Paisaje agrario de Gipuzkoa
El relieve y el clima de Gipuzkoa y de Bizkaia son similares, ambos territorios corresponden al área atlántica de Vasconia y por consiguiente el paisaje, las formas de asentamiento y los modos de vida se asemejan. Una diferencia a destacar es que la geografía gipuzkoana es notoriamente más accidentada, ya que las montañas y valles se suceden sin dar ocasión a la formación de llanuras. Únicamente encontramos depresiones de cierta entidad en determinados lugares del litoral y al pie de las sierras divisorias. Las cumbres más elevadas hacen de límite meridional con el territorio de Álava y son a la vez la divisoria de las aguas atlánticas y mediterráneas.
Los valles gipuzkoanos están orientados de sur a norte. El más largo es el del río Oria, que ocupa una posición central en el territorio. Además están el del Urola, el del Deba y otros más cortos: el del Urumea, el del Bidasoa y el del río Oiartzun.
La primera depresión a destacar es la de Beasain-Bergara, a continuación de la cual, recorrida por el río Errezil, se extiende otra a través de Azpeitia y Azkoitia hasta llegar a Zumaia. El sector costero o septentrional está formado por tierras bajas junto a los cursos fluviales, que constituye lo que se conoce como Beterri gipuzkoano de una orografía menos complicada que la de las tierras altas o Goierri.
Por consiguiente, la descripción del territorio se podría resumir señalando que lo conforman tres zonas: el Beterri o tierras bajas, constituido por el corredor del bajo Oria y Zarautz que se abre en Oiartzun. Una segunda zona más accidentada, alternando con corredores como los de Zumarraga, Legazpi, Beasain y Azpeitia, y la zona montañosa meridional donde como se ha señalado se alcanzan los picos más elevados. Tradicionalmente en Gipuzkoa se han podido distinguir siete comarcas: Donostialdea, Bidasoa, Deba Behea, Deba Garaia, Urola-Kosta, Goierri y Tolosaldea. El territorio cuenta con villas pobladas que constituyen los núcleos de las distintas comarcas.
La unidad de explotación agraria ha sido el caserío y aunque las dimensiones de sus tierras son variadas, la superficie media es de aproximadamente seis Ha, estando repartida entre heredades, huerta, prados y manzanal. La mayor parte de las explotaciones tienen una dimensión inferior a 5 ha (aproximadamente el 36 %), un porcentaje importante disponen de entre 5 y 10 ha (26 %), en tanto que las comprendidas entre 10 y 50 ha representan el 25 %, las que rebasan esta última cifra son el 13 %. Se alternan campos abiertos con campos cerrados, estos últimos sobre todo donde hay ganadería. En torno a los principales núcleos de población suelen encontrarse pequeños huertos dedicados al consumo familiar.
La zona rural está poco poblada con caseríos diseminados, forma de poblamiento que es común con Bizkaia, Lapurdi, Zuberoa, Nafarroa Beherea y el norte de Álava y de Navarra. El paisaje agrario tradicional en los valles y las partes medias de las laderas ha sido de poblamiento disperso y de cultivos abigarrados, en tanto que las zonas altas han estado dedicadas a pastizales y arbolado.
Teniendo en cuenta la orografía, Gipuzkoa es territorio de escasos recursos agrícolas y de extensión reducida. La agricultura se ha dado con dificultad al no existir apenas tierras llanas, que para cultivo se han ampliado a expensas de ganar terreno al bosque. En la zona costera, desde Hondarribia hasta Mutriku se da bien la actividad agrícola porque cuenta con tierras aptas para el cultivo, siendo de destacar junto a ella, la actividad pesquera de larga tradición. La ganadería es una actividad importante en el sector primario. Ello trajo consigo el que cultivos tradicionales como los cereales quedaran relegados hasta su desaparición en favor de praderas y cultivos forrajeros para alimentación del ganado bovino.
Los principales productos que se obtienen en el sector primario son: las plantas forrajeras para el abastecimiento del ganado, la patata, las hortalizas y el maíz. El viñedo ha estado muy concentrado en la zona de Getaria. Cultivo reciente es el de los invernaderos dedicados a hortalizas y flores.
En el orden de las plantas cultivadas el maíz ha tenido gran importancia. El trigo se sembró más en la zona montañosa porque la altitud beneficiaba su cultivo. El cultivo de la cebada ha sido prácticamente inexistente y algo de avena se ha cosechado en la zona de Errezil, Azkoitia, Altzo y Elgeta. Castaña se ha recogido en todo el territorio. Hay que destacar la importancia de los manzanales para la producción de la sidra, sobre todo en la zona oriental del territorio y luego el viñedo para la producción del txakoli.
Tradicionalmente la mayor parte de la superficie cultivada ha estado ocupada por cereales y leguminosas, destacando el maíz y la alubia. Le seguían los cultivos forrajeros, por este orden: nabo, remolacha y maíz forrajero. También hay una superficie destinada a patata y hortalizas. Hay importantes espacios ocupados por praderas y una parte por árboles frutales.
Los productos más rentables para el caserío han sido sobre todo las hortalizas seguidas de las frutas y por último, la patata. Estos productos se han vendido principalmente en los mercados de Donostia, Tolosa, Beasain, Arrasate, Azpeitia, Ordizia, Eibar, Bergara e Irun.
La ganadería es una actividad importante dentro del sector agrario habida cuenta de que los pastizales ocupan gran parte del territorio. La producción se traduce en carne y leche, principalmente proveniente del ganado bovino y en menor porcentaje de ovino y caprino. De un tiempo a esta parte se ha incrementado notablemente el destino de la leche a la fabricación de quesos y otros productos lácteos.
La escasez de la producción agrícola ha llevado a la búsqueda de especialización en otras producciones, singularmente en las derivadas del hierro. Han crecido los núcleos urbanos tanto en la costa como en el interior debido al importante incremento de la actividad industrial. Ello ha traído como consecuencia que los espacios rurales se hayan reducido y que el modo de vida sea mixto, compatibilizando en muchos casos la actividad agraria con la fabril.
Últimamente debido a la baja rentabilidad de la explotación agraria y de la dificultad de comercialización de los productos, muchos jóvenes se inclinaron por obtener trabajo en la industria lo que trajo como consecuencia un declive de la actividad agraria, y en todo caso se combinan ambas actividades. Los sectores secundario y terciario se han incrementado en detrimento del sector primario. Además, salvo en los valles, debido a la orografía no resulta fácil que los caseríos resulten rentables tanto desde el punto de vista agrícola como ganadero.