Las semillas, haziak
La selección de las semillas entre las recogidas en cada cosecha ha sido de siempre una actividad fundamental no solo para mantener las cualidades de los cultivos sino también porque es el momento adecuado para intentar mejorar las características de los mismos. Hasta décadas recientes los informantes han desconocido la terminología de carácter genético pero eso no ha obstado para que efectuasen una selección de los caracteres que les parecían más importantes y que poseyesen interesantes conocimientos sobre cómo efectuar tales mejoras.
La preocupación no se limitaba a la elección de las semillas sino también a su correcto almacenamiento de modo que se preservase su capacidad germinativa. Y no solo de un año para otro sino a ser posible durante un período más largo, ya que como precaución siempre se guardan más semillas de cada cultivo que las necesarias. De este modo si ese año dicho cultivo falla y no se obtiene la producción necesaria para guardar semilla o esta es defectuosa, la reserva almacenada garantiza la siembra del siguiente año. También podía ocurrir que tras efectuar la siembra fallase siendo necesario volver a repetirla, por lo que había que contar con semilla suficiente.
En todo caso cuando por la razón que sea un año un cultivo apenas rinde, la exigua producción se destina en primer lugar para simiente del siguiente año y solo el pequeño excedente se aprovecha para su consumo.
Así, en el Valle de Carranza (N) se recuerda un refrán que dice:
- Maldito sea el diente
- que come la simiente,
en que de acuerdo con lo expuesto antes se considera preferente garantizar la continuidad de un cultivo a consumir lo que convendría guardar como simiente por la escasez del año. También se aplica a quien consume la parte de la producción que es de mejor calidad, precisamente la que conviene preservar para semilla del siguiente año.
Por el contrario, en Bernedo (A) se ha recogido que a principios del siglo XX la producción de trigo en esta comarca era baja y tenían que ir a La Rioja a comprar pan. Comían toda la producción y se quedaban sin simiente para el año siguiente. En esos casos acudían al Arca de Misericordia[1], institución que ha venido funcionando hasta comienzos del siglo XX y que era la garantía de la siembra para los vecinos de los pueblos de esta zona. El grano dado en préstamo había que devolverlo al recoger la cosecha. También en Moreda (A) y en otras muchas localidades, para obtener la simiente de siembra se conoció el Arca de la Misericordia.
De todos modos en tiempos pasados existía una garantía más y es que todas las casas de cada pueblo se dedicaban a la actividad agraria por lo que cuando alguien perdía la simiente de un cultivo siempre podía recurrir a un vecino para que le diese una parte de la que le sobraba. A veces ocurría que la pérdida afectaba a todos los vecinos del barrio, por ejemplo por unas condiciones meteorológicas adversas como podía ser una granizada, entonces se acudía a los familiares que vivían en otros pueblos.
Además ha sido general la costumbre de intercambiar las semillas, a ser posible con personas procedentes de otros barrios o localidades para así garantizar la productividad de los cultivos, ya que se sabe empíricamente que, al menos en el caso de algunas especies, si se usa reiteradamente la misma semilla en idéntica tierra con el paso del tiempo merma la producción.
Esta ha sido una de las variadas razones por las que en cuanto ha habido disponibilidad de semillas en el mercado algunos hayan preferido comprarlas.
En Nabarniz (B) la mayoría de las semillas eran domésticas. Algunas las intercambiaban entre las casas, por ejemplo las del trigo, maíz, alubia, nabo y patata. El intercambio no era anual, sino cada ciertos períodos indeterminados, cuando los moradores de la casa estimaban oportuno hacerlo porque convenía renovar. Las semillas domésticas se guardaban en el camarote, colgadas de unos clavos, en un lugar donde corriera el aire pero que no diera el sol.
En Ajangiz y Ajuria (B) las semillas se obtenían en casa y se guardaban las mejores, también se intercambiaban entre vecinos o agricultores de otras comarcas con los que había relaciones de parentesco o de amistad.
En Elgoibar (G) generalmente la semilla de alubias se compra aunque también se puede preparar en casa, sin embargo no se considera conveniente sembrar con la misma semilla un segundo o un tercer año, ya que al ser bastante delicada hay que cambiarla de sitio. Pasaba lo mismo que con el trigo y el maíz, si la semilla obtenida procedía de un caserío ubicado a mayor altitud la cosecha mejoraba notablemente.
En Beasain (G) se consideraba que la de trigo era conveniente renovarla cada dos años. La patata para siembra generalmente se compraba, al igual que en la actualidad.
En Abezia (A) a lo largo del tiempo las semillas iban perdiendo calidad y paliaban en parte el problema intercambiando simiente entre vecinos de distintos pueblos.
En Berganzo (A) la simiente unas veces se guardaba de un año para otro y otras se intercambiaba entre vecinos del pueblo o de pueblos próximos. Así por ejemplo, la patata se cambiaba con la de las vecinas localidades de Payueta, Peñacerrada y Montoria porque la calidad de la tierra en ellas era más propicia para este cultivo.
En el Valle de Leniz (G) para la siembra del trigo empleaban semilla de la cosecha anterior y cada tres años las cambiaban por otras adquiridas en Álava.
Selección de semillas
Obtención y conservación de semillas
Preparación de semillas para la siembra
Preparación de semilleros o sementeras
- ↑ El Arca de Misericordia es una institución fundada en el siglo XVI por Bernal Díaz de Luco, obispo de Calahorra, diócesis a la que pertenecía esta comarca, quien la implantó en toda su jurisdicción.