XIV. MANO DE OBRA Y FUERZA EMPLEADA EN LA AGRICULTURA
En Abadiño (B) señalan que la mayor parte de las herramientas se utilizaban de forma manual: igitaia, la hoz; eskuarea, el rastrillo; sardea, el bieldo; atxurra, la azada; korainea, la guadaña; laia, la laya..., pero había máquinas y fuerza animal que ayudaban en este esfuerzo.
En Améscoa (N) se ha consignado que a principios del siglo XX la mayor parte de la energía empleada en la agricultura era humana, pues incluso en las labores que se servían de animales, era necesario un esfuerzo humano complementario. El esfuerzo que el hombre desarrollaba en el manejo de los aperos era considerable y el que exigían la azada y la hoz era penoso y durísimo.
En las investigaciones de campo también aparecen mencionadas la energía hidráulica utilizada para mover molinos (Treviño, La Puebla de Arganzón y Berganzo-A; Hondarribia-G), las bombas para extraer el agua de los pozos y la energía eléctrica para las ordeñadoras mecánicas, estas últimas introducidas en los años setenta del siglo XX.
En primer lugar describiremos la fuerza humana empleada en las labores agrícolas, con un apartado específico para los obreros contratados temporalmente, y a continuación las prendas que se utilizan para trabajar en dichas faenas. La segunda parte está específicamente dedicada a la fuerza animal.