Grada

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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A partir de 1940 se generalizó un arado de púas totalmente metálico, de fabricación industrial. Estaba compuesto por un bastidor de hierro con tres travesaños del mismo metal en los que estaban fijadas nueve ballestas flexibles: dos en el travesaño delantero, tres en el mediano y cuatro en el último. Una pequeña rueda delantera, también metálica, facilitaba su desplazamiento. En la parte trasera tenía dos mangos elevados para guiarlo. Una palanca que permitía graduar la inclinación de las ballestas de modo que pudieran penetrar más o menos en la tierra. Las había de distinto tamaño (Beasain-G). Las más pequeñas eran tiradas por un mulo (Gautegiz Arteaga-B).

Este nuevo apero que sustituyó a los arados de púas para algunas labores superficiales recibió distintos nombres: En Beasain (G) se le denominaba marraxkoa y también karramarroa; en Amorebieta-Etxano (B) zorraizia; en Ajangiz, Ajuria, Gautegiz Arteaga y Nabarniz (B), bailariñie o bailariñe y señalan que se introdujo hacia 1940; en Zeanuri (B), gradea.

En Bedarona (B) frantses-burdinarea o bailarina era la grada de hierro de 9 largas púas curvas cuyos ángulos eran graduables mediante una palanca que junto con un piñón y trinquete hacían esta función. Era más grande que la grada de madera. Se utilizaba para revolver la tierra y sacar las malas hierbas.

En el Valle de Carranza (B) la grada era un apero íntegramente metálico formado por una estructura que delimitaba el perímetro del artefacto de modo que se estrechaba algo en la parte delantera. La recorrían de lado a lado tres ejes, el más trasero de los cuales servía para cerrar dicho perímetro. Enganchados a los ejes iban unas púas metálicas planas que describían un círculo hacia atrás pero no quedaba completo, de modo que la punta permanecía libre por detrás del eje del que partía, lo que permitía que se pudiese clavar en la tierra. La profundidad a la que podían penetrar estos dientes curvos podía ser regulada mediante un dispositivo en forma de palanca que llevaba incorporado. Contaba además con dos agarraderas metálicas para poder manejarlo.

La grada se pasaba sobre la tierra que se iba a maquinar para eliminar la hierba y la vegetación espontánea que hubiese crecido sobre ella, también para mover la capa superficial de tierra que se había quedado endurecida.

En Viana (N) la grada era un apero de hierro de fabricación industrial, rectangular, a manera de trineo, con tres travesaños paralelos y en ellos las rejas o ganchos curvos. Mediante una anilla se enganchaba al tiro. Un mecanismo de palanca permitía que penetrasen estos ganchos en la tierra más o menos. Se pasaba por las fincas para destormonar la tierra después de labrarla.

También en Aoiz y Cárcar (N) la grada metálica se empleaba para alisar el terreno, enterrar el abono y las semillas y arrancar las hierbas.

Grada. Valderejo (A). Fuente: Xabier Ortiz Vadillo, Grupos Etniker Euskalerria.

En Obanos y San Martín de Unx (N) esta grada de estructura pentagonal era arrastrada solo por caballerías; tenía delante un balancín de madera para engancharla al tiro. Al pasarla vibraba y removía la tierra superficialmente, preparándola para la siembra. Se pasaba en las piezas durante el otoño. Al generalizarse el tractor se fabricaron diferentes tipos de gradas con el mismo fin.

En Valderejo (A) los informantes describen la grada como un apero formado por un armazón metálico de forma semirrectangular, más estrecha en la parte delantera y más ancha en la parte trasera; su tercio delantero estaba ligeramente inclinado hacia arriba para evitar que se acumulase allí tierra. Existían modelos en los que el tiro se fijaba a una barra metálica con agujeros. Dependiendo de la orientación que se quisiera dar al apero se empleaban los más centrados o los más situados hacia los laterales. Este armazón tenía tres barras transversales separadas 60 centímetros una de otra. En estas barras se fijaban unas rejas estrechas y curvas: dos en la primera, tres en la segunda y cuatro en la tercera. Estas rejas se colocaban en sentido contrario a la marcha. Las tres colocadas en segunda posición estaban situadas de manera que no coincidiesen con el trayecto de las dos anteriores, y las cuatro de la última fila tampoco con las tres de la fila anterior.

La grada se empleaba cuando una finca había quedado en barbecho. Se le pasaba la grada para romper la costra que se había creado y así eliminar las hierbas que hubiesen brotado. Esta operación se denominaba a volver. En noviembre cuando se iba a proceder a la siembra de estas fincas se volvía a pasar la grada con el mismo fin, sementándose a continuación y pasando finalmente la trapa. Si la finca estaba libre de hierba se sembraba directamente con la grada. Este apero era arrastrado por la pareja de bueyes.

En Moreda (A) la grada se empleaba para envolver el grano después de sementar, tapándolo con tierra. Antaño, la simiente se tapaba con un rastrillo de hierro. Había gradas de nueve ballestas: dos ballestas adelante, tres en el centro y cuatro atrás.

En Abezia (A) se utilizaba la grada también para dejar a la vista las patatas que habían quedado ocultas al sacarlas con la maquinilla.

El uso de esta grada metálica se ha registrado también en Cárcar, Muez (Valle de Guesálaz), Ugar (Valle de Yerri), Sartaguda, Ustárroz, Isaba y Urzainqui (Valle de Roncal-N), Apodaka, Berganzo y Bernedo (A).