Betizu

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En la vertiente atlántica destacan los animales de monte conocidos como betizu, si bien, debido quizá a su precaria situación han sido mencionados en un escaso número de encuestas. Los informantes utilizan otras designaciones para referirse a los animales montesinos por lo que no se puede precisar con total seguridad que se estén refiriendo a los betizus.

En Ezkio (G) había ejemplares de betizu. Se encontraban en las campas del monte Izazpi. Según un informante desaparecieron del lugar a mediados de la década de los sesenta, cuando se extendieron las plantaciones de pinos y muchos terrenos se cerraron y los pastos quedaron muy reducidos.

En Oñati (G) las vacas que vivían permanentemente en el monte eran de raza betizu o baso-bei y también montxinas, resultantes de un cruce entre el ganado de meseta y de montaña. En un principio las vacas de esta localidad eran pirenaicas, pero más tarde llegó la pardoalpina, llamada aquí suiza, que se adaptó muy bien a los terrenos de la zona. También se introdujeron la charolesa, la blonda y la limusina para carne y la frisona para producir leche.

En Belatxikieta (B) las razas de vacas eran suiza o baltza, apropiadas para los trabajos y nabarrak con pintas, que resultaban débiles para trabajar. En el monte se tenían sueltas las llamadas basabei, que podían resultar peligrosas llegando a atacar a las personas si se les acercaban cuando tenían crías.

En Zeanuri (B) tenían vacas de monte, basabeiak, que en la zona de Gorbea se denominan erribei y que se caracterizan por tener el morro de color rojizo. En cada casa había además dos vacas de raza suiza para yugo y dos pintas de raza holandesa para leche.

En Abadiano (B) antaño las razas más frecuentes eran las vacas de monte, suizas, asturianas, turankoak o tudancas y pintas u holandesas.

La referencia más meridional para esta raza corresponde a Aoiz (N). En esta población navarra se crían vacas de raza suiza para obtener leche y terneros. Quienes se dedican a la explotación de ganado vacuno recurren a la raza pirenaica o de la tierra para producir carne y terneros; sin embargo, últimamente se está introduciendo la raza blonda. Incluso existe una asociación de ganaderos criadores de ésta. En la Sierra de Zariquieta crecen vacas salvajes de tamaño pequeño, protegidas por el Gobierno de Navarra, denominadas betizus.

Relacionados con la raza betizu, según algunos autores, se encuentran los toros bravos de casta navarra y entre ellos los carriquirris. Estos toros, que se encontraban en su mayoría en la ribera del Ebro, eran pequeños y ágiles, con la capa de color castaño, retinto, melocotón o colorado encendido[1].

Un caso típico lo tenemos en Sangüesa (N) donde desde tiempos inmemoriales (los primeros testimonios escritos datan del siglo XVI), se celebraron espectáculos taurinos en días señalados. El ganado de lidia procedía de las ganaderías concejiles y de los particulares. Pastaban en el término municipal y su principal finalidad era el abastecimiento de carne, pero había animales de agresividad innata que, previamente elegidos en la prueba, se corrían y sacrificaban en corridas y novilladas. Se les llamaba toros del país. A veces incluso se enviaban para ser corridos en otras partes, por ejemplo a Aoiz, en los siglos XVII y XVIII. Todavía a finales del siglo XIX, ya desaparecida la ganadería municipal, se seguían comprando los toros y novillos para las fiestas de los corraleros locales. En menos ocasiones se traían de Ejea de los Caballeros (Zaragoza) y de la Ribera de Navarra. A principios de siglo XX aún se solía contratar ganado local para lidia[2]. Ya avanzado el siglo XX se traían toros y vacas de las ganaderías navarras, principalmente de las de Zalduendo (Caparroso), de Alaiza (Tudela), de Pérez de Laborda (Tudela) y de la aragonesa de Ripamillán (Ejea de los Caballeros).


 
  1. Mariano GÓMEZ. Euskal Herriko bertako arrazak. Katalogo etnologikoa. Razas autóctonas vascas. Catálogo etnológico. Vitoria, 1997, p. 9.
  2. Archivo Municipal de Sangüesa.