Establos y corrales
En algunos lugares la bendición de establos aparece vinculada a los ritos que tenían lugar en la iglesia el Sábado de Pascua.
En Astigarraga (G) el agua bendecida el Sábado Santo se vertía en una gran pila de la iglesia. Los chicos del pueblo llenaban en ella las botellas y repartían el agua bendita por las casas a cambio de una propina; las mujeres de los caseríos llevaban esta agua personalmente a casa para utilizarla en caso de necesidad tanto con personas como con animales.
En Baquedano-Las Améscoas (N) el día de Sábado Santo el sacristán recorría todos los corrales del pueblo portando un librito y el agua recién bendecida en la función litúrgica del día. En el libro leía los exorcismos y con el agua bendecida rociaba los animales del corral[1].
En Artaza-Las Améscoas (N) el día de Sábado Santo, iban los monaguillos por todas las casas llevando agua bendecida en la función religiosa de la mañana. Las mujeres se cuidaban muy mucho de que no quedara ni un rincón de la cuadra o de la pocilga sin ser rociada con el agua bendita; obsequiaban a los niños huevos, chorizo y tocino para una merienda[2].
En Mélida (N) bendecían los establos en Pascua; ese día bandeaban las campanas de la iglesia y la gente iba con jarras de agua para que las bendijera el cura. Volvían a las casas; cogían con la mano el agua y bendecían toda la casa incluidas las cuadras diciendo: «Entre Dios, salga el demonio».
También en Allo (N) las cuadras eran rociadas con el agua bendecida el Sábado de Resurrección: las mujeres y los chicos recogían esta agua de la gran pila de la iglesia. Esto mismo se acostumbraba a hacer en Orbaitzeta (N); en Amezketa (G); en Apodaca y en Tierra Ayala (A).
En Valderejo (A) tanto los establos como los animales en él alojados eran bendecidos con agua bendita preventivamente todos los años y ocasionalmente si se presentaba una enfermedad concreta. Estas prácticas que antaño eran generales han desaparecido a partir de los años setenta. Se hacen puntualmente a requerimiento de personas de avanzada edad.
En el Valle de Aramaio (A) en caso de enfermedad o peste del ganado, llamaban a un sacerdote para bendecirlo.
En Urduliz (B), el agua bendita se traía de la iglesia el día de San Antonio de Padua, 13 de junio, y el baserritarra mismo bendecía tanto el ganado como la cuadra. También en Belatxikieta-Amorebieta, Bernagoitia y en las Encartaciones (B) bendecían los establos.
En muchos lugares se solía solicitar al sacerdote que bendijera los establos y los animales. En Zeanuri (B) los sacerdotes bendecían las cuadras con ocasión de la bendición de los campos que tenía lugar en mayo.
En Zamudio (B) antaño la bendición de las cuadras tenía lugar a finales de junio; antes de la siega del trigo se bendecían conjuntamente mieses y cuadras.
En Elosua (G) se avisaba al sacerdote que acudía a bendecir la cuadra o los animales si el ganado estaba enfermo. Cuando se vendía un ternero le rociaban con agua bendita al salir de casa. En Ezkio (G) antaño cuando vendían una vaca le hacían una cruz en el lomo al sacarla de la cuadra.
En Elgoibar (G) hasta los años sesenta se bendecían todos los años las cuadras y los animales cuando tenían lugar las rogativas de la Ascensión. El sacerdote pasaba de caserío en caserío con el sacristán, procedía a la bendición del establo, de los animales, de los terrenos y de los campos; luego les hacía entrega de un trozo de vela que se encendía cuando arreciaban las tormentas.
En Beasain (G) cuando el sacerdote iba a los caseríos a bendecir los campos, konjuroak egitea, se le pedía que bendijera también el establo.
En Getaria (G) la bendición de establos y animales solía tener lugar generalmente después de Pascua de Resurrección, hacia el día de San Antonio de Padua y San Juan; recompensaban al sacerdote con unos pollos. En Hondarribia (G) antaño bendecían los establos anualmente. Hoy en día es costumbre ya perdida.
En Segura (G) en la ermita de Santa Engracia, en su festividad del 16 de abril, se bendice grano para los animales y agua con la que se asperjan los establos. En Amezketa (G) emplean para la aspersión de las cuadras el agua bendecida en Sábado Santo[3].
En Larraun (N) el sacerdote solía visitar cada casa por el Domingo de Ramos, bendiciendo cada establo, ekuillua. Los informantes recuerdan que hasta los años cuarenta se bendecían tanto los animales como los establos con la imagen de San Miguel de Aralar. Cuando el sacerdote pasaba con la imagen del ángel por delante de cada casa, sus puertas eran abiertas de par en par «como muestra de respeto».
En Astigarraga (G) si se construía un establo nuevo o se reformaba uno viejo se avisaba al cura para que lo bendijera. Igual costumbre se registra en Elgoibar (G), en Amorebieta-Etxano y en Zeanuri (B). En Urzainki (N) el sacerdote acudía a bendecir los corrales reconstruidos.
En Izurdiaga (N) el sacerdote bendice el establo cuando muere un ganado con el fin de que se aleje la mala suerte.
- ↑ Luciano LAPUENTE. Las Améscoas. Estudio Histórico-Etnográfico. S.l., 1990, pp. 251-252.
- ↑ Luciano LAPUENTE. Las Améscoas. Estudio Histórico-Etnográfico. S.l., 1990, p. 134.
- ↑ Antxon AGUIRRE SORONDO. «Algunas notas sobre veterinaria popular» in Sobre cultura pastoril. Sorzano (La Rioja), 1991, p. 25.