Rogativas de la Ascensión, Asentzio errogatibak
Las rogativas de la Ascensión o letanías menores, popularmente Asentzio errogatibak, tenían lugar los tres días que precedían a esta festividad, coincidente con el periodo de las siembras de primavera.
El punto de partida de la procesión de rogativa era la iglesia parroquial. Cada uno de los tres días la comitiva se dirigía a una ermita distinta. Estas generalmente estaban situadas en direcciones opuestas y en lugares alejados, casi extremos, del territorio de la parroquia. El hecho de que se acudiera siempre a las mismas ermitas y el que su recorrido fuera siempre el mismo obedecía, según parece, a la finalidad de cubrir simbólicamente y proteger el conjunto del territorio que habitaba y trabajaba la colectividad.
Los ritos durante su celebración han sido también similares. De víspera tenía lugar el repique de campanas de la parroquia anunciando la rogativa. Muy de mañana la procesión partía del pórtico parroquial e iba precedida por la cruz procesional llevada por uno de los hombres de la vecindad o por un monaguillo. A veces se portaban también pendones o estandartes de las cofradías o asociaciones religiosas de la parroquia. En cabeza de la comitiva iba el cabildo parroquial revestido con ornamentos de color morado en señal de penitencia; detrás caminaba el cabildo civil, el alcalde o su representante llevaba el chuzo, símbolo de la autoridad. Cerraban la marcha los hombres y las mujeres del vecindario. Al inicio de la procesión y hasta que se alejaba de la iglesia parroquial, se mantenía el repique de las campanas y durante el recorrido se rezaban en latín las letanías de los santos. Por esta razón, en algunas zonas a estas rogativas se les ha denominado popularmente letañiek. Llegada la procesión a la ermita, se daba una o tres vueltas alrededor de ella; a continuación, en su interior, se celebraba la misa.
Una práctica comúnmente vinculada a estas rogativas era la bendición de la sal y del agua. Esta era recogida por los asistentes para después, mezclada con la sal, ser arrojada en las huertas y sembrados como medio protector de las cosechas. Era también en este momento cuando el sacerdote procedía a la bendición de los campos desde el pórtico de la ermita.
En Sara (L) en los años 1940 las tres rogaciones que preceden a la fiesta de la Ascensión se hacían recorriendo diferentes zonas del territorio del pueblo. El primer día se tenía misa en la iglesia parroquial muy de mañana. La procesión iba en el mismo orden que en la rogativa de san Marcos. Subía al collado y ermita de San Ignacio cantando las letanías de los santos. Después volvía por los caminos vecinales hasta la ermita de Santa Cruz de Eltsospea. En este recorrido recitaban el rosario. Muchos echaban monedas al interior. El cura allí recitaba las oraciones y hacía las aspersiones y bendiciones. Después la procesión regresaba a la iglesia parroquial, de donde había partido.
La procesión de la segunda rogativa empezaba y se organizaba como la primera; pero esta vez se dirigía a Santa Catalina donde se cantaba la misa de rogativa. Después cantaban “Agur, agur santa Katalinari, Agur gure patroi onari” (Salve, salve, santa Catalina, salve a nuestra buena patrona). El cura hacía en el portal de la ermita el conjuro y la bendición de costumbre y la procesión regresaba a la parroquia. La ceremonia terminaba cuando la gente entraba en la iglesia cantando las letanías de los santos, mientras repicaban las campanas de la torre.
La tercera procesión de rogativa era la más larga: a la cruz de Irugurutzeta, sita en los confines de Sara y Zugarramurdi. Saliendo de la iglesia parroquial a las cinco y media de la mañana, cantando las letanías de los santos y diversos cánticos a la Virgen en vascuence. El cura recitaba una oración a la cruz y hacía la aspersión y la bendición acostumbradas, y el público entonaba un cántico a la cruz. De allí se iba a la ermita de Ihartzebehereko borda rezando el rosario; en la ermita, tras una oración a la cruz, el cura hacía el conjuro con las aspersiones y bendiciones. Se emprendía el regreso, mientras se cantaban diversos cánticos a la Virgen. Finalmente, se subía a la iglesia parroquial donde terminaba la rogativa.
Cada una de las casas que había en los recorridos de estas procesiones, alfombraba con flores y hierbas (juncos, colas de caballo, etc.) el trozo del camino (quince o veinte metros) contiguo o próximo a su portal.
En las parroquias de la comarca de Bernedo (A) se hacían las rogativas el lunes, martes y miércoles anteriores a la festividad de la Ascensión. Esta práctica se reflejaba en el dicho del niño que se disculpaba ante el maestro por su ausencia a la escuela:
- Lunes leta, martes leta, miércoles letón
- jueves la Ascensión;
- el viernes cernió mi madre
- y el sábado amasó mi madre
- y el domingo por ser domingo
- no pude venir, señor.
También en Abezia (A) celebraban las rogativas de la Ascensión. Por esta razón el niño decía como excusa para no ir a la escuela: “Lunes letanía, martes letanía, miércoles letanía, jueves la Ascensión, viernes hizo pan mi madre, sábado no pude venir, señor”. En Apodaka (A) y en Berganzo (A) se hacían las rogativas de la Ascensión cantando las letanías de los santos alrededor de la iglesia.
En Valderejo (A) las rogativas tenían lugar primeramente en cada pueblo y luego en los cuatro pueblos en conjunto. Se celebraban el lunes anterior a la Ascensión. El lugar donde finalizaba esta primera rogativa era la ermita de San Lorenzo. En las que realizaban los cuatro pueblos juntos se tomaba como punto de partida el pueblo de Villamardones, desde donde se partía en procesión, a cuya cabeza iba el sacerdote; en el recorrido se cantaban las letanías de los Santos.
En Bedarona (B) el lunes anterior a la Ascensión acudían en procesión de rogativa a la ermita de San Bartolomé, el martes a Ea a la ermita de Ntra. Señora de la Concepción, Talako Ama, y el miércoles a la ermita de Santiago en Ispaster. La víspera del día de la rogativa se tocaba la campana para anunciarla. La procesión salía después de misa. Un vecino llevaba la cruz parroquial, le seguían el cura revestido y detrás las asociaciones religiosas y el pueblo.
En Nabarniz (B) en las rogativas, errogatibek, de la Ascensión, la comitiva salía muy de mañana de la iglesia, donde se congregaban los vecinos, niños incluidos antes de ir a la escuela. En cada ocasión se acudía a una ermita distinta de la localidad: a la de Santiago en la cofradía de Lekerika, a la de San Miguel en la cofradía de Uribarri y a la de San Cristóbal en la cofradía de Ikazurieta. La procesión recorría el camino con gran devoción, cantando las letanías. Al llegar a la ermita hacían rezos en ella y se daba por finalizada la rogativa.
En Gautegiz Arteaga (B) en las rogativas de la Ascensión salían de la parroquia y acudían a las ermitas de San Antolín, Ntra. Sra. del Carmen de Zendokiz, San Lorenzo de Islas y San Bartolomé.
En Zeanuri (B) tenían lugar las rogativas, letañek, los tres días precedentes a la Ascensión en la misma iglesia recorriendo el pórtico perimetral cantando las letanías de los santos.
En Viana (N), en los tiempos cruciales para la agricultura cerealista, por el peligro de heladas, se celebraban las letanías. Clero, autoridades municipales y pueblo en general iban durante el mes de mayo y la víspera de la Ascensión a determinadas ermitas, algunas alejadas de la localidad, cantando las letanías y otras oraciones oficiales de la iglesia y celebraban en ellas la misa. Esta costumbre pervivió hasta casi mediados del siglo XX.
En Obanos (N) los tres días que precedían a la Ascensión se salía de la iglesia a las 6 de la mañana, convocando a la feligresía a toque de campanas media hora antes. El primer día se subía a San Guillermo, el segundo se acudía a la ermita de San Lorenzo y el tercero a la de San Salvador. Se regresaba a la parroquia después de la misa, cantando la letanía Lauretana y se terminaba cantando el Regina Coeli. A principios de los años 1960 todavía estaba vigente esta costumbre.
En el Valle de Arce (N) participaban en las rogativas de la Ascensión los pueblos colindantes: Urdíroz, Saragüeta y Lusarreta, de modo que el lunes se celebraban en el primero, el martes en el segundo y el miércoles en Lusarreta. Después de la misa el cura bendecía los campos y a continuación almorzaban todos juntos.
En Améscoa (N) las letanías de los tres días anteriores a la Ascensión eran muy concurridas. En el transcurso de la procesión se bendecían los campos y se conjuraban las tormentas.