Trasplante

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Hoy está de moda el poner olivos en jardines de casas de campo o chalets, incluso en los parques de las ciudades con el fin de ambientar y embellecer los espacios. De esta manera, olivos que en otros tiempos eran arrancados para sembrar en sus tierras cereal o plantar viñas, y cuya madera tenía otro aprovechamiento para leña de cocinas de fogón bajo o económicas, en la actualidad tienen una función ornamental. Por lo general, en este caso, se busca que sean olivos centenarios (de tres o cuatro siglos) para ostentarlos como si fuesen antigüedades de gran valor y belleza.

Según información recogida en Moreda de Álava (A), en primer lugar, a los olivos hay que darles una poda severa antes de arrancarlos. Con el serrucho se cortan sus ramas y se les deja muy poquita ropa, tan solo unos brotes o ramas en los muñones de los brazos.

La forma de arrancarlos es mediante pala de excavadora, mordiendo con el cazo alrededor del olivo, quitándole tierra. Luego se hinca bien el cazo por delante y se saca el olivo. Los olivos son de raíz muy somera, poco profunda, aunque extensa, y salen con facilidad.

Seguidamente, con una cincha se los ata alrededor del tronco y de sus brazos (ramas). La cincha se cruza por la base del tronco y subiendo por la parte central del árbol se sujeta a un diente del cazo de la pala. Esta tensa la cincha y levanta el árbol trasladándolo hasta la zona de carga. Allí un camión con pluma lo vuelve a atar con otra cincha y lo eleva hasta la cama del vehículo. Con otras cinchas o sogas cruzadas se asegura el olivo para su traslado hasta el nuevo lugar de plantación.

Previamente, para plantarlos, el dueño del jardín habrá horadado el suelo realizando un agujero que se ajuste al tamaño del cepellón y raíces del olivo a trasplantar. Algunos lo realizan a mano con un azadón y pala. Otros prefieren que se lo haga la máquina excavadora.

Depositado el olivo en el hueco socavado del jardín, es muy importante el taparlo y cubrir sus raíces con tierra, que se tacuña o pisa con el pie o un palo, con el fin de no dejar huecos ni bolsas de aire en el subsuelo. De esta manera se evita el aireamiento por ser muy perjudicial. Y a continuación, de vez en cuando, es conveniente el regarlo o echarle agua. Algunos le ponen un cerco de tierra alrededor con la finalidad de que el agua quede embalsada, logrando que la tierra se apriete más y que el agua no se desperdicie.

La orientación de los olivos arrancados de un sitio y trasplantados a otro lugar debe ser realizada, según las personas mayores, respetando la misma orientación que tenían en el lugar de origen. Si una determinada rama o brazo estaban mirando hacia el norte, se deben poner con la misma orientación en el lugar de destino. Y, por supuesto, el lugar elegido debe estar sometido a unas condiciones climáticas semejantes a las que tuvo en su lugar de procedencia.