza el enorme coste.
En San Martín de Unx (N) en 1947 la Cooperativa San Martín adquirió una trilladora y un tractor para atender las necesidades de sus socios. Después, la misma cooperativa fue haciéndose con más maquinaria y conforme subía el nivel de vida de los vecinos, se fueron comprando en la localidad tractores, segadoras y cosechadoras. La mecanización de la agricultura se produjo entre comienzos de los años 1960 y finales de la década de 1970. En esta última época continuaba la mecanización, ya que los vecinos advertían que ello redundaba en la producción agrícola y en la mejora de las condiciones de trabajo. Se produjo un cambio de mentalidad, mientras antes se ahorraba sin invertir, luego se ahorraba para invertir. Además, la labor desarrollada por las Cajas de Ahorro facilitó el acceso a los préstamos.
Si bien en los años 1970 se mantenía pujante el asociacionismo cooperativo, fue en las décadas de 1920 y 1930 cuando tuvo mayor auge debido a la necesidad de los labradores de unirse para afrontar la depresión económica de aquellos tiempos. En 1980 ya no resultaba extraño ver en el pueblo poderosas individualidades que trabajaban con un cada vez más alto nivel de mecanización agrícola. El esfuerzo cooperativo se ha terminado por fijar más en torno al aprovechamiento de la uva para la producción y comercialización del vino. Las aceitunas y el aceite que con ellas se produce también han sido objeto del esfuerzo cooperativo, el del Trujal, que se creó en 1946 y continúa en funcionamiento con las instalaciones mejoradas.
En Valtierra (N) la primera mecanización llegó con la segadora de tracción animal. Fue aceptada con rapidez porque evitaba al labrador uno de los trabajos más duros. Hecha la siega por las máquinas, la recogida de la mies en gavillas se hacía más cómoda, pudiéndose llevar a cabo incluso con la fresca, en el atardecer y por la noche a la luz de la luna. Casi al tiempo llegó la trilladora que eliminó el pesado trabajo de la trilla y la dependencia de los días de viento, cierzo o bochorno, para separar paja y trigo, acción que llaman beldar o albeldar. La trilladora separaba la paja del grano, poniendo el grano en sacos y lanzando la paja a varios metros haciendo un montón. Era otro trabajo que realizaban por la noche para evitar que el polvo y el sudor lo hicieran insoportable. La mayoría usaba el pañuelo como mascarilla de protección de nariz y boca.
El verdadero avance tecnológico fue la cosechadora, que agrupaba al tiempo siega y trilla, y eliminaba los trabajos de recoger la mies, atar las gavillas y transportarlas para la trilla y la posterior recogida de la paja. La cosechadora, siega, trilla y empaca la paja en fardos en la parcela. La operación finaliza con el transporte, mediante el tractor y el remolque, del grano a los silos o cooperativas y la paja a las granjas. Los trabajos que se hacían con esas máquinas se pagaban en especie, o con un porcentaje de lo cosechado que llaman máquila.
En Viana (N) la mecanización de la agricultura comenzó tímidamente a principios del siglo XX. Las primeras segadoras llegaron en 1910, y ya para el año 1918 había en la ciudad dos tractores y dos trilladoras. En algunos otros pueblos este hecho se miró con recelo por la clase obrera, pues peligraban los jornales de la siega, lo que condujo a que en 1913 se quemaran tres segadoras en la ciudad. Hacia 1950 se constatan las primeras cosechadoras.
Es precisamente a partir de mediados del siglo XX cuando la mecanización se aceleró significativamente. Supuso una revolución en la agricultura, pues aumentó enormemente la superficie cultivada, muchas labores desaparecieron, se introdujeron nuevos cultivos, y poco a poco fueron extinguiéndose los animales de carga, de labor, los carros y galeras, y un número considerable de herramientas, que a partir de entonces se destruyeron o se guardaron como objetos etnográficos. Esta mecanización del campo es coetánea a la fuerte industrialización de la ciudad.