Navarra

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Bera

En los años 1940 describió Julio Caro Baroja el carro chillón en estos términos[1]:

En el carro chillón, gurdija, las ruedas, arrudak, tienen cubo prismático y van unidas al eje gurdiko ardatza. Se mueven con este independientemente de la cama del carro, que llaman por lo general gurtetxea, y que aquí denominan gurditxia.

Los zarratones o travesaños que componen la cama del carro reciben el nombre de gurdi-txinelak. A la lanza llaman pertika y al freno ixtringa. La lanza del carro se introduce en el suplemento central del yugo y para que quede bien sujeta se emplean pequeños trozos de madera de acebo, gorostia, a los que llaman kabillak.

El carro chillón es más pequeño que el moderno, de la misma forma. Sus ruedas miden de 80 a 90 cm de diámetro. En la Montaña de Navarra la llanta de hierro es bastante más pequeña que en otros puntos del país, como por ejemplo Bizkaia. Los maderos que constituyen las ruedas van reforzados por dos tiras de hierro con gruesos clavos. El eje, cuando es de madera (pues ahora lo ponen también de hierro), mide unos 20 cm de diámetro.

En conjunto, de un extremo a otro, el carro tendrá 5.3 metros de largo. La cama, constituida por un armazón de tres maderos longitudinales (contando con la lanza) y seis travesaños, tiene 95 cm de anchura. La lanza, desde que sobresale de la cama, unos 2.7 metros de largo, siendo más delgada por el extremo que se introduce en el suplemento del yugo ya mencionado.

Carro chillón. Fuente: Caro Baroja, Julio. “Un estudio de tecnología rural” in Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra. Año I. Núm. 2. Pamplona: 1969, p. 253.

Además de estas partes indispensables hay en el carro otras cambiables, según en lo que se vayan a emplear. Cuando se quiere transportar estiércol, arena, etc., se colocan a los costados de la cama unos ensamblajes de tablas, unidas y sujetas por medio de vástagos que se introducen en agujeros dispuestos en la dicha cama, sobre la que se ponen asimismo varios tablones. Al conjunto de ensamblajes le llaman prozela. Antes, en vez de madera, empleaban para esto varas de castaño entrecruzadas como la de los vallados, hesijak.

Cuando se lleva helecho o heno se pone en la parte delantera central de la cama la ezpata, que está constituida por un palo grueso que se introduce en un agujero de la cama, palo sobre el que va un armazón a modo de escala, ligeramente curvado hacia delante las más de las veces.

Una vez cargado el helecho o el heno, la ezpata impide que caiga sobre la yunta. Al mismo tiempo en uno de los espacios que dejan entre medias los tramos que esta tiene por la parte alta, se introduce el extremo de un palo grueso y largo, gurdi gañeko hagaia, que llega más allá de la parte posterior de la cama y que se sujeta por este lado a otro palo que sale de ella con unas cuerdas o cadenas y una rama pequeña de forma angular, makoa. Así la carga va segura, y mediante la ezpata y el gurdi gañeko hagaia se determina el grado de sujeción que se le quiere dar, pudiéndose ambos acomodar al volumen de esta.

Otra pieza que puede quitarse y ponerse es la llamada palkatxoa que se usa cuando hay que transportar leña, maíces secos, helecho seco, etc. Mediante ella quedan más fijas también las tablas que se ponen a modo de fondo en la cama del carro. Está formada por dos guardabarros unidos mediante listones. Es de madera y los guardabarros pueden ser curvos o no. Otras veces en vez de palkatxoak se ponen a los dos lados, dos pequeños armazones de madera.

Urdiain

El carro, gurdia, tal como lo describió José M.ª Satrustegi[2] en los años sesenta del pasado siglo XX, era el tradicional de toda la Burunda, muy similar al de la Barranca. Constaba de ruedas ciegas de madera, fijas al eje, que antiguamente era también de madera y posteriormente de hierro. Se conservaban todavía algunos ejemplares primitivos. Llevaban llantas de hierro y bridas metálicas. Prohibida la circulación de este tipo de carruajes, se iba imponiendo definitivamente el sistema de ruedas neumáticas.

Destacaron en la construcción de ruedas fijas los herreros de Arruazu, Uharte Arakil y Alsasua. Existían por entonces en Urdiain algunos ejemplares de carros de ruedas radiadas que llamaban volantes. Fabricadas en herrerías de Alsasua y Olazagutía, pero no llegaron a imponerse definitivamente en el pueblo.

Los elementos más importantes de la rueda del carro eran: gurtzila, eje. Se llamaba zurezkoa cuando era de madera y burnizkoa cuando era de hierro. Txirrikia, rueda: txirrika-burnia era la llanta. Txirrika-ubalak, las tiras metálicas de refuerzo. Arpoiak, pasadores de hierro: eran las cuñas que iban al borde del eje para impedir que saliera la rueda. Eraztuna, anillo: era el aro de refuerzo para los pasadores.

Otro elemento esencial del carro era la plataforma, llamada kama. Las había de distintas dimensiones, según sus aplicaciones: motza, o cama que se usaba habitualmente durante el año; era la del carro normal. Luzia (larga), solo se utilizaba para las faenas de la recolección. Recibía los nombres de: belar-gurdia, carro destinado al transporte de hierba seca; balgurdia, para la mies. En Urdiain venía a ser un mismo carro que se utilizaba para ambos cometidos. En Arruazu, el de las mieses era mayor que el utilizado para la hierba.

Por estos años ya los tractores estaban supliendo a los carros.

El carro de labranza era susceptible de múltiples adaptaciones, según los accesorios que se le aplicaban. Los principales elementos de diferenciación consistían en tableros y varas de distinto tamaño.

Los tableros, oholak, tenían distintas aplicaciones: gurtolak eran los tableros normales. Medían aproximadamente un metro de altura. Se utilizaban durante todo el año. Servían para transportar el estiércol, acarrear forraje, etc. Harrolak eran los tableros bajos para mercancía pesada: piedra, escombros, arena, etc. Los dos tableros anterior y posterior recibían el nombre de harrol txikijek. Estos mismos tableros bajos tenían todavía otra aplicación: se usaban para suplementar los normales, cuando se trataba de recargar el carro. Así ocurría en la recogida del maíz. Sarak, tableros de rejilla: generalmente tres o cuatro tablas paralelas y se usaban para acarrear hoja del monte. No se localizaba ya en el pueblo ningún ejemplar de tablero confeccionado a base de flejes trenzados o de mimbre. Makurrak eran las defensas para las ruedas. Tablas cortas que sobresalían por los estribos, al par de las ruedas.

Existían varios tipos de varas, zerrak. Balzerrak: vara alta y puntiaguda destinada al acarreo de las mieses. Era la más alta de las que se utilizaban. Las empleadas para la hierba seca eran algo más cortas. Iretako zerrak: para traer helecho. Se aplicaban al carro normal. Eran las mismas que se utilizaban para el heno. Orbeletako zerrak: varas normales, sin punta y en número de diez, servían para acarrear hoja del monte. La disposición de las varas era como sigue: cuatro por cada estribo, y dos más sobre el timón, para sujetar la carga por delante y por detrás. Como queda indicado, anteriormente se utilizaron tableros de rejilla para este menester. Egurretako zerrak: juego de cuatro varas normales para traer leña.

Otros elementos eran el timón, andatza, y los estribos, bazterrak. En Arruazu utilizaban madera de fresno para los estribos por ser resistente y flexible. Orrazijek, las varas transversales de la plataforma. Gurtzila, el pasador, podía ser de madera o de hierro. Era una vara corta que iba atravesada en el extremo delantero del timón. Gurzizoloa: el orificio para el pasador de tiro. Angiloia u otsamahaia era el cojinete. El estribo iba provisto de un suplemento que recibía este nombre. Últimamente, formaba una pieza única con el estribo. Hotsamahaiko zerra eran dos varas de sujeción que encajonaban además el timón. El nombre de hotsamahaia (la mesa de los ruidos) aludía al chirrido de las ruedas de madera. Txirrikiak irrintzija es el chirriar del carro.

Carro de ruedas de madera. Etxarri Aranatz (N), 1953. Fuente: Baroja, Pío. El País Vasco. Barcelona: 1966, p. 139 (foto de Ramón Dimas).

Lumea era la grasa para el eje del carro y lumea-untzija el recipiente donde se guardaba la grasa. Solían llevar colgado del estribo. Muchas veces era un cuerno de ganado vacuno; dentro llevaba una pluma de ave con la que se untaba el cojinete de madera.

A la cadena larga para atar la leña se le decía estringia. Hacía de palanca un garrote que se sujetaba al estribo: se ataba al carro en las proximidades del eje. Abrazaban la pieza suplementaria que hacía de cojinete. Era posible que esto tuviera una finalidad práctica, para que en caso de dificultades, todo el carro formara un bloque y fuera más difícil separarse del eje.

Para evitar el desgaste del cojinete le acoplaban un suplemento de hierro que llaman txapia.

Los tensores para las varas se llamaban bihurrak. Antiguamente fueron ramas retorcidas de una planta especial, que llamaban subandorra. De ahí recibía el nombre de bihurra (retorcida).

Améscoa

El apero por antonomasia para el transporte ha sido el carro. Los más antiguos eran totalmente de madera, cama, eje y ruedas, excepción hecha del cello de estas, que era de hierro. El carro era un apero de manufactura local.

El pértico era la pieza clave para armar la cama del carro. Debía ser una vara de haya cortada de hondón (una chara), de 5 metros de larga y que tenía que estar muy seca. La parte más gruesa servía de armazón de la cama y la parte más delgada, la delantera, hacía de timón.

En la parte trasera del pértico se armaba la cama mediante unos travesaños, las costillas, que taladrando el pértico, unían los largueros laterales, formando un emparrillado que se cubría con tabla. Los largueros laterales llevaban debajo un suplemento de madera con un vaciado en el que se acomodaba el eje. Para evitar que el eje saliera de su sitio, este suplemento llevaba dos piezas, una a cada lado del vaciado. Les llamaban ochomaikis o anguiloyes.

La parte más delgada de la vara hacía de timón del carro y llevaba en su extremo tres o cuatro taladros en los que se introducían las clavijas. La punta del timón se introducía en el trascón del yugo y las clavijas lo sujetaban; así quedaba el carro acoplado al yugo de la pareja de bueyes.

Las ruedas de los carros antiguos eran ciegas. El carpintero armaba el disco con tablón de roble, duro y muy seco, y el herrero lo ceñía con un aro de hierro al que decían cello. Para esto, calentaba el aro de hierro hasta que estuviera rusiente, colocaba este aro candente ciñendo el disco, lo metía en agua y al enfriarse y reducir su volumen apresaba fuertemente el disco de madera.

El carro llevaba varios accesorios, piezas de quita y pon, según las necesidades; porque nuestros labradores de principios del siglo XX usaban el carro a todas las horas y para muchos menesteres. Para el acarreo de leña colocaban ocho cerras cortas, cuatro a cada lado, incrustadas en los largueros de la cama. Amontonada la leña encima de la cama, ataban con un ramal cada cerra con su paralela del lado opuesto y quedaba bien sujeta la carga. Para el acarreo de la mies aparejaban el carro con ocho cerras largas y puntiagudas. Para el transporte de estiércol, tierra, arena, etc., acoplaban a la cama un ensamblaje de tablas a las que llamaban burlotes.

Las medidas de los carros viejos, que aún se conservan retirados, eran estas: la cama medía 2.22 metros de largo y 1.15 metros de ancho. El timón tenía una longitud de 3.15 metros.

El eje de los carros antiguos que todavía se empleaban a principios del siglo XX era de madera. Al rozar con el verdugo, se calentaban y para evitarlo los untaban con sebo; a pesar de ello se incendiaban con frecuencia. Chirriaban mucho por lo que se les llamó “carro chirrión”. Posteriormente se fueron modificando las ruedas, sustituyendo el disco ciego por radios de madera, circunscritos en una llanta de hierro ancha y gruesa. Los carros más nuevos llevan ruedas de goma, aunque el carro va siendo arrinconado, ya que el tractor con su volquete hace sus veces.

Aoiz

Los carros eran necesarios en el laboreo agrícola, tanto en la parte más septentrional como en la meridional del ámbito. La fuerza motriz eran las caballerías y, más antiguamente, los bueyes. El número de animales de tiro variaba según las dimensiones del carro y la carga a desplazar: uno, dos o cuatro. Con la llegada de la mecanización y especialmente de la concentración parcelaria en los años 1970, fueron los tractores los encargados de tirar de los carros metálicos y con ruedas de caucho.

Anteriormente se desplazaban por caminos terreros, a menudo pedregosos, que fueron abiertos para acceder a los nuevos espacios roturados. En el Valle de Lónguida / Villaveta se ha conservado el topónimo Karrobide; en Oroz-Betelu Mandazaibide, (camino de los arrieros).

Los carros se emplearon principalmente para el traslado de la mies hasta la era tras la cosecha y para el acarreo de los sacos del grano hasta el lugar de almacenaje; para el transporte del forraje que sería alimento de los animales hasta el pajar. Así mismo, se cargaban con sacos de patatas y con los esportizos en los que se había cargado la uva de la vendimia para su traslado a la casa familiar. Se emplearon también para llevar el estiércol hasta el lugar donde se guardaba y para transportar las maderas que servirían para calentar el hogar. En algunos casos se utilizaban para portar aperos pesados propios del laboreo agrícola y a los propios trabajadores hasta el lugar de faena.

En la actualidad el carro sigue estando presente en los trabajos agrícolas, aunque haya cambiado su apariencia, estructura y su fuerza de tracción que es mecánica.

Los carros se diferenciaban de las galeras. Los primeros tenían dos ruedas y los segundos cuatro. Había carros que únicamente constaban de una base, una tabla colocada, sobre las ruedas.

Valle de Arce y Oroz-Betelu

Los carros más antiguos fueron de madera y eran fabricados por los propios agricultores. Tenían buena madera recogida en los bosques cercanos y para su ejecución empleaban las herramientas propias del carpintero; sierra, serrucho, clavos, martillo y otros. En el Valle de Arce y Aoiz, con mayores extensiones de cereal y viñedo, y con menos bosque en las cercanías, era más habitual que la madera fuese comprada ya desde principios del siglo XX.

Las piezas del carro son la caja que era de madera primeramente y de metal a partir de los años 1960. Los carros podían tener, en algunos casos, ruedas de hierro, aunque, sobre todo en la parte más septentrional, la abundancia de madera hacía que esta fuese el principal material para su fabricación. Existieron, aproximadamente hasta mediados del siglo XX, ruedas de madera con llantas metálicas; otras eran ruedas radiadas. Ya en la mitad del siglo XX fueron sustituyéndose por las de llanta de goma, y posteriormente por ruedas neumáticas, similares a las de los automóviles. La mayoría de estos carros no poseían barrotes sino que se cerraban con paneles de tabla.

Viana

El carro tirado por caballería ha sido desde antiguo el vehículo de transporte más utilizado en el mundo rural. Existieron desde finales del siglo XIX dos carreterías. Ambas perduraron hasta alrededor de 1960. Además de otras labores propias de la herrería, fabricaban carros, galeras y volquetes.

En la construcción de este tipo de carruajes utilizaban diversos tipos de madera: olmo, chopo, encina, fresno; algunas de ellas debían estar secándose un mínimo de cinco años. Algunas piezas eran de hierro como los ejes que se adquirían en la ciudad. En ocasiones se colocaban redes de cuerda de cáñamo.

Una pieza importante era la plataforma o cama rectangular de madera de olmo, con refuerzos de hierro, cerrada por los ejes largos con las barandas de teleros o balaustres; a veces con tableros, para cerrar los huecos entre los barrotes. Por la parte posterior del carro, así como en los varales delanteros, llevaba unos palos llamados tentes, o tentemozos, que servían verticalmente para dejar el carro a nivel y posado o descansado en horizontal. Entonces el ganado podía descansar, ya que el carro permanecía inmóvil con la máquina o freno echado. Estos carros siempre disponían de dos varas para poder ser tirados por un solo animal.

En la punta de las varas iban unos enganches para los tirantes de la caballería, los franjalates o cadenas cortas donde se sujetaban las hebillas del collarón del ganado de varas.

Las ruedas mayores solían medir alrededor de 1.5 metros de diámetro y tenían unos 14 radios de madera. Pieza importante de la rueda era el cubo, realizado con madera cocida de fresno. En él encajaban los radios de madera de encina. Operación especializada era el ajustar las llantas de hierro al perímetro de madera de la rueda. Después de calentar las llantas en una hoguera circular hasta ponerse rusientes y bien dilatadas, las encajaban en la rueda y se les echaba agua para no quemar la madera. Para ello las metían en una pila preparada exprofeso.

Pieza necesaria era el freno de manilla de hierro, colocado en la parte izquierda, que mediante una polea o palanca abrazaba un zoquete, especie de taco de madera de chopo, que acercándolo a la llanta producía el frenado. A este freno le llamaban la máquina; “pretar la máquina” equivalía a frenar. Para subir a la galera o al carro se colocaba, en el lado izquierdo, un estribo de hierro con un agarradero y en el derecho un hierro hueco para poner el farol con una vela interior. Para la protección del animal, que iba entre varas, se colocaba un miriñaque, especie de canastillo con tiras de hierro.

Si se utilizaba el carruaje para transportes especiales, colocaban unas altas picas o púas de madera de olmo sobre las barandas laterales, y en ellas clavaban los haces o fajos en el acarreo de la mies. Para esta operación, asimismo, le podían añadir a la galera una bolsa o red de cuerda atada a la caja con seis u ocho cadenas para poder llenarla de fajos. Si se iba a transportar la paja, colocaban una alta red atada a las picas que llamaban la jaula. Respecto a la pintura del carruaje, a la madera le daban color rojo y las piezas de hierro se pintaban de negro.

La galera[3] era algo más larga que el carro, con cuatro ruedas. Las de delante más pequeñas que las de atrás. En su parte anterior central había unos círculos superpuestos de hierro que giraban a derecha o izquierda según la dirección que se daba a la galera. Una galera podía transportar un peso de 3000 kilogramos.

Los carretones, también llamados plataformas eran unos rectángulos planos de madera reforzada y en su base cuatro ruedas pequeñas, como las delanteras de las galeras. Carecían de barandillas y de palos teleros y una galga o palo horizontal colocado debajo del eje de una rueda servía de freno.

San Martín de Unx

El transporte se realizaba antaño a base de baste, sobre burros, ya que a principios del siglo pasado había pocos carros. Estos llegaron más tarde, procedentes del carrero de Olite, del de Pitillas o del de Caparroso.

Unos carros eran de rueda de madera con llanta de hierro y otros de rueda totalmente de hierro. Entre los primeros, destacaremos los carros simples y las galeras. El carro simple era de dos ruedas, a tirar por una o dos caballerías, con una plataforma inferior que colgaba de unas cadenas y servía para llevar los sacos. El freno de zoquete (zapata) en madera, las cartolas de varillas y sin pescante, por lo general.

La galera era mayor, de cuatro ruedas, con eje articulado, conducida por dos o tres tiros de caballerías, y llevaba un pescante que se sacaba hacia fuera. Servían ambos carros para el desplazamiento de grano, pipas de bodega, comportas, etc. La galera se usaba especialmente para transportes pesados. Estos carros llevaban llantas de hierro hasta que las prohibió la Diputación cuando se asfaltaron las carreteras. Los llamados carricos de brabán, eran de ruedas pequeñas y de hierro, con ocho radios, bajos y con unas largas guías para uncir al caballo.

Otros carros más modernos, de cartolas de tablón, son volquetes, gracias a una palanca que los acciona hacia arriba. Con el tiempo, a todos los carros se les hicieron modificaciones para adaptarlos y mejorarlos: se les aplicaron ruedas de goma, cartelas de tablón, estructuras de hierro y frenos más resistentes.

Los vehículos a motor tardaron en imponerse. Todavía se utilizaban a fines de los años 1970 algunos carros por su accesibilidad a sitios escarpados o no asfaltados.

Carro tirado por burro. San Martín de Unx (N), c. 1979. Fuente: Francisco Javier Zubiaur y José Ángel Zubiaur, Grupos Etniker Euskalerria.

Obanos

Los tipos de carro conocidos y arrastrados por caballerías han sido: carros, carretas, carricos y galeras.

Los tirados por bueyes desaparecieron prácticamente en el primer tercio del siglo XX. Hacia 1950 era un acontecimiento ver una carreta tirada por bueyes. En los años 1970 se impusieron las ruedas de goma, porque las llantas metálicas estropeaban las carreteras y se hundían más en los caminos de tierra. Grandes zapatas de madera en la parte trasera de las ruedas servían para el frenado. Y sendos barrotes cilíndricos, sujetos por un extremo a los varales, evitaban que se desequilibrase al quitar la caballería. Se llamaban tentemozos.

Los carros servían para transportar cualquier elemento: comportas, cepas, madera, sarmientos, la mies, sacos... Sus elementos eran: cama fija o con una parte desmontable, a modo de balancín sujeto por 4 cadenas, para aumentar su capacidad. Barrotes más o menos cilíndricos, a veces cerrados con tablones para evitar pérdida de la carga. Dos ruedas de radios de gran diámetro, con llantas de hierro y una gran zapata de madera para frenar. Para evitar que pingara al quitar la caballería, tenía en los varales los tentemozos que se recogían o se bajaban, a voluntad. Si se necesitaba aumentar la capacidad, se hincaban unas puntas cilíndricas de madera en los laterales de la caja del carro, especialmente para acarrear mies.

Las galeras eran similares a los carros pero de mayor longitud y capacidad. Tenían cuatro ruedas, las dos delanteras más pequeñas y giraban a derecha e izquierda independientemente de las dos traseras. Cuando se usaba para transportar pacas de paja, se cargaba hasta los topes.

Las carretas solo tenían la cama y eran vehículos más ligeros; se usaban para llevar al pajar la paja de las eras donde se hacía la trilla. Para los años 1970 se cambiaron las llantas metálicas por ruedas de goma, haciéndolas más rápidas y silenciosas.

Los carricos eran pequeños carros con cierre de tablones, de los cuales el trasero se abatía o levantaba sujetándolo mediante cerrojos. Sus ruedas eran de goma y se utilizaban preferentemente para ir al huerto o llevar estiércol. Con la implantación del tractor se generalizan distintos tipos de remolques que sustituyen al carro.

Muez (Valle de Guesálaz) y Ugar (Valle de Yerri)

Cosechadas las parcelas, el acarreo del producto se realizaba antiguamente en carros que a veces portaban una carga que duplicaba en altura a la del carruaje. En Yerri, el freno o retranca de estos carros era llamada tarria y el gancho de madera puesto en el exterior de una soga para sujetar la carga de las caballerías era conocido como anzaga. Las caballerías llevaban entre la guijada y el belfo una pieza de hierro curva llamada carrancla para conseguir que obedecieran mejor a los tirones del ramal.

Ustárroz, Isaba y Urzainqui (Valle de Roncal)

Había tres clases de carros. El carro, karru, de dos ruedas altas. Si era más pequeño era la carreta o bulquete de dos ruedas. En la carreta y el carro el eje giraba con la rueda como en un carro chillón. La galera, era un carro grande y alargado con cuatro ruedas, las dos delanteras más pequeñas y las traseras más grandes.

Valtierra

El carro, la galera y el remolque han sido los medios de transporte y acarreo de mercancías que más han utilizado las gentes de la ribera del Ebro hasta los años 1970.

El carro estaba compuesto por la caja hecha de maderas bien ensambladas formando una plataforma consistente. Iba montada sobre un eje de hierro, con dos ruedas grandes en sus extremos. Sus radios de madera, salían del centro que se empalmaba en el eje y llegaban hasta una circunferencia, también de madera y forrada por un aro metálico que cubría el ancho de la rueda.

Los laterales de la caja llevaban tableros fijos y bien anclados. La parte de atrás se cerraba con un tablero móvil. Debajo de la parte trasera de la caja, iban unos mangos abatibles, tentemozos, que mantenían el carro en posición horizontal. La parte de delante también tenía su tablero móvil, si bien solo se usaba cuando el carro había que utilizarlo en toda su capacidad. De esa parte delantera salían dos varas que permitían enganchar las caballerías para tirar del carro. Si el peso era muy grande o el camino muy duro, enganchaban otra caballería delante de la que iba entre las varas. En uno de los brazos también llevaba un tentemozo para mantener el carro horizontal si no estaba enganchada la caballería. El carro adquiría su máxima capacidad cuando le añadían maderos puntiagudos, rectos y pulidos que les permitían ampliar la caja para acarrear las gavillas.

La galera tenía dos ejes y cuatro ruedas. Las dos delanteras eran más pequeñas y la parte de la caja era giratoria articulada, formando un todo con los brazos donde se enganchaban las caballerías permitiendo así una maniobrabilidad mayor.

El remolque vino con el tractor. El carro y la galera no eran ya adecuados. Por eso, manteniendo la estructura de la caja, con dos ejes y cuatro ruedas de neumáticos y tableros abatibles, el remolque, tirado por el tractor, desplazó definitivamente al carro y a la galera.

Cárcar

Los últimos carros de ruedas de hierro se hicieron a mediados de los años 1950. Se utilizaban los carros y las galeras. Los primeros podían tener tres metros de largo. Las galeras podían medir hasta seis metros y al margen de mayor capacidad tenían más movilidad. En 1963 se prohibieron las llantas de hierro en los carros, obligando a que fueran de goma. Este hecho afectó a la estructura del carro.

Los carros normales podían acarrear hasta 1000 kilos de peso, pero se llegaron a hacer de mayor capacidad. En la década de los años 1950 para la construcción de los carros, se empleaban distintos tipos de madera –olmo, fresno y chopo–.

Las piezas de las que estaba compuesto el carro eran las siguientes: las varas donde se enganchaba el animal al carro. Estaban elaboradas en madera de olmo. Los teleros eran los vástagos de madera de la baranda. Las placas o planchas elaboradas en metal o madera que se colocaban en los carros para ampliar su capacidad eran las cartolas. En las ruedas se colocaban los cubos, los radios, las pinas (elementos de madera para sujetar las llantas, cada rueda llevaba 16 pinas) y la llanta. La cama era la base del carro donde se ponía la carga. El eje era fijo; se acoplaba sobre un refuerzo llamado barcada. Los burros se colocaban a la altura del comienzo de la cama. Servían para que la carga no cayera sobre la caballería. Los mocillos hacían que el carro se mantuviera horizontal. Y el freno, también denominado máquina, llevaba dos ganchos y la manillera.


 
  1. Julio CARO BAROJA. La vida rural en Vera de Bidasoa (Navarra). Madrid: 1944, pp. 45-47.
  2. José M.ª SATRÚSTEGUI. “Estudio etnográfico de Urdiain” in Príncipe de Viana, XXVIII (1967) pp. 115-118.
  3. Hacia el año 1945 una carretería de Viana hizo una galera por un precio de 1500 pesetas, tardaron en terminarla un mes. Un carro costaba, por entonces, unas 1000 pesetas.