Letanías de san Marcos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Eran letanías llamadas mayores, preceptuadas por la liturgia católica y se celebraban en todas las iglesias con o sin asistencia de gente. Tenían lugar en la festividad de san Marcos, 25 de abril. No han tenido el arraigo popular que adquirieron las rogativas de la Ascensión. Si en algún tiempo lo tuvieron, dejaron de practicarse mucho antes que estas últimas.

Su celebración se ha constatado en algunas vecindades de Bizkaia que tenían una ermita dedicada a san Marcos. En Orozko (B) por su parte, ese día se hacía la rogativa en la ermita de San Sebastián.

Según Caro Baroja, la festividad cristiana de san Marcos coincide con una fiesta romana que estaba destinada a preservar los trigos de la roña. Las letanías a este santo podrían ser, según el mismo autor, la adaptación cristiana del culto a aquella divinidad romana Robigus[1]. Sea cual fuere el origen, se ha vinculado la festividad del santo evangelista con la siembra del maíz, cereal que desde el siglo XVII se fue imponiendo en la zona húmeda del país.

Una sentencia recogida en Zeanuri (B) hace referencia a san Marcos como la fecha más oportuna para la siembra del maíz: “San Jurgi, artoak ereiteko goizegi / san Markos, artoak ereinda balegoz” (San Jorge [23 de abril], demasiado pronto para sembrar el maíz / san Marcos [25 de abril], ojalá estuviera hecha la siembra de maíz). En otras muchas localidades se han registrado dichos semejantes.

En Ataun (G) José Miguel de Barandiaran registró un dicho parecido: “San Markos-aste, arto eiteko flore / Atzeti baiño aurreti hobe” (Semana de san Marcos, la mejor para sembrar maíz / [y] mejor antes que después).

En Sara (L) la rogativa de san Marcos se hacia el 25 de abril. A la mañana después de la misa que el cura celebraba en la iglesia se organizaba la procesión. Precedidos de la cruz parroquial conducida por un vecino a quien hacían compañía dos monaguillos, salían de la iglesia parroquial primero los hombres en dos filas; a continuación el cura, revestido de pelliz y estola, con dos acólitos a sus costados; detrás, las Hijas de María y demás mujeres, también en dos filas. En el grupo de los hombres, en medio de ambas filas, iba el xantre, el cual entonaba las letanías de los santos que los asistentes repetían en voz alta, respondiendo tras cada invocación. La procesión salía de la puerta principal de la iglesia, atravesaba la plaza, iba a lo largo de la calle principal, bajaba por la calzada de Lehetetxipia y se detenía junto a la capilla de san Isidro labrador. En esta entraba el cura. Un monaguillo ofrecía a cuantos pasaban delante de la capilla el agua bendita con una rama de laurel mojada, a la cual los fieles asistentes iban tocando con los dedos de la mano derecha para luego santiguarse. El cura, tras breve oración delante de la efigie del santo, se levantaba y entonaba la antífona, el versículo y la oración del oficio de san Isidro; después el chantre entonaba: “Crucem sanctam subiit, qui infernum confregit; accinctus est potentia, surrexit die tertia, alleluia”. El cura cantaba el versículo y la oración del ritual, después asperjaba con agua bendita hacia los cuatro puntos cardinales, mientras decía: “A fulgure et tempestate, libera nos, Domine” (del rayo y de la tempestad, líbranos Señor). “Ut fructus terrae dare et conservare digneris, te rogamus audi nos” (Que nos dé y que conserves los frutos de la tierra, te pedimos que nos escuches). Luego tomaba en su mano derecha la cruz parroquial y con ella trazaba cuatro cruces en el aire hacia los cuatro puntos cardinales.

Continuaba la procesión por la ermita de San Pedro, sita a pequeña distancia de la anterior, cerca del caserío Berrueta. En ella se hacía la segunda estación procediendo del mismo modo que en la primera. Subía a Lehenbizcay y llegaba a la ermita de San Juan que está cerca de Pikasarria y de Etxargaraia; allí se hacía la tercera estación con las mismas ceremonias que en las dos anteriores. Seguía la procesión hasta Etxasarria, en cuya capilla de San Francisco Javier se detenía: es la cuarta estación, en la cual se repetía la ceremonia de las anteriores. Continuaba por Ibarsoroa, subía a Argainea y de aquí a la ermita de San Antón, donde se practicaba lo que hemos dicho de la ermita de San Isidro. Inmediatamente regresaba la procesión por el caserío Altzuartea y el barrio Plaza a la iglesia parroquial. En el recorrido los fieles cantaban las letanías de los santos hasta Etxasarria; después, cánticos vascos hasta la ermita de San Antón; desde aquí hasta la iglesia recitaban el rosario y entonaban nuevos cantos a la Virgen en vascuence. En la procesión del día 25 de abril de 1942 acudieron a esta rogativa de san Marcos un centenar de hombres y algo más de mujeres.

En Moreda (A) se celebraban las letanías mayores de san Marcos. Señalan los informantes que son días, en torno al 25 de abril, de mucho riesgo para ciertos árboles del campo que han dado brotes con los primeros calores de la primavera: frutales, almendros, viñas, nogales, higueras, etc. Antaño para prevenir las heladas, los labradores junto al cura, hacían de madrugada rogativas dedicadas a san Marcos con el fin de preservar los campos, y especialmente los viñedos, de fenómenos atmosféricos dañinos tal como las temidas heladas primaverales. Por el peligro de las heladas, san Marcos es conocido con el apodo de Helón. Un dicho en la villa dice: “Marcos, marquetes, que vendimias las uvas sin corquete”.

En Aoiz (N) este día de rogativas se bendecían los campos y se pedía protección para las cosechas, mirando hacia todos los puntos cardinales: desde una era (Villaveta), desde la figura del crucifijo situado a las afueras del pueblo a donde se había ido en procesión (Aoiz) o desde ermitas cercanas. Los vecinos de algunos pueblos del Valle de Arce, por ejemplo Lusaerreta y Urdíroz, se unían a la procesión de otros pueblos para almorzar después todos juntos.

En Obanos (N) el 25 de abril, san Marcos, a las 6 de la mañana tenían lugar las rogativas a san Guillermo. Se celebraba Misa, dando a besar a continuación la cabeza de este santo.

En los pueblos del Valle de Lónguida (N) el día de san Marcos se realizaba la bendición de los campos. La ceremonia consistía en acudir muy temprano a misa y, después salir en procesión hasta la era del pueblo desde donde el párroco bendecía los campos del municipio. Así lo atestiguan en Villaveta y en Uli Bajo: “mirando el cura hacia todos los puntos cardinales arrojaba agua bendita mientras recitaba algunas plegarias”. En esta segunda localidad recuerdan que la colocación de cruces en los campos tenía lugar en el día de san Marcos.

En Imízcoz (N) debía de ser en san Marcos cuando se hacía la romería o rogativa (lo denominan de las dos formas) a la ermita de Juandetxako “de donde bajaban los santos”. El objetivo era proteger la cosecha. Era frecuente que en estas rogativas participasen vecinos de distintos pueblos colindantes, “unos vecinos se acercaban a la procesión de otros”, y en este caso los vecinos de Villanueva de Arce, Imízcoz y Arrieta la celebraban conjuntamente y luego se quedaban a comer en Imízcoz. Dice un encuestado que “venían con la obladica”. Oblada denominan a un pan, con forma de torta, que solían comer los pastores y que se empleó para diferentes ofrendas en la iglesia; por ejemplo el día de almas en Gorraiz.

También se hacían rogativas este día de san Marcos en Apodaka, Abezia (A); Amescoa y Viana (N).


 
  1. Julio CARO BAROJA. Ritos y Mitos equívocos. Madrid: 1974, p.77.