Bizkaia

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En Bizkaia ha habido un claro predominio de las ovejas entre los ganados que se subían a los pastos altos pero también ha tenido una considerable importancia el vacuno y caballar y algo menos el caprino. En algunas poblaciones los cerdos se soltaban a las zonas de monte durante el otoño para que aprovechasen los frutos de robles, encinas, castaños y hayas y, cuando se trataba de pastores que permanecían junto a sus rebaños y elaboraban el queso en las chabolas ubicadas en altura, para que aprovechasen el suero.

El área del Gorbea se ha caracterizado porque el pastor vivía en el monte junto a su rebaño durante el periodo que éste permanecía en el mismo, alojándose en chabolas de piedra.

En Zeanuri antiguamente las ovejas se echaban al monte por Santa Cruz, hacia el tres o cuatro de mayo y permanecían en él hasta que nevara o si el tiempo era bueno hasta diciembre. Con las cabras se seguía la misma pauta, al igual que con las vacas, que se echaban más o menos en la misma fecha que las ovejas pero se volvían a casa un mes antes, si el tiempo lo permitía. Los cerdos subían al monte con las ovejas y permanecían en los altos hasta comienzos del mes de agosto que era cuando finalizaba su periodo de ordeño.

En Orozko ha habido rebaños de cabras y aunque los pastores de ovejas ocasionalmente criaban algunas, los que se dedicaban a ellas lo hacían en exclusiva, no siendo usual que tuvieran rebaños de ambos animales. Hoy en día es más habitual que el pastor de ovejas posea además algunas vacas de monte, yeguas y también cabras, basabeiak, beorrak eta auntzak. Hasta mediados de siglo lo normal era que los grandes propietarios fuesen dueños de yeguas, que en la mayor parte de las casas hubiese rebaños de ovejas y que las familias de economía más alcanzada pastorearan cabras.

Yeguas en Gorbea, Zeanuri (B), 1988. Fuente: Ander Manterola, Grupos Etniker Euskalerria.

En el resto del territorio vizcaino la estancia del pastor se limitaba al ordeño diario mientras durase la producción de leche y a la vigilancia ocasional una vez finalizada ésta. Así ha ocurrido en las Encartaciones.

En el área de Abanto, Galdames, Muskiz y Zierbena se llevan a los pastos altos vacas de monte, denominadas popularmente monchinas, caballos, yeguas y ovejas. Estas últimas se suben durante la primavera y el verano. Con tiempo frío pacen en zonas bajas próximas a los núcleos de población permaneciendo en prados particulares y en muchas ocasiones parcialmente estabuladas. Antiguamente los cerdos se llevaban a las zonas de arbolado para que se alimentasen con bellota y castaña, pero esta costumbre no perduró hasta la época que abarca el testimonio oral. En otros lugares de la comarca, como Carranza, se mantuvo más tiempo, según numerosos informantes.

En Triano además de ovejas pastan en altura carneros, caballos, vacas y cabras. En los montes más elevados de la comarca, Ganekogorta y cordillera del Alta de Galdames, vive ganado vacuno y caballar en estado semisalvaje, denominado monchino. Las yeguas que se echan son del tipo pottoka, aunque hoy en día quedan muy pocos ejemplares puros, la mayoría son híbridos. Las cabras están todo el año en el monte menos en invierno, que es cuando bajan para parir. Se suelen tener en las zonas bajas de uno a tres meses y durante este tiempo permanecen en los montes cercanos al caserío vigiladas por el propietario para que no dañen las cerraduras de los prados.

En Carranza las yeguas, potros y vacas monchinas son los únicos animales que hoy en día pasan casi todo el año en los pastos altos o a media ladera. Solamente se reúnen y bajan a las proximidades del caserío o a las cuadras los días señalados para marcar los animales, operación esta que en ocasiones se realiza en los corrales que para este menester se han construido en algunos puntos de los montes. También se bajan los animales para separar y recoger de la manada aquellos que van a ser vendidos. Antaño, durante los primeros días del otoño, en los pueblos próximos a los montes conducían cerdos a los bosques cercanos para que comiesen castañas, bellotas e inces o bellotas de encina, volviendo al borcil o pocilga al atardecer.

En las poblaciones vizcainas localizadas en el entorno del Oiz fue habitual y lo sigue siendo la explotación del ganado equino. Una informante de Ajuria (Muxika) recuerda que en los años veinte tenían cinco o seis caballos en el caserío porque mantenerlos era prácticamente gratis. Habitualmente pastaban en el Oiz pero no en la zona alta sino algo más abajo. En invierno, cuando empeoraba el tiempo o se presentaban las primeras nieves, los propios caballos descendían a las proximidades de la casa. No requerían mucha atención pero tampoco generaban ingresos. El aprovechamiento que se obtenía de ellos consistía en venderlos para carne y comerciar con los potrillos. Pero como a pesar de no tener que prestarles demasiados cuidados, siempre estaban preocupados por saber su paradero, acabaron quitándolos.

En Maguna (Muxika), en el caserío del informante, tuvieron y tienen unos pocos caballos. Los crían y venden para carne, preferentemente por Navidad. Como los potrillos nacen en primavera se desprenden de ellos cuando tienen ocho o nueve meses; antaño los vendían a tratantes de ganado con destino a Valencia. El informante, siendo joven, se desplazó en más de una ocasión a Pamplona para vender esta mercancía. Entre el viaje de ida y el de vuelta tardaban alrededor de una semana, durmiendo en pajares y en ocasiones malcomiendo. Recuerda que también compraban esta carne los catalanes.

En Berriz un informante tuvo y aún tiene caballos. Permanecían sueltos en el monte y cuando nevaba descendían a cotas inferiores, unas veces por propio impulso y otras obligándolos. Los potrillos, potroak, nacían en primavera, hacia el mes de marzo, y los vendían en otoño. Antaño tenían mejor salida que ahora. Durante las últimas décadas venden los potrillos porque la carne de caballo viejo está mal pagada. Para el servicio y las necesidades domésticas han contado siempre con un caballo.

En Bolibar (Markina) en tiempos pasados tuvieron caballos en el monte. Se destinaban a la cría de potrillos para la venta. Finalmente los quitaron por aburrimiento.

En Bernagoitia también tenían ganado equino, se trataba de caballos de monte. Aproximadamente uno de cada diez llevaba cencerro; de ordinario se les colocaba a los más viejos puesto que los demás se dejaban conducir por ellos. Los caballos permanecían sueltos todo el año, pero, mientras que durante el verano se mantenían en los pastos de altura del monte Mugarra, en invierno se desplazaban a lugares más bajos. En tiempos pasados los potros eran comprados por vecinos de otros caseríos que hacían matanza de cerdo, para agregar carne a la masa de hacer chorizos. Los encargaban de antemano para la fecha en que tenían prevista la matanza. Los potrillos sobrantes que no recibían el destino citado eran vendidos en la feria de San Blas (3 de febrero) de Abadiano. A finales de la década de los cincuenta se pagaba a 250 pesetas los cinco kilos, milla erreal erraldea, oiñ ogeta amabost-berrogei urte bueltan. Los gitanos eran quienes compraban los caballos viejos en Abadiano. Señala el informante que la mayoría moría en el monte porque se les exprimía hasta el límite. Esporádicamente recibían algún pedido de potrancas de Francia. Las querían de un año o dos de edad para criarlas, por lo que exigían que fueran de calidad. En el caserío Betzuen aún (1997) siguen teniendo ganado equino suelto en el monte. Contaron siempre con una yegua, beorra, y un caballo, zaldia, para uso doméstico. De hecho el caballo semental de casa era el que empleaban para transportar cargas.

En el anterior caserío solían tener alrededor de una treintena de cabras, auntzak, de buena raza, de las de panza rojiza, tripapea gorria eukenak, todas ellas provistas de cencerro. Andaban siempre sueltas y se las arreglaban por su cuenta, pero cuando iban a parir se acercaban a casa. Tenían además una treintena de vacas salvajes, basabeiak. En invierno bajaban del monte al entorno del caserío. En esta época se les daba grano y tallos de maíz. Parían un ternero al año y se conservaban porque tampoco costaba mantenerlas. Los cerdos, txarriak, también salían de casa por su cuenta en busca de comida y de igual forma regresaban. Además de los animales de pasturaje, en el establo doméstico tenían de seis a diez vacas, beiak, cuatro bueyes, idiak, y un toro semental, idiskoa. Éste se dejaba suelto en el monte con las vacas durante un par de meses al año, desde mediados de mayo hasta cerca de la festividad de San Ignacio, 31 de julio, en que se devolvía al establo doméstico.

Vacas monchinas en Armañón, Carranza (B), 1988. Fuente: Luis Manuel Peña, Grupos Etniker  Euskalerria.

En Amorebieta-Etxano han llevado a Belatxikieta caballos, vacas de monte, basabeiak, y cabras. También un par de rebaños de ovejas durante el verano. De estos últimos animales sólo queda un pequeño rebaño de 20 ó 25 cabezas que no se aleja del entorno del caserío. Hasta 1950 solía haber caballos sueltos en la ladera del Bizkargi. Pero entraban en los sembrados de los vecinos causando problemas por lo que sus propietarios tuvieron que quitarlos.

Las cabras y los caballos de Abadiano pasan todo el año en los terrenos comunales. Sólo se bajan cuando el invierno es muy riguroso o cuando les llega la época de criar. También hay vacas que permanecen todo el año en el monte, baso-beiak; otras, en cambio, sólo se suben durante la época estival. Las ovejas pasan el verano en estos pastos y se mantienen allí hasta la llegada de las nevadas. El carnero se sube por San Miguel (29 de septiembre) para que los corderos nazcan todos en la misma época y cuando al dueño le interese. Hasta entonces se mantiene en casa separado de las hembras. En la actualidad hay pastores que van cambiando estas costumbres. Cualquiera que sea del pueblo puede utilizar estos terrenos, erri-basoak. Antaño no se abonaba nada, pero hoy en día sí. El pago suele ser por cabeza y cada animal tiene su cuota. A cambio se pueden usar los novillos y los caballos sementales que ha puesto la Diputación Foral.

Algunas poblaciones vizcainas carecían de montes elevados por lo que los animales se soltaban a los pastos comunales cercanos y se volvían a casa a diario.

En Fruiz se echaban al monte las vacas jóvenes y los bueyes, además de algún cerdo de vez en cuando, pero lo hacían a diario y nunca se dejaban allí por temporadas. El que tenía unas pocas cabras y ovejas las echaba a sus montes durante los meses de primavera y después de la paridera. Se las vigilaba casi todos los días pero no se llevaban de vuelta al caserío como al ganado mayor. Es obligado señalar que el comunal de Montañalde no debió de ser nunca muy grande y que hoy en día casi toda su superficie está ocupada por pinares de pino insigne que se plantaron en los años sesenta o setenta.

En Zamudio las vacas de leche no se sacaban al monte. Sin embargo los bueyes se echaban por la mañana y se recogían por la noche ya que no tenían ningún tipo de refugio. Las cabras también se echaban al monte con el fin de que lo limpiasen.

En Urduliz no hay pasturajes elevados. Las vacas se soltaban al monte prácticamente a lo largo de todo el año a excepción de los días de lluvia. Permanecían allí durante el día y se recogían al atardecer. Se llevaban sólo las vacas, los terneros y los bueyes generalmente se quedaban en casa aunque en algunos caseríos también sacaban los bueyes a pastar junto con las primeras.