Diferencia entre revisiones de «MOBILIARIO AGRICOLA TRADICIONAL»

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Hasta los primeros años del siglo XX, el utillaje agrícola no experimentó cambios importantes: las layas, los arados, las rastras, las hoces, las guadañas y los trillos eran los útiles imprescindibles para los trabajos agrícolas.
 
Hasta los primeros años del siglo XX, el utillaje agrícola no experimentó cambios importantes: las layas, los arados, las rastras, las hoces, las guadañas y los trillos eran los útiles imprescindibles para los trabajos agrícolas.
  
El proceso modernizador fue lento hasta mediado el siglo XX. La mecanización del campo comenzó a manifestarse en mayor medida en la vertiente mediterránea de Vasconia<ref>La información referida al mobiliario agrícola tradicional recogida en este capítulo se complementa con la descrita en otro capítulo de esta misma obra, el dedicado a la mecanización. También hay que tener en cuenta que descripciones de maquinaria moderna que en las respectivas labores ha ido sustituyendo a la antigua se encuentra en los capítulos dedicados a la hierba y los forrajes, el cultivo del olivo y de la vid, y la producción de aceite y vino.</ref>. Aún así, en algunas localidades se ha constatado que en pequeñas heredades o con pendientes inclinadas seguía siendo más práctico utilizar layas que el arado porque al menor descuido, este se salía del terreno (Obanos-N). Por el contrario, este proceso se ve dificultado en la zona oceánica donde los valles estrechos y los terrenos en pendiente hacen que la introducción de aperos más sofisticados o de máquinas no sea rentable y en algunos casos imposible.
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El proceso modernizador fue lento hasta mediado el siglo XX. [[LA_MECANIZACION_DE_LA_AGRICULTURA|La mecanización]] del campo comenzó a manifestarse en mayor medida en la vertiente mediterránea de Vasconia. Aún así, en algunas localidades se ha constatado que en pequeñas heredades o con pendientes inclinadas seguía siendo más práctico utilizar layas que el arado porque al menor descuido, este se salía del terreno (Obanos-N). Por el contrario, este proceso se ve dificultado en la zona oceánica donde los valles estrechos y los terrenos en pendiente hacen que la introducción de aperos más sofisticados o de máquinas no sea rentable y en algunos casos imposible.
  
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La mecanización gradual, a partir del último cuarto del siglo XX, supone un paso adelante en la modernización del parque agrícola y en la adaptación y renovación de la industria agropecuaria. Debido a este proceso los actuales agricultores se ven obligados a mejorar su maquinaria de forma continuada y a desembarazarse de los aperos tradicionales usados por sus padres y abuelos. Estos aperos, en el mejor de los casos, acaban adornando los muros de la casa y su jardín delantero o terminan en un museo etnográfico.
 
La mecanización gradual, a partir del último cuarto del siglo XX, supone un paso adelante en la modernización del parque agrícola y en la adaptación y renovación de la industria agropecuaria. Debido a este proceso los actuales agricultores se ven obligados a mejorar su maquinaria de forma continuada y a desembarazarse de los aperos tradicionales usados por sus padres y abuelos. Estos aperos, en el mejor de los casos, acaban adornando los muros de la casa y su jardín delantero o terminan en un museo etnográfico.
  
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El mobiliario agrícola, tal como ha sido recogido en nuestras encuestas es, en gran parte, anterior a la mecanización del campo. Todavía se siguen utilizando algunos de estos aperos tradicionales y su conjunto ofrece una amplia tipología. Muchos de ellos eran fabricados por los herreros y los carpinteros locales. En este capítulo iremos describiendo los tipos utilizados antiguamente señalando sus nombres, sus formas y sus funciones. Respecto de los nombres hay que señalar que frecuentemente son locales, pudiendo variar incluso de un barrio a otro dentro del mismo pueblo. Al finalizar el capítulo aludiremos a las nuevas máquinas que han ido sustituyendo a través del tiempo a estos aperos tradicionales.
 
El mobiliario agrícola, tal como ha sido recogido en nuestras encuestas es, en gran parte, anterior a la mecanización del campo. Todavía se siguen utilizando algunos de estos aperos tradicionales y su conjunto ofrece una amplia tipología. Muchos de ellos eran fabricados por los herreros y los carpinteros locales. En este capítulo iremos describiendo los tipos utilizados antiguamente señalando sus nombres, sus formas y sus funciones. Respecto de los nombres hay que señalar que frecuentemente son locales, pudiendo variar incluso de un barrio a otro dentro del mismo pueblo. Al finalizar el capítulo aludiremos a las nuevas máquinas que han ido sustituyendo a través del tiempo a estos aperos tradicionales.
  
 
Para la correcta comprensión de la función que han desempeñado las herramientas y aperos descritos en este capítulo hay que remitirse al conjunto de la obra.
 
Para la correcta comprensión de la función que han desempeñado las herramientas y aperos descritos en este capítulo hay que remitirse al conjunto de la obra.
 
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Revisión actual del 13:48 24 abr 2020

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Hasta los primeros años del siglo XX, el utillaje agrícola no experimentó cambios importantes: las layas, los arados, las rastras, las hoces, las guadañas y los trillos eran los útiles imprescindibles para los trabajos agrícolas.

El proceso modernizador fue lento hasta mediado el siglo XX. La mecanización del campo comenzó a manifestarse en mayor medida en la vertiente mediterránea de Vasconia. Aún así, en algunas localidades se ha constatado que en pequeñas heredades o con pendientes inclinadas seguía siendo más práctico utilizar layas que el arado porque al menor descuido, este se salía del terreno (Obanos-N). Por el contrario, este proceso se ve dificultado en la zona oceánica donde los valles estrechos y los terrenos en pendiente hacen que la introducción de aperos más sofisticados o de máquinas no sea rentable y en algunos casos imposible.

La mecanización gradual, a partir del último cuarto del siglo XX, supone un paso adelante en la modernización del parque agrícola y en la adaptación y renovación de la industria agropecuaria. Debido a este proceso los actuales agricultores se ven obligados a mejorar su maquinaria de forma continuada y a desembarazarse de los aperos tradicionales usados por sus padres y abuelos. Estos aperos, en el mejor de los casos, acaban adornando los muros de la casa y su jardín delantero o terminan en un museo etnográfico.

El mobiliario agrícola, tal como ha sido recogido en nuestras encuestas es, en gran parte, anterior a la mecanización del campo. Todavía se siguen utilizando algunos de estos aperos tradicionales y su conjunto ofrece una amplia tipología. Muchos de ellos eran fabricados por los herreros y los carpinteros locales. En este capítulo iremos describiendo los tipos utilizados antiguamente señalando sus nombres, sus formas y sus funciones. Respecto de los nombres hay que señalar que frecuentemente son locales, pudiendo variar incluso de un barrio a otro dentro del mismo pueblo. Al finalizar el capítulo aludiremos a las nuevas máquinas que han ido sustituyendo a través del tiempo a estos aperos tradicionales.

Para la correcta comprensión de la función que han desempeñado las herramientas y aperos descritos en este capítulo hay que remitirse al conjunto de la obra.