Ferias ganaderas
Antiguamente, las ferias importantes de ganado solían celebrarse una o dos veces al año aunque había otras comarcales más frecuentes en tanto que los mercados tenían y tienen una periodicidad mayor, quincenal, semanal e incluso se celebran varios días a la semana según la importancia de la localidad. La venta de los productos del pastoreo (corderos para carne, quesos, lana...) se trata en otro capítulo de esta obra.
Los mercados, originariamente al menos, han tenido menor entidad que las ferias. En algunas localidades se celebraban, y en ocasiones se siguen celebrando, para los propios vecinos del pueblo o con carácter comarcal. Las hay más especializadas, de bovino, ovino, caballar, etc., y a ellas acude gente desde puntos más alejados. Otras, sobre todo hoy día, tienen carácter de muestras y exposiciones y en ellas suelen celebrarse concursos.
Existen lugares que, aunque tengan ferias más o menos frecuentes, celebran algunas excepcionales. También hay localidades en las que por encontrarse en la muga sus vecinos acuden a las ferias y mercados de pueblos de territorios limítrofes (así de Moreda van a Logroño...). Hay finalmente ferias excepcionales, como las de Torrelavega, Miranda y Logroño, a las que se desplaza gente de un área muy extensa.
Antaño las ferias locales y comarcales desempeñaron un importante papel en la adquisición y venta de ganado bovino u ovino, junto a otros animales y productos. Los tratantes han actuado de intermediarios comprando y vendiendo ganado en las ferias y en las casas particulares. El incremento en la burocratización y papeleo exigidos por las autoridades para el traslado y venta del ganado y el temor al contagio de enfermedades está incidiendo en el menor desarrollo de las ferias y en la venta de ganado y repercutiendo notablemente por tanto en la modificación de las costumbres. Hoy día se observa también una transición en la venta del ganado pues los dueños del mismo lo venden a sociedades cooperativas de las que ellos son socios. Se ha constatado un descenso notable de la venta de ganado en las ferias locales.
En el Aralar guipuzcoano, en el prado de Igaratza, junto a los dólmenes del mismo nombre, se halla el paraje denominado Perileku, lugar de feria. El nombre le viene de que hasta los años cuarenta allí tenía lugar un acto social entre pastores a modo de feria. La celebración era siempre en fecha fija, la antevíspera del día de San Juan, el 22 de junio. Los pastores que se congregaban perseguían tres objetivos: la compraventa de ovejas, el intercambio de carneros para la mejora y regeneración de los rebaños y la venta de los últimos corderos a los carniceros que subían a comprárselos.
Los informantes de algunas localidades señalan que en muchas ferias se sobrevaloraba la apariencia externa del animal, primando su belleza, y en ocasiones no se tenía en cuenta si era bueno para el trabajo que se le iba a asignar. Por esta razón algunos ganaderos engalanaban sus animales para llevarlos a las ferias (Urkabustaiz-A). La costumbre de adornar las vacas y terneros que se llevaban a la feria de ganado ha estado extendida. Les colgaban un collar de campanillas, los cepillaban y les afeitaban el rabo dejándoles sin rasurar la parte final (Urduliz-B).
En Urkabustaiz se ha recogido la costumbre, practicada también en otros pueblos alaveses del entorno, de que a las ferias acudían ganaderos que tenían un único novillo. Cuando dos feriantes se encontraban en esa situación los novillos se echaban a suertes y uno de ellos se quedaba con los dos animales, previo pago de una cantidad ya establecida. Era un sistema empleado para completar parejas.