Yeguas, burros y mulos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Entre las yeguas criadas en el monte en libertad destaca en el área de influencia atlántica la raza pottoka. En algunos montes se crió y se cría en estado puro y en otros se ha cruzado con diversas razas con el propósito de mejorar sus características lo que a veces ha supuesto su desaparición como tal raza o al menos una importante transformación.

En Berastegi (G) los caballos eran autóctonos, de raza pottoka, llamada también moxala. Se criaba además algún percherón. En Elgoibar (G) se crían y se sueltan los pottokas a los montes más altos. En Araia (A) la composición racial del ganado caballar es bastante homogénea y está formada por caballos de monte y pottokas.

En Sara (L) este ganado se designaba con el nombre de aberea. Se criaban dos razas, la llamada con los nombres de potoka y larre-potoka, caballo de monte, y la denominada gobernamenduko zaldia, caballo de gobierno. La primera era indígena, de pequeña talla, resistente en el trabajo y bien adaptada al clima por lo que casi todos sus ejemplares se mantenían en el monte en estado semisalvaje. La otra era grande y se alimentaba en el establo y en los prados bajos[1].

En Arraioz (N) se han criado yeguas y caballos de raza pottoka que es la autóctona del Baztan. Se trata de animales de 1,30 a 1,40 m de alzada y de unos 350 kg de peso. También la llamada burguete, de 1,80 a 1,90 m y de 500 a 700 kg. Y poni, de 1 m aproximadamente de altura. Esta última no era una raza propia del Baztan, apareció en el valle hacia los años 1970-75.

En Zeanuri (B) recuerdan que sus caballos eran del estilo del pottoka, pero estaban mezclados.

En los montes de Triano (B) también ha habido ganado equino monchino perteneciente a la raza pottoka. Pero quedan escasos ejemplares debido a la introducción del caballo francés para el trabajo de las minas y de la raza santanderina. Las yeguas pottokas siempre se han criado en estos montes y se han vendido entre los vecinos. Son animales de escasa alzada, entre 1,20 y 1,30 m como mucho, con abundante pelo y crin y cola largas.

En Carranza (B) antaño los caballos eran de tamaño medio-pequeño, de capa generalmente negra, negra con matices rojizos, castaña y rara vez blanca (los caballos pintos se han comenzado a ver más recientemente), poseían patas cortas, cabeza relativamente grande con relación al cuerpo, tripa abultada y crin y cola largas[2]. A partir de los años treinta, algunos ganaderos como los del barrio de la Calera, aprovechando la parada de caballos establecida en el Valle, iniciaron el proceso de mejora de la raza. El mismo se ha ido llevando a cabo cruzando las yeguas «del país» con caballos navarros (en algunas manadas con sementales burguetanos), de manifiesta aptitud cárnica, obteniendo así ejemplares de mayores dimensiones y mejor proporcionados que los tradicionales. Son estos vecinos de la Calera, donde mayor tradición existe en la cría de caballos, quienes aseguran que los animales que ellos explotan son algo mayores que los de otros barrios carranzanos donde han mantenido los caballos «de toda la vida», conocidos como monchinos. En cuanto a las yeguas utilizadas como montura por los ganaderos que poseen animales en el monte, en la mayoría de los casos proceden del cruce entre yeguas del país y caballos de raza árabe o española. Los animales utilizados para tiro, no muy frecuentes en Carranza, han sido generalmente percherones.

En Oñati (G) el caballo autóctono era el llamado pottoka, que con el tiempo se ha ido mejorando mediante cruces con el caballo de Burguete, que a su vez era traído de Francia.

Pottokas en Larraitz, Abaltzisketa (G), 1982. Fuente: Antxon Aguirre, Grupos Etniker Euskalerria.

En Hondarribia (G) son mezcla de pottoka con percherón por lo que son más altos que los primeros pero menos grandes y anchos que los segundos.

En Agurain (A) a principios del siglo XX la mayoría del ganado caballar era de raza pottoka. Después se mezcló con sementales de razas de carne o tiro: bretón, comtois, cob, percherón y ardanés. Los ejemplares actuales son el resultado de tales mezclas, siendo mayores en alzada y peso. La consecuencia negativa ha sido la desaparición como tal de la raza original pottoka.

El pottoka o póney vasconavarro también recibe las denominaciones de jaca navarra y jaca pamplonesa. Se criaba en todas las zonas de montaña de Navarra desde el Valle de Aezkoa hasta el Valle de Lana. Hoy en día se encuentra muy mejorada en el territorio navarro ya que ha sufrido gran influencia por mestizaje con el postier bretón. Aun así en las sierras de Urbasa, Andia y Aralar se encuentra en estado puro[3].

Otra raza de origen navarro ha sido el caballo de Burguete (ver apéndice al final de este apartado), ya citado en párrafos anteriores, unas veces criado en pureza (Arraioz-N) y otras utilizado como semental para mejorar las razas locales (Carranza-B; Oñati-G). Su cría se ha constatado entre otras poblaciones en Izal (N) y Moreda (A).

En Larraun (N) el ganado caballar que se suele criar en el monte es de raza burguete, considerado fuerte.

En Roncal (N) había pocos caballos. En la actualidad se explotan yeguas de razas burguete, bretón y percherón.

En Sangüesa (N) había caballos percherones y de Burguete, estos últimos más finos. Se distinguen tres razas: el bretón, de anca partida, mucho peso, alazán o de color rojo y de color castaño, utilizado para trabajo y tiro; el de Burguete, de menor tamaño que el anterior; y el de raza española, que era escaso y se utilizaba para tirar de pequeñas tartanas y diligencias y para montar. Actualmente existe algún caballo para esta última finalidad.

En Lezaun (N) los sementales se compraban de raza burguete. Las yeguas que se utilizaban eran las nacidas en casa o las que se traían de la feria de Santa Lucía de Zumarraga, a las que llamaban villarrealas. En la actualidad se mantiene la misma raza que en tiempos pasados pero es de mayor porte. Ya no se traen las pequeñas villarrealas.

En Araia (A) se ha citado con anterioridad la existencia de caballos de monte, en un apéndice al final del apartado se describe este animal, el conocido como caballo de monte alavés.

Los animales citados en la siguiente población alavesa también coinciden con las características de esta última raza, aunque los informantes no hayan precisado el nombre por el que la conocían. En Arluzea las yeguas eran de estampa fina y se usaban como montura, para el transporte de cargas ligeras y el tiro en labores de rastreo, trilla y auxilio a los bueyes. Esta raza fue perdiéndose tras la introducción de caballos percherones y de los híbridos entre ambas. El abandono del uso como montura pudo influir también en su desaparición, a pesar de la estima con la que gozaba para tirar del trillo. El consumo de carne tampoco estaba bien considerado; se decía que los ejemplares viejos se vendían para alimentar a las fieras de los circos.

También ha tenido una cierta importancia el caballo percherón, que ya se ha citado antes varias veces, debido a sus cualidades como animal de tiro (Apodaca, Valdegovía-A; Belatxikieta, Carranza-B; Berastegi-G; Roncal, Sangüesa-N).

En Berganzo (A) las yeguas eran percheronas, pero se utilizaban por capricho para pasear y no para las tareas agrícolas ni ganaderas; también las había losinas, que eran de monte, y charolesas y terreñas.

El caballo de Losa mencionado es una raza similar al pottoka. Se realiza una somera descripción de él en el apéndice dedicado al pottoka.

En la Cuenca de Pamplona se utilizaban unas yeguas especialmente aptas para la montura llamadas yeguas losinas, por estar su origen en la provincia de Burgos, muy útiles para desplazarse por los precarios caminos de tiempos pasados[4].

En Eugi (N) hay dos tipos de yeguas: larrebeorra, que es pequeña, no necesita de grandes cuidados, es rápida para andar por el monte y también se ha empleado para trabajar en el campo y para carne; yegua alazana, que es más ancha, tiene grandes huesos, necesita muchos cuidados y se empleaba para llevar carros.

En Ultzama (N) las yeguas eran de tres tipos: yegua parda, beor nabarra, que era muy pequeña; oianeko beorra, de tamaño medio, que debe su nombre a que se criaba bien en el monte; y de trabajo, que era traída de fuera por los tratantes. Ésta se empleaba muy poco ya que cuando se necesitaba una yegua para trabajar se capturaba una de monte.

Los burros tuvieron gran importancia en tiempos pasados, pero la progresiva mecanización del campo los ha ido arrinconando hasta hacerlos desaparecer en amplias áreas del territorio estudiado. Hoy sólo tienen alguna utilidad en terrenos dificultosos por los que no pueden desplazarse los tractores o en pequeñas explotaciones que, bien por la edad de sus dueños o por otras circunstancias, ya no aspiran a crecer más. Los informantes desconocen en general las razas de burros que han criado.

Burro adulto. Carranza (B), 1998. Fuente: Miguel Sabino Díaz, Grupos Etniker Euskalerria.

La situación de regresión de este animal conlleva su riesgo de desaparición. Por esta razón, se organizan asociaciones que tratan de preservarlo, criándolo sin otra finalidad que la de su supervivencia como especie, tal como ocurre con el llamado en la actualidad burro de las Encartaciones.

En Carranza (B) los informantes distinguen tres clases de burros. Unos que se caracterizan por tener la capa de color ceniza con una franja negra que recorría el espinazo y dos más a ambos lados de las extremidades delanteras. Otros de pelaje uniformemente negro a excepción del morro que lo tenían blanco. Eran los más abundantes. Y los terceros de capa cana, esto es, de un gris blanquecino o casi blanco. Estos últimos eran los más difíciles de tratar.

En Fruiz (B) el asno que se criaba era de color marrón, del tipo de los que ahora se conocen como de las Encartaciones.

En Valdegovía (A) existían burros de una sola clase y eran más bien pequeños, salvo en algún puesto de sementales en que los había más grandes para cubrir las yeguas y obtener las llamadas mulas burrinas.

El híbrido resultante del cruce de un asno con una yegua se denomina mulo o mula y el de un caballo con una mula burdégano o macho romo.

En Bernagoitia (B) al híbrido de caballo y burra le denominan mulo o mula y también burreño, y la combinación inversa de yegua con burro igualmente burreño. En Carranza (B) el animal que resulta de cruzar una yegua con un burro es lo que propiamente se llama mulo o mula, según su sexo. Sin embargo, el que se obtiene de mezclar un caballo con una burra recibe el nombre de muleto o muleta. Al último híbrido también se le llama en esta localidad burreño y al mulo, macho.

El mulo, animal que hereda de la yegua su alzada y porte y del asno su rusticidad, sobriedad y fuerza, fue muy valorado en tiempos pasados. Su uso estuvo más extendido en la vertiente mediterránea que en la atlántica.

Un informante de Bernagoitia (B) señala que este tipo de cruzamientos eran difíciles y, a modo de ejemplo, aduce que para el apareamiento del caballo con una burra había que realizar las operaciones preparatorias con una yegua porque de lo contrario no funcionaba.

En Sangüesa (N) los mulos provenían del cruce entre yeguas bretonas o de Burguete con burros catalanes o zamoranos, o de burras y caballos de estas mismas razas. Algunos ejemplares se traían de Francia.

En Berganzo (A) al referirse al ganado mular hablan de percherones.


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. «Bosquejo etnográfico de Sara (II)» in AEF, XVIII (1961) p. 140.
  2. Se trata de pottokas, aunque esta denominación es desconocida por la gente.
  3. Luis de la TORRE; M.ª Dolores DÍAZ; Carmen URSUA. Enciclopedia de Navarra. Ganadería. Temática IV. Pamplona, 1987, pp. 111-114.
  4. Jenaro IRAIZOZ. «La Cuenca» in Navarra. Temas de Cultura Popular. Nº 123 (1971) p. 13.