Vertiente atlántica

De Atlas Etnográfico de Vasconia
Saltar a: navegación, buscar

En la vertiente atlántica fue habitual en épocas pasadas que los niños se dedicasen al cuidado del ganado en los prados cercanos a la casa, en un tiempo en que no era frecuente la existencia de vallas que delimitasen los terrenos. Era bastante habitual que los niños tuviesen que abandonar la escuela una vez aprendían a leer, para que comenzaran a ocuparse de esta labor y otras apropiadas para su edad.

En esta vertiente no se ha solido soltar el ganado en invierno, sobre todo el ganado mayor, entre otras razones porque debido a su peso y a la excesiva humedad del suelo destrozan los pastos por pisoteo. Las ovejas, en cambio, por su reducido peso, por soportar bastante bien las inclemencias climáticas y por su capacidad para pacer hierba de escasa longitud, han resultado ideales para aprovechar estos pastos.

En Fruiz (B) los encuestados afirman que el ganado permanecía estabulado la mayor parte del tiempo, sobre todo si estaba destinado al ordeño y al engorde. No obstante, los bueyes y las vacas de trabajo se solían sacar a pacer a media mañana, después de haber realizado las labores del campo. En aquellos tiempos había que cuidar el ganado mientras pacía ya que al no estar cerradas las propiedades podían escapar o entrar en los cultivos y las huertas.

En Urduliz (B) el ganado salía a pastar al campo durante todo el año a no ser que estuviera lloviendo. A decir de los informantes no importaba que hiciera frío, el único problema era cuando había temporal ya que se consideraba que no era bueno que las vacas se mojaran. Se sacaban por la mañana, después del ordeño, y se recogían al anochecer para volver a ordeñarlas. Hoy en día, en algunos caseríos, tras el ordeño de la mañana las vuelven a soltar al campo. En tiempos pasados tenía que ir una persona a vigilarlas. Esta labor se encomendaba a menudo a los niños de la casa. Iban un par de ellos y se colocaban cada uno en un lado de la campa. Las niñas aprovechaban este tiempo para hacer punto, ganchillo, repasar calcetines y realizar labores en general. Con posterioridad comenzaron a prestar su ayuda los perros, para lo cual había que entrenarlos desde cachorros. Hoy en día hay quien lleva a pastar su pareja de bueyes y sus vacas a diario a campas cerradas con estacas y alambre.

En Zamudio (B) actualmente llevan el ganado al campo en primavera y verano. En primavera permanece pastando unas dos horas. En verano, si el prado está lejos de casa se saca por la mañana y si está cercano al atardecer.

Sacando las vacas al prado. Urduliz (B), 2000. Fuente: Akaitze Kamiruaga (Mikel Martínez), Grupos Etniker Euskalerria.

En Zenarruza (Markina-B) en la temporada de verano se dejaba a las ovejas en los montes próximos a la casa sin necesidad de que nadie las cuidara. En invierno también se las sacaba a pastar pero vigilándolas para que no invadieran huertas o terrenos de otros vecinos. Por la noche, debido al mal tiempo, se recogían en la cuadra.

En Zeanuri (B) las vacas no se sacaban a pastar al campo hasta el verano. En época veraniega, hasta «San Migueles», se las sacaba unas tres horas hacia el mediodía. Las vacas montesas, basabeiak, permanecían estabuladas en invierno; aun así por la mañana les daban algo para comer en la cuadra y hacia las once las soltaban a pastar. Al atardecer las traían de nuevo a la cuadra. En mayo, hacia San Isidro, se llevaban al monte y permanecían hasta Todos los Santos; algunas, las que no estaban preñadas, auntzuak, lo hacían hasta Navidades. El burro pasaba la mayor parte del día en los montes cercanos al caserío, especialmente en invierno cuando había poco trabajo. Por la noche se llevaba a la cuadra. Los cerdos permanecían todo el día en la cuadra, aunque se les sacaba a dar un pequeño paseo. Las cabras pastaban en el monte desde mayo y hacia Navidades se llevaban de nuevo a casa. Allí pasaban la mayor parte del día fuera, atadas junto a un zarzal, sasira sokan. Cuando parían se guardaban en la cuadra durante un mes. Las gallinas deambulaban sueltas durante el día o también dentro de un cercado de alambre y por la noche se refugiaban en su sitio en la cuadra, oilo-otea. Las ovejas se traían a casa hacia San José y más antiguamente Andra Mari martikoetan (el 25 de marzo). Si había nieve en los altos se iban bajando poco a poco y a medida que se derretía eran llevadas de nuevo hacia arriba.

En Abadiano (B) las vacas se soltaban por la mañana al monte desde mayo hasta julio y desde agosto hasta noviembre al atardecer a las campas, pero cuidando de ellas. Hoy en día suelen estar fuera día y noche desde mayo hasta noviembre. Al burro se le soltaba todos los días, porque se decía que si se le tenía encerrado se le estropeaban los cascos. Las gallinas salían fuera durante todo el año y comían lo que podían. Las cabras solían permanecer en el monte o en las campas. Si estaban cerca de los huertos debían estar atadas para que no causaran destrozos. Por esta razón era necesario cambiarlas de lugar a medida que terminaban el pasto.

En Elgoibar (G) antaño el ganado se sacaba a pacer aprovechando el fresco de la mañana y cuando el sol comenzaba a ocultarse. Con nevadas y mal tiempo no salía de la cuadra. Si cuando las vacas estaban pastando comenzaba a llover, las metían de inmediato en casa, las secaban convenientemente con trapos y las cepillaban. En la actualidad se sueltan unos siete meses al año, desde mediados de abril hasta finales de octubre o mediados de noviembre, dependiendo de las condiciones climáticas. En verano salen cuando no hace calor y las vacas que dan leche no se pueden tener todo el día fuera. Las temporadas de temperaturas altas se sacan por la mañana temprano y sobre las once se meten en casa. Por la tarde vuelven a salir otra vez hacia las ocho y a las diez de la noche regresan. Durante el otoño, al ser las temperaturas más suaves, salen a pastar en cualquier momento. El ganado pirenaico, destinado a la producción de carne, resiste mejor las adversidades climáticas. Las ovejas se sacan incluso en invierno hasta tres y cuatro horas al día, a no ser que granice o haga muy mal tiempo. Por San José, cuando ya verdea el campo, se les va alargando el tiempo de estancia en el exterior.

Rebaños pastando en Bazkazane (BN), 1996. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.

En Elosua (G) antaño el ganado no se soltaba a pastar en invierno. Por San Juan se comenzaba a llevar a los prados pero sólo por la mañana ya que al no estar los terrenos cercados como ahora había que cuidarlo. Al mediodía se devolvía a la cuadra y rara vez se sacaba por la tarde. Aunque el ganado pastara fuera en casa se le daba algo de comer. En tiempos más recientes se mantiene fuera y se vuelve a la cuadra por San Andrés, en noviembre. Pero ocho días antes todavía se saca de día para que se vaya aclimatando a la cuadra, pues no es bueno hacerlo de una vez. Por febrero, antes de que paran, es bueno empezar a sacarlas poco a poco y a mediados de marzo, según sea el tiempo, se les deja fuera día y noche. Las antiguas heredades, hoy convertidas en prados alambrados, permiten que el ganado paste libremente sin necesidad de cuidarlo.

En Oñati (G) en invierno las ovejas se sacaban a pacer para así limpiar los prados. En primavera se subían al monte. Las vacas se sacaban después de haber segado la hierba y una vez volvía a brotar; si no, se llevaban a los terrenos baldíos.

En Ezkio (G) las vacas se sacaban diariamente tras el ordeño, aproximadamente desde las siete a las once de la mañana. A esta hora se volvían al establo y al anochecer, tras el ordeño, se soltaban de nuevo de las ocho a las diez. En invierno se mantenían siempre estabuladas. Las ovejas solían permanecer en el monte durante el verano y en octubre o noviembre se trasladaban a los pastos bajos. En invierno, dependiendo de las condiciones climáticas, se sacaban del establo hacia las diez u once y por la tarde, hacia las cinco o las seis, se volvían a la borda.

En Beasain (G) hasta la década de los setenta en que se inició la mecanización del campo, en la mayoría de los caseríos había tres o cuatro vacas con sus terneros, que se utilizaban como animales de tiro para roturar las numerosas heredades. Se sacaban a pastar algunas tardes a un herbal o manzanal de la casa, vigiladas generalmente por un niño que aún no iba a la escuela. Tras el abandono del cultivo del trigo, se modificó sustancialmente la ganadería iniciándose la explotación del ganado bovino orientada hacia la producción de leche. Esto acarreó que se crearan más herbazales a los que se sacaba el ganado durante casi todo el día sin que precisara a nadie para cuidarlo pues los terrenos se acotaron con alambradas, primero de espino y en los últimos años eléctricas y desplazables.

En Berastegi (G) el ganado estabulado se saca a pacer todos los días que las condiciones atmosféricas lo permitan, desde la mañana hasta la puesta del sol.

En Getaria (G) se suelta desde finales de abril o mayo hasta octubre o noviembre. En los años cincuenta o sesenta los animales que daban leche no se llevaban a pacer; en cambio, los bueyes de raza suiza y pirenaica se sacaban a menudo. Con buen tiempo se soltaban todos los días, a veces desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde. Si se les recogía al mediodía, hacia la una, por la tarde no se volvían a sacar.

En Astigarraga (G) actualmente el ganado permanece estabulado, excepto en el caso de algunos caseríos que tienen las vacas en campos cercanos a la casa día y noche, entrando en el establo sólo para ser ordeñadas, momento que se aprovecha para darles algo de comida. Algunos caballos y yeguas utilizados para el trabajo también se suelen sacar al campo a pacer. Antaño los bueyes solían permanecer en terrenos cercanos a la casa. Las vacas podían ser trasladadas más lejos y los terneros no se sacaban para evitar accidentes y no perder la venta. Ahora, en cambio, sí se sacan.

En Hondarribia (G) hoy en día el ganado no se saca a pastar. El que se dedica a la producción de leche permanece estabulado todo el año. Se suele tener un trozo de terreno cercado próximo a la casa, donde a veces se suelta en verano durante el día para que ande y haga algo de ejercicio. Se saca tras el ordeño de la mañana y se le mete al atardecer para ordeñarlo de nuevo. En invierno permanece estabulado. Al burro se le suele tener de día fuera para que coma por su cuenta.

En Ayala (A) las yeguas permanecían siempre en el campo independientemente del tiempo que hiciese, salvo que cayese una fuerte nevada, entonces se llevaban a casa. Con las cabras se hacía otro tanto. Sin embargo las vacas dormían en la cuadra a partir de Navidad, que era cuando comenzaban los meses más fríos del invierno, pero por la mañana se las volvía a echar al monte hasta el anochecer. A partir de marzo o mejor de abril, cuando ya no caían heladas, se las dejaba día y noche en el monte. En cuanto a las ovejas, permanecían en los pastos de la sierra durante casi todo el año a cargo de los pastores y se bajaban al valle los meses en los que parían y comenzaban las nevadas. Hoy en día se han instalado pabellones y grandes cuadras para criar ganado de manera intensiva y no existe el problema de que las heladas y nevadas tardías le afecten como antaño ya que permanece bien resguardado y con suficiente comida.

En Urkabustaiz (A) en el invierno se apacentaba a las yeguas después del parto durante ocho o quince días en orillas o ribazos del pueblo. También se echaba a la calle cuando se empezaba a trillar para tenerlas más a mano. En Andagoia (Kuartango) tenían por costumbre apacentar un potro para engordarlo y venderlo. Con el dinero obtenido compraban un pellejo de vino para todo el verano. La vaca de leche también se apacentaba en los alrededores. Los encargados de este ganado eran los jóvenes y los abuelos. Iban con las yeguas, vacas y novillos a las fincas de trigo, cebada y hierba que se habían cosechado, por las que podían andar sueltos. En Abecia y Oiardo se decía que «ya se ha abierto la Eria» y en Amézaga que «se ha abierto la Heredad». La eria también recibe el nombre de borroto. Se trata de las rastrojeras de terrenos propiedad de diferentes vecinos pero a las que todos pueden enviar el ganado, si bien la Junta del pueblo tiene capacidad para prohibirlo si considera que el suelo está demasiado húmedo. El tiempo de apacentar el ganado va desde agosto hasta Todos los Santos, cuando se comienza a sembrar. Las vacas suizas, muy mansas, permanecen en la cuadra y aunque suben al monte regresan todos los días por sí mismas a pernoctar. Por su parte, las ovejas que están a punto de parir se apacentan en fincas propias, aunque algunos vecinos pagan para que se les permita entrar en otras.

En Arraioz (N) las vacas pacen en los campos particulares durante el día desde la primavera hasta el invierno. Las llevan por la mañana y las recogen al atardecer, a la hora del ordeño. Las ovejas pacen en los campos particulares en invierno durante el día y se recogen antes de anochecer. Los cerdos también se suelen sacar al campo, aunque no siempre ya que estropean los prados.