Caminos vecinales, auzobideak

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Los caminos vecinales y las sendas o caminos que conducen a las heredades o campos de trabajo agrícola tienen una estructura semejante en todas las localidades del mundo rural.

En Sara (L) recogió Barandiaran en los años 1940 una abundante y rica descripción de los distintos tipos de caminos. Transcribimos aquí las denominaciones y explicaciones que él proporciona de los caminos vinculados y relacionados con la actividad agrícola.

Comienza este autor por señalar que la voz bidea, camino, expresa el conducto o medio principal por el que se efectúan las comunicaciones y los transportes. A partir de ahí surgen muchos vocablos formados con el sufijo bide en función del destino o utilidad del camino.

Así orgabidea o caminos carretiles eran estrechos, su anchura apenas alcanzaba los dos metros. Su piso, groseramente allanado, era de tierra lisa en algunos sitios y de gruesos pedruscos en otros. En su mayoría convergían hacia las carreteras, a esto se debe sin duda que fueran también llamados bazterbidea, camino del contorno. Los caminos carretiles respondían a exigencias análogas a las carreteras; además, a las necesidades de transporte desde las tierras cultivadas y desde los helechales, ialekua, y bosques situados en zonas periféricas.

Bidexka u oinbidea eran otros caminos carretiles, a los que acompañaban a su lado sendas estrechas, cuyo piso era de tierra. Eran sendas tanto a través de terrenos de propiedad privada como en tierras comunales. Formaban una tupida red en toda la extensión del pueblo y servían para los mismos fines que los otros caminos. La existencia y el trazado de muchas obedecía a necesidades del trabajo agrícola y pastoril; y muy especialmente eran útiles muchas de ellas para comunicarse con los pastos, con las granjas pastoriles, ardiborda, y (antes, sobre todo) con los recintos destinados a ordeñar las ovejas, jeiztegia. Había también sendas que conducían a la frontera de Navarra: eran conductos o líneas de comunicación tendidas por el comercio de contrabando, es decir, por el tránsito de los contrabandistas.

Treinbidea era la pista para transporte de helecho, árgoma, heno, etc., sobre rastra hecha con ramaje de árbol. Lerabidea era el camino de leras o trineos.

Mandobidea (camino de mulos) eran los caminos de arrieros, de los que en Sara en los años 1940 quedaban pocos. En las montañas había algunos, practicados por el tránsito de los caballos y mulos que transportaban el carbón fabricado en los bosques. En la toponimia se conserva el término Mandabidea.

La travesía de los ríos se efectuaba de diversos modos. Donde la corriente de agua era generalmente caudalosa había puentes, zubiak, tanto para las personas como para el ganado y los carruajes. Donde no lo era, el tránsito se hacía a través del agua: una fila de piedras salientes o pasaderas, colocadas a conveniente distancia, pausuak, facilitaban en algunos sitios el paso de las personas a pie enjuto.

Donde las carreteras se cruzaban con los ríos había puentes de arco de piedra o de cemento. Algunos puentes de camino carretil eran también de arco de piedra, también varios de los destinados únicamente a los peatones y ganados sueltos. Donde las sendas se cruzaban con los ríos eran frecuentes puentes planos formados por una o dos lanchas de piedra. Otros puentes para peatones eran de madera: uno o dos troncos de árbol tendidos a menos de un metro sobre el río, y un palo que servía de pasamanos por el lado hacia donde descendía el agua.

En nuestras actuales investigaciones de campo se han aportado los siguientes nombres y descripciones de los caminos que conducen a las tierras de laboreo.

En las localidades de habla vasca son comunes los términos herri-bideak y auzobideak para los caminos vecinales que unen los barrios y las casas entre sí. Los caminos que conducían a las heredades y los campos participaban de los caminos mencionados y podían prolongarse con otros de menor entidad si la finca no se encontraba junto al camino. A continuación se mencionan algunas denominaciones recogidas.

Así en Bedarona (B) se ha consignado que hay caminos vecinales, herri-bideak, que comunican unos barrios con otros, cada caserío con sus tierras y el pueblo con la mar. También hay caminos particulares entre los caseríos que se conocen como auzobideak. Los caminos carretiles estrechos con piso de tierra que dan a los caminos, dentro de los montes bajos propiedad de un caserío, se llaman burdibideak. Otras denominaciones recogidas son: bidezidorrak, atajos; bidetxuak, los pequeños caminos a través de las heredades y pastizales para las labores agrícolas; y basobideak, los caminos para acceder a los bosques y los que hay dentro de ellos.

En Ajangiz y Ajuria (B) bidezijorra es el nombre que recibe el camino peatonal estrecho. El camino de firme más consistente y algo más amplio se denomina bidea. El más ancho, preparado para que puedan transitar los carros y más antiguamente los volantes, bolantiek, se denomina burdibidea. Los caminos vecinales son auzobideak. Kaminoa es el camino alquitranado.

En Abadiño (B) se han consignado las denominaciones de estartak para caminos carretiles y de galtzadak que eran las calzadas para los viandantes.

En Berastegi (G) señalan que el ayuntamiento ha construido caminos, pistak, de hormigón o de asfalto a todos los barrios, auzoak, de la villa.

En las localidades de habla castellana son comunes las denominaciones: caminos, sendas y pistas. También se mencionan los caminos de arriería y las vías pecuarias o cañadas utilizadas para la trashumancia, que hoy mayoritariamente están en desuso. En Viana (N) precisan que a partir del siglo XIX, muchos de estos caminos se perdieron y además, por intrusismo agrícola, se roturaron ilegalmente en numerosas ocasiones para abastecer la demanda de alimentos.

En Abezia, Berganzo, Bernedo, Ribera Alta, Treviño y La Puebla de Arganzón, Valderejo (A); Valle de Carranza (B); Aoiz, Valle de Elorz y Obanos (N), que entre otros pueblos han sido objeto de la concentración parcelaria, es común el señalar que como consecuencia de la misma, el trazado de los antiguos caminos que conducen a las heredades ha sido modificado, ensanchándose los caminos para que puedan circular los tractores y la maquinaria moderna. Estas nuevas vías se conocen precisamente con el nombre de caminos de parcelaria. En Obanos agregan que, además de la concentración parcelaria, ha incidido en la desaparición de las sendas y los antiguos caminos la construcción del nuevo Canal de Navarra. En Pipaón (A) los caminos a las fincas agrícolas tienen cada uno su nombre y hoy día están arreglados y ensanchados para el paso de los tractores. También en Moreda (A) indican que los caminos rurales, habilitados para ganados y carros, con la mecanización del campo se hicieron más anchos, similares a los de la parcelaria de otros lugares.

En Abezia (A) señalan que el camino permite el tránsito de carros mientras que la senda es peatonal o, como mucho, tiene espacio para que circule un burro o un caballo. Las sendas son más derechas, cortas y directas pero el trayecto tiene más dificultades. Hay también caminos vecinales que son los que se encuentran dentro del casco urbano. El callejón discurre en el núcleo, es más ancho que el camino. También hay, y muchas, callejas entre caseríos, además de sendas y caminos hacia el monte.

En Moreda (A) hay unos caminos estrechos conocidos como sendas, que se circunscriben a accesos de fincas situadas en monte bajo, generalmente sin cultivar. Los pasos de ríos son conocidos como pasadas; los caminos secundarios son ramales. En Bernedo (A) además de los caminos ordinarios, había otros de menor calibre en cada pueblo que permitían el acceso a las fincas y montes.

En Valderejo (A) disponían de caminos y senderos que comunicaban el Valle con las zonas periféricas. Asimismo había caminos que conectaban los pueblos con las fincas y con los montes colindantes. Los de las fincas desaparecieron en su mayor parte a partir de los años 1960 al haber convertido las fincas en herbales, a excepción de los de la población de Lalastra que los conservaron hasta finales del siglo XX, en que tuvo lugar la concentración parcelaria.

En Aoiz (N) las vías de comunicación primitivas fueron caminos antiguos, por ejemplo el que ponía en contacto el núcleo urbano con la ribera izquierda del río y el Valle de Lónguida. Otros conducían a los campos de la parte oeste del municipio o a un punto que desde el centro llevaba a las eras ubicadas en la parte norte. El Puente de Auzola, llamado por los agoiskos Puente de La Losa, permitía cruzar el río hacia los campos emplazados al este del municipio. También en los pueblos del Valle de Lónguida existieron y existen carretiles de tierra que llevaban hasta lugares donde había parcelas cultivadas. En el Valle de Arce el acceso a los campos de cultivo, casi siempre situados a las afueras del pueblo, se hacía desde la carretera general.

En el Valle de Améscoa (N) una red complicada de caminos vecinales daba acceso a los montes y a las piezas de cultivo y comunicaba a los pueblos entre sí. Además, un sinfín de sendas enlazaba los puertos con las majadas de los pastores y los caminos abiertos con puntos de referencia que orientaban a los carboneros en su caminar hacia el lantegui.

En Obanos (N) hoy apenas quedan sendas. Los caminos, con motivo de la concentración parcelaria y la construcción del nuevo Canal de Navarra, son de cemento. Los antiguos caminos prácticamente han desaparecido.

En San Martín de Unx (N), según el estudio de la toponimia[1], las vías de comunicación pueden clasificarse en tres clases: caminos y sendas, carreteras, y puentes. Los caminos y sendas vienen arreglándose desde comienzos de los años 1970.

En Valtierra (N) los caminos vecinales, sendas y pistas en la vega no han sido problemáticos, ya que todos estaban interesados en los accesos fáciles a sus tierras y al Ebro. Más complicados eran los de las Bardenas, cuando había que llegar con los animales, aperos e instrumentos para la roturación de tierras y después con los carros para los abonos, siembras y cosechas. Hoy día, con los tractores, remolques y maquinarias motorizadas, no hay mayores problemas y hasta los automóviles disponen de accesos fáciles y asfaltados a muchos puntos.

Mantenimiento

Podemos señalar con carácter general que del arreglo y mantenimiento de estos caminos se ocupaban los propios vecinos en régimen de trabajo vecinal que en euskera se conoce como auzolana. Ha sido una costumbre común a todas las localidades. En Améscoa (N) para esta prestación de trabajo personal de todos los vecinos en los arreglos de los caminos se ha recogido la denominación auzalan.

En los pueblos de Álava este trabajo se conoce como vereda. En todos los casos cada casa debía aportar al menos un hombre para realizar los trabajos y el ayuntamiento proporcionaba vino para acompañar el refrigerio que corría a cuenta de los trabajadores. En San Martín de Unx (N) señalan que hasta comienzos de los años 1970 fue costumbre que cada vecino pusiera a disposición del ayuntamiento un peón a concejal durante un día señalado, pagándole su sueldo, para que trabajara en los caminos del común a las órdenes del ayuntamiento.

En Argandoña (A) han aportado un testimonio sobre la transición de las veredas. A ellas solo acuden los vecinos interesados en arreglar caminos agrícolas, en limpiar ríos y acequias, en cortar maleza y árboles de zonas comunes, en la limpieza y entresaca del monte, etc. La consecuencia de la desidia de la mayoría de los vecinos es la desaparición de las veredas y la adjudicación de dichos trabajos a empresas particulares. En algunos pueblos se ha dejado de cuidar el monte porque ya no se llevan a cabo las suertes y corte de leña. Las ordenanzas antiguas sancionaban la ausencia a las juntas y a las veredas. Olvidadas dichas legislaciones populares, de nada sirve sancionar a los actuales vecinos que no cumplen con esas obligaciones morales. Por el contrario, lo que ahora se intenta es premiar a los que acuden a las veredas con una merienda o cena a cuenta del pueblo.

Mientras, la incorporación de habitantes en flamantes casas de nueva construcción actúa en detrimento de la vida concejil. Aumentan las necesidades principales de la localidad como el suministro de agua y de luz, las redes de saneamiento, los accesos a las viviendas, la urbanización de calles, etc. algunas de ellas difícilmente compatibles con las necesidades de los agricultores y ganaderos, por lo que surge de nuevo el conflicto entre las formas de vida del campo y de la ciudad.


 
  1. Francisco Javier ZUBIAUR. “Toponimia de San Martín de Unx (Navarra)” in CEEN, IX (1977) pp. 415-462.