Esquiladores, ardi-moztaileak

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En ocasiones el esquilador era el propio pastor, sobre todo si poseía un rebaño pequeño, quien hacía el trabajo solo o acompañado por los de casa o pastores vecinos en un trabajo a trueque, ordekoa, y otras veces la costumbre consistía en contratar los servicios de esquiladores foráneos, de localidades cercanas o alejadas[1].

Se ha constatado con carácter casi generalizado que cuando era realizado por un grupo de pastores, la labor adquiría un tono lúdico que casi siempre acababa con una celebración o cena.

En algunos lugares tenía carácter de competición, así en los montes de Triano (B) se ha recogido que si se reunían varios pastores amigos disputaban entre ellos para discernir quién o quiénes esquilaban más ovejas. Se formaban equipos de a dos, de modo que uno esquilaba y el otro le preparaba y recogía la oveja. Se recuerda que se cruzaban fuertes apuestas de dinero, sentándose luego todos a comer en torno a una mesa.

En Ribera Alta (A) el dueño del rebaño esquilaba con la ayuda de un criado o algún vecino. En la Tierra de Ayala (A) realizaban la tarea individualmente o emparejados para hacerla más llevadera; en Araia (A) hasta los años noventa las ovejas eran esquiladas por los propios pastores y en Urkabustaiz (A) por los de casa, a veces con ayuda vecinal.

En Nabarniz (B) la labor se llevaba a cabo por el dueño de la casa o los hijos varones. Algunos pastores de Sollube (Arrieta y Mañu-Bermeo-B) esquilaban las ovejas ellos mismos; un informante reconoce haber dedicado en cierta ocasión diez horas diarias a este trabajo hasta que lo hubo finalizado.

Ha sido común realizar la esquila en régimen de ayuda vecinal, auzolan. Así lo hacían antiguamente los pastores de Anboto-Urkiola (Atxondo, Abadiano-B); Aramaio (A) y los de las localidades que bordean el macizo de Oiz (B), auxiliándose mutuamente en las labores. En Bernagoitia (B) para la realización de este trabajo se juntaban unos ocho o diez pastores. Un informante de este lugar señala que hay pocos esquiladores, ardi-moztaillak, buenos pues como toda especialidad requiere su técnica. También en el Valle de Carranza (B) los pastores se ayudaban unos a otros conduciendo a tal fin los rebaños hasta las cuadras, casetas o casillas, lugares donde generalmente se les cortaba la lana.

Esquilando ovejas por el sistema tradicional. Carranza (B). Fuente: Miguel Sabino Díaz, Grupos Etniker Euskalerria.

En el Aralar guipuzcoano se juntaban los pastores de una majada e iban esquilando sus rebaños uno tras otro, en régimen de auzolan, ayuda vecinal. Cuando se finalizaba cada uno de los trabajos, el afectado invitaba a todos a algún rancho extra como melocotón en almibar, algo de vino o alimentos que no fueran corrientes en la manutención ordinaria. En el macizo de Aizkorri (G) se ayudaban los pastores entre sí, esquilando diariamente entre dos o tres, unas quince o veinte ovejas. A la lana esquilada le denominan ardi-illea[2]. En Abaltzisketa (G), hasta los años cincuenta los pastores esquilaban ayudándose mutuamente pero desde esa fecha la mayoría lo hace acompañado por sus familiares.

En Uharte-Garazi, Ezterentzubi (BN); Zunharreta y Pagola (Z) el primer domingo de julio se bajaba el rebaño y a la mañana siguiente en el núcleo se esquilaba. Algunos pastores que compartían chabola, kaiolar, se ponían de acuerdo para hacerlo en los primeros días de ese mes. Salían con los animales a las cinco de la mañana y bajaban al núcleo tras realizar una caminata de doce horas para llegar hacia las cinco o seis de la tarde. Se tomaban un par de días o tres para realizar la labor y la mañana siguiente a su finalización regresaban al monte. En Etxebarre (Z) se bajaba el rebaño a casa, donde la familia del pastor con ayuda vecinal procedía a esquilar, ilhe-moxtea.

En Zuberoa se ha recogido que fue común realizar esta labor en el establo, ezkaratze. La tarea era realizada por el pastor, ayudado de familiares y vecinos. Un informante recuerda que siendo él niño, si el día elegido para el esquileo era jueves o sábado, esto es, si no había clase, participaba sujetando el frasco de vitriolo en polvo que en aquel tiempo era el remedio para todos los males de las ovejas. Por la tarde, una vez finalizado el trabajo, se celebraba un ágape denominado bizkarratzea. Quienes habían realizado la tarea se reunían a comer en el salón del hogar, el pollo y la gallina sacrificados para la ocasión. Servían las mujeres de la casa y era un festejo familiar, con cánticos incluidos, que se alargaba durante buena parte de la noche.

En este territorio suletino, según se registró en los años cincuenta, en torno al día de la Magdalena (22 de julio) en que finalizaba la producción lechera, los pastores acostumbraban bajar con el rebaño a esquilarlo, ilhe-bixkarratzera. Antaño lo hacían a su localidad de procedencia, si bien en la época en que se recogieron los datos acudían a pueblos más cercanos como Larraine o Santa-Grazi[3].

En Lapurdi (Sara... ) el esquileo, ardi-moztea, era llevado a cabo por los familiares del pastor con ayuda vecinal. La tarea se practicaba en el monte reuniendo a las ovejas en el corral, ardi-borda, o en su propia casa.

En Zeanuri (B) los rebaños que estaban en el monte Gorbea se bajaban muy de mañana a casa, al valle, y junto con ellos también lo hacían varios pastores porque el trabajo se llevaba a cabo en régimen de ayuda vecinal, auzolan. Uno de ellos se quedaba en la chabola para elaborar la tanda matinal de quesos. Por la tarde, después de haber comido y finalizado el trabajo, se volvía a llevar el rebaño a Gorbea. También en Zuya[4] (A) y en Lanestosa (B), en los años cincuenta, bajaban las ovejas a casa para el esquileo.

Igual costumbre se practicaba en el Valle de Orozko (B) donde las bajaban de Gorbea al caserío, pues resultaba más sencillo moverlas a ellas que acarrear los fardos de lana desde el monte. El día escogido había de ser seco y si el rebaño era grande la labor podía ocupar un par de jornadas. Los pastores se ayudaban unos a otros en esta operación mientras intercambiaban impresiones sobre la lana, la leche que producían, su peso... Se organizaba una buena comida o cena para agasajar a quienes habían acudido a ayudar. El menú era de día de fiesta: paella, bacalao, cordero, café y licores, todo ello en abundancia.

En Eugi (N) se encargaban de esta tarea los pastores de la localidad. Entre cinco o seis compañeros llevaban a cabo la labor. Resultaba fácil calcular la gente y las horas que tardarían en trasquilar cada rebaño teniendo en cuenta que un esquilador, moztailea, tarda una hora en cortar la lana a seis ovejas. Comenzaban con un rebaño, artegia, y en días consecutivos proseguían el trabajo hasta que terminaran con los animales de todas las casas del pueblo. Donde tocaba hacer el esquileo les daban una buena comida y mejor cena que se remataba con copa de licor y partida de mus. Luego se retiraban para reemprender la tarea al día siguiente en otra casa[5].

En Larraun (N) los informantes recuerdan cómo se juntaban los pastores del pueblo a esquilar las ovejas. El acontecimiento adquiría un tono lúdico pues al tiempo que alguno tocaba el acordeón diatónico, trikitixa, los demás esquilaban cada día el rebaño, artaldea, de una casa hasta acabar con todos.

En Améscoa (N) en la tarea ayudaban familiares, parientes y amigos conocedores del oficio. Otras veces se reunían pastores de diversas chabolas auxiliándose mutuamente. El día del esquileo para agasajo de todos se mataba un cordero. También en Ultzama (N) aunque la mayor parte de la tarea la realizaban los miembros del grupo doméstico, les acompañaban otros pastores vecinos con los que luego había reciprocidad y en Lodosa (N) antiguamente se juntaban varios y mientras unos esquilaban otros sacaban la lana del corral.

En Bernedo (A) del cometido se ocupaban los propios miembros de la casa con la ayuda de vecinos y parientes o se la encargaban a foráneos por un precio. En Valdegovía (A) a veces se encargaba el trabajo a esquiladores profesionales y si el rebaño era grande se contrataba personal para hacerlo.

En Berganzo (A) si el número de cabezas era reducido la operación se llevaba a cabo por los propios pastores, si era elevado, se encargaban de ello esquiladores profesionales ambulantes quienes hacían el trabajo recorriendo en cuadrillas la zona, ajustando su salario por res esquilada.

Los pastores de Ernio (G) también se ayudaban unos a otros. Había quienes encargaban la labor a grupos de foráneos que se ocupaban de esta tarea. Las personas encuestadas señalan que es un trabajo duro y que hay que procurar no dañar al animal. Si el pelo de éste es ensortijado se tarda más en hacer el trabajo. Un informante advierte que a las que están produciendo leche se les esquila con máquina eléctrica, y con tijera a las que están criando o van a criar. Ello se debe a que con el método manual no les queda el pelo tan corto y les proporciona cierto abrigo. Si les hacía alguna herida, antiguamente les aplicaba en ella un preparado de sulfato y hoy día una pomada recetada por el veterinario.

En Treviño (A) el esquileo se llevaba a cabo en casa. Si el rebaño era pequeño el propio pastor se ocupaba de la labor, si bien de ordinario se la encomendaba a una cuadrilla de gitanos residentes en la vecina localidad alavesa de Markinez. En Apellániz (A) eran los propios dueños quienes se encargaban de cortar la lana a las ovejas mientras que los gitanos de Markinez esquilaban el ganado mayor.

En Moreda (A) antaño la labor era ejecutada por profesionales, generalmente gitanos, venidos de otros pueblos como La Aldea, Lanciego... Una cuadrilla de seis miembros en una jornada diaria pelaba un centenar de cabezas. En ocasiones el vellón que se saca de una oveja suele llegar a pesar cinco kilos, siendo la lana de las merinas más ligera[6]. En Arluzea-Markinez (A) en tiempos pasados eran también esquiladores profesionales quienes se ocupaban de la labor y entonces no se podía escoger el día, siendo ahora los propios ganaderos los encargados.

En Allo (N) los esquiladores no han sido de la propia localidad. Anualmente cuando llegaba la época de realizar esta tarea cada ganadero contrataba para ello alguna cuadrilla de los pueblos vecinos, generalmente de Dicastillo o Arroniz. Un pastor que trabajó para un ganadero durante toda su vida activa, recuerda que las cuadrillas de esquiladores bajaban de la vecina localidad de Dicastillo y ejecutaban la operación en tres jornadas durante los cuales comían y merendaban en Allo regresando al anochecer a sus casas. El último día el ganadero invitaba a todos a una merienda en la que tomaban parte también los pastores.

Esquileo moderno. Lazkaomendi (G), 1997. Fuente: José Zufiaurre, Grupos Etniker Euskalerria.

En Lezaun (N) había una veintena de rebaños de borros de raza merina y los esquiladores eran gente venida de Dicastillo, La Solana... En cada jornada cortaban la lana a un rebaño, era «el día del esquilo» y para comer se mataba un borro y un cabrito. En el ágape participaban los de casa, los esquiladores y, si la familia tenía contratado un pastor, también se le invitaba.

En Aoiz (N) se traía gente conocedora del oficio, a menudo pastores, que se dedicaban a ir de esquileo por los pueblos. Solían ser de Roncal, del Valle de Salazar, de la zona de la Cuenca de Lumbier e incluso de localidades más meridionales como Eslava o Gallipienzo.

En Sangüesa (N) la operación era realizada o por el propio pastor, ayudado por algún compañero, o se contrataba a una cuadrilla, que era lo más normal. Gozaban de fama los de Lumbier.

En San Martín de Unx (N) al esquilador se le conocía con el nombre de rabera y a los suyos como los raberas. En ocasiones se juntaban hasta doce o catorce, procedentes de Ujué, Pitillas y otros pueblos cercanos, si bien alguna vez vinieron hasta de Otsagabia.

En la Sierra de Codés (N), en la parte de Torralba y Azuelo, para realizar la labor venían cuadrillas de Los Arcos, Arroniz o Aras.

En el Valle de Salazar (Otsagabia-N), según se recogió en los años cincuenta, la tarea se encomendaba a una cuadrilla de esquiladores de oficio que eran contratados por los pastores para un día determinado e iban pasando por todas las corralizas de una en una. Se les pagaba una peseta por oveja esquilada, sueldo bajo teniendo en cuenta el elevado precio de la lana. También en el valle de Ezcabarte (N), según recogió Leoncio de Urabayen en los años veinte, se practicaba generalmente por gente del oficio, ayudada por miembros de la familia. Quienes desempeñaban la labor ganaban un salario de tres o cuatro pesetas diarias y la manutención. El día del esquileo se ponía comida extraordinaria, a la que concurrían la familia y los esquiladores[7].

En las Bardenas (N) antaño eran castellanos, generalmente de Borobia (Soria), los encargados del esquileo o esquilo, como también se le denomina. Realizaban la labor divididos en cuadrillas compuestas por entre seis y once hombres. Debido a la gran cantidad de ganado que pasaba el invierno en este lugar un informante recuerda que venía una veintena de cuadrillas.

En Mélida (N) son sorianos y riojanos (Cornago...) quienes se ocupan principalmente de esta labor. En tiempos pasados antes de llevar a cabo la operación solía aparecer por la localidad algún esquilador venido a lomos de un macho desde Soria para fijar la fecha y el momento más conveniente para el esquileo. Las cuadrillas estaban formadas por entre siete y veinte personas que dormían en los corrales hasta terminar la faena. Desde la década de los sesenta vienen grupos grandes de gente con tres o cuatro máquinas y en poco tiempo esquilan doscientas o trescientas ovejas.

En Roncal (N) quienes realizaban la labor venían de Castilla (Soria...) entrando en Navarra por Zaragoza y era este valle el último punto de su recorrido. Les pagaban a tanto por oveja. También en Izal (N) los esquiladores eran foráneos y cobraban un tanto por cabeza y en el Valle de Salazar (Otsagabia-N) se ha recogido el dato, a mediados de los noventa, de que son contratados a unas 150 pesetas por oveja.

En Araia (A), desde los años noventa, una cuadrilla de esquiladores navarros se ocupa de esta labor. Pasada la festividad de San Pedro, 29 de junio, en menos de quince jornadas de trabajo trasquilan más de cuatro mil ovejas. También a algunos pastores de Anboto-Olaeta (A) que cuentan con rebaños de muchas cabezas les ayudan esquiladores alaveses a sueldo.


 
  1. En los rebaños que estaban al cuidado de los pastores vascos en Norteamérica, el corte de lana lo realizaban equipos de esquiladores, normalmente mejicanos e indios norteamericanos, que viajaban a través de un circuito por las zonas de ovejas y se les contrataba para trabajar a destajo. El pastor llevaba sus animales a los corrales permanentes o temporales para esta labor. La operación se llevaba a cabo poco después de la parición, que tenía lugar entre finales de abril y mayo. También se procedía a marcarlas con pintura. William A. DOUGLASS; Richard H. LANE. Basque Sheep Herders of the American West. Reno, 1985, pp. 175-176.
  2. Luis Pedro PEÑA SANTIAGO. Aizkorri. Montaña vasca. San Sebastián, 1985, p. 341.
  3. Jean PEILLEN; Dominique PEILLEN. «Xuberoan artzain» in AEF, XVII (1957-1960) p. 56. Vide también: Idem, «L’élevage ovin dans le Pays de Soule» in Bulletin du Musée Basque. Nº 28 (1965) p. 57.
  4. Los datos referentes a este valle han sido tomados de Julián OLABARRIA. «El pastoreo en el Valle de Zuya (Álava)» in AEF, XVI (1956) p. 13.
  5. En Eugi (N) se esquilaban también los mulos pero sin que se aprovechara su pelo. Aunque había algún vecino experto en estas lides, generalmente quienes se encargaban de ello eran los gitanos, zitoak. Para cumplir el cometido se utilizaban unas tijeras singulares y una almohaza o cepillo denominado almaza
  6. En Moreda (A) una vez al año, en primavera, se esquilaban también otros ganados. La labor se encomendaba igualmente a los gitanos quienes se valían de unas grandes tijeras de mano para después apurar el corte con una maquinilla manual. Solían dejar al ganado más pelo en el cuello que en el resto, la denominada «clin del pescuezo».
  7. Los datos referentes a este valle están tomados de Leoncio de URABAYEN. «Otro tipo particularista. El habitante del valle de Ezcabarte» in RIEV, XIII (1922) p. 510.