Vacas

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Vertiente atlántica

En la vertiente atlántica, como ya se ha indicado antes, se ha aprovechado al máximo el forraje. Teniendo en cuenta que su producción es estacional se han desarrollado varios procedimientos para conservarlo y destinarlo a alimentar al ganado estabulado durante el periodo invernal. El sistema tradicional ha sido la henificación o secado al sol. A principios de los años sesenta se difundió la práctica del ensilado; en un principio se hicieron silos de ladrillo u hormigón de forma cúbica y cilíndrica, después silos de zanja, de montón y por último bolas. Tanto una técnica como la otra han experimentado una notable evolución a raíz de la introducción de maquinaria que ha permitido reducir el esfuerzo físico que requerían estas tareas a la vez que recoger un mayor volumen de hierba. Ha sido habitual suministrar al ganado forrajes cultivados como el ballico y la alfalfa además de maíz durante el periodo otoñal y remolacha y sobre todo nabos en el invernal, todos ellos también cultivados en casa. También se ha recurrido a los cereales, que generalmente ha habido que comprar. En un primer momento se solían adquirir en grano y se molían en los molinos de cada localidad. Con posterioridad se comenzaron a comercializar piensos, primero simples y después compuestos.

En Carranza (B) antiguamente eran las vacas de ordeño y los animales de yugo los que más tiempo permanecían atados en la cuadra. La alimentación de las vacas estabuladas se componía básicamente de hierba seca en la época invernal y de verde en los meses que iban de la primavera al otoño. A partir de los años cincuenta y sesenta se inició una progresiva tendencia a utilizar grano triturado para complementar la alimentación del ganado. Para atender esta demanda los comerciantes carranzanos transportaban a los molinos del Valle algarrobas, habas, arolvas, yeros, maíz y cebada para su molturación. El producto triturado lo vendían después en las tiendas de su propiedad. Avanzados los años sesenta dejaron de acudir a los molinos pues por entonces adquirían el grano ya molido a la vez que piensos compuestos. Actualmente la alimentación de las vacas con hierba y forrajes naturales se complementa diariamente con piensos compuestos que en la casi totalidad de los casos se adquieren en una cooperativa fundada por los propios ganaderos que se ubica en el centro del municipio. Los piensos que suministra son diferentes dependiendo del tipo de animal al que van destinados. Las raciones se administran generalmente antes de llevar a cabo los ordeños de la mañana y la tarde. A lo largo del periodo que va de primavera a otoño aparte del pasto se alimentan además con forraje verde. Sin embargo, debido a que muchos ganaderos carecen de la suficiente superficie de praderas como para mantener el elevado número de vacas con que cuentan en sus explotaciones, se ven obligados a utilizar en algunas épocas del año alfalfa o paja. Durante los meses de invierno junto a los piensos se les suministra hierba ensilada. Tampoco suele faltar el forraje verde, principalmente ballico y en algunos casos nabos, alimento este que años atrás era indispensable en la época invernal. También se les da paja y alfalfa, bien en rama o deshidratada.

En Lanestosa (B) el alimento habitual en las cuadras ha sido la hierba, en verde de la primavera al otoño y seca en invierno. Se complementa en los meses de otoño e invierno con maíz y nabos respectivamente. El empleo de piensos ha sido usual durante todos los días del año.

En Triano (B) la alimentación del ganado en el establo ha sido y es a base de la hierba de los prados cercanos a los caseríos. Hoy en día se combina con piensos compuestos comerciales. Hasta que estos últimos se comenzaron a generalizar por los años sesenta, la hierba de los prados, seculadeberra, se mezclaba con alfalfa, avena, farusa, arolva, maíz, nabos, paja y trigo. Hasta la mitad de la centuria la plantación de nabos se alternaba con el trigo. Desaparecido este cereal proliferó el maíz junto a los nabos. En un prado cercano a la casa, en un lugar seco y soleado protegido de los vientos, se levantaba una meta o pila de hierba. Hoy en día ésta se conserva ensilada en rollos forrados con plástico.

En Abanto, Galdames, Muskiz y Zierbena (B) el alimento básico es la hierba verde y su retoño tras los diferentes cortes y la ensilada en verde durante los meses de primavera en silos de hormigón, de zanja, de montón y bolas. En tiempos pasados junto con las plantas forrajeras como nabo, remolacha y berza, se les daba birzai o birzaia, producto fino de la criba del grano de cereal molido. También hierba seca procedente de la siega del verano y que se almacena en fardos. Últimamente se ha sustituido en gran medida por fardos de hierba seca y paja de cereal que se compran. Han sido diversos los productos utilizados en las diferentes épocas para alimentar el ganado estabulado, tales como pulpa de coco, algodón, remolacha, alfalfa, seculbederra (un trébol grande que se le da en verde), raigrass, arolva, farusa, ballico, pajilla (maíz forrajero), habas, nabos, algarrobas, cebada, avena y berza, aparte de pienso.

Belar-metak. Lazkaomendi (G), 1990. Fuente: José Zufiaurre, Grupos Etniker Euskalerria.

En Urduliz (B) se le daba nabos, remolachas, calabazas y hierba verde en primavera y verano y seca en invierno. También salvado, zaia, y remoyuelo, birzaia, y una especie de tortas de pulpa que había que poner a remojo. A partir de los setenta esta alimentación se complementó con piensos compuestos, pentsuak. Además de la que crecía en las campas, se sembraban distintas clases de hierbas: trébol común, sekula bedarra; alfalfa, alfafea; frantsesa, que era otro tipo de trébol, borlatxu gorria gorantza urteten dakona; ballico, maillukoa; y alholva, aillorbea. Cuando comían de esta última el sabor de la leche era más fuerte que de ordinario. Había que sembrar estas especies para tener forraje como la frantsesa cada año ya que hecho el primer corte no crecía más; otras, en cambio, resistían varios cortes durante dos o tres años, el mailluko por ejemplo, cuanto más se segaba más fuerte crecía. La alfalfa había que cortarla mientras estaba verde ya que si le salía la flor le costaba mucho crecer de nuevo.

En esta población vizcaina a mediados de verano se segaba la hierba de campas enteras y tras dejarla secar se almacenaba en el pajar con el fin de poder disponer de ella durante el invierno. Antaño la hierba, la paja o el trigo, también se amontonaban en almiares, metak: bedar-metea, galtzu-metea, gari-metea. Para la hierba se ponía un poste central sujeto con otros tres o cuatro palos cortos que se apoyaban oblicuamente un poco más arriba de la base. La hierba se apilaba alrededor del poste principal. En la parte superior se le ponía un plástico al que se le ataban unos ladrillos por varios lados para que no lo llevara el viento. Posteriormente se comenzaron a hacer fardos con la hierba seca, que se almacenaban en el pajar o bajo una tejavana. Además de la hierba, el maíz era fundamental en la alimentación del ganado. La recolección de la planta se efectuaba en varias etapas. Primero se le quitaba la flor, garbea, luego las mazorcas cuando aún estaban verdes, bitxiñak, posteriormente la parte superior del tallo con las panojas que hubieran quedado sin quitar, txolea, y finalmente la caña, lastoak. Cuando el invierno era duro y se acababa la hierba, se les daban las cañas de maíz secas que habían sobrado y se habían amontonado en las mismas huertas. Hoy en día además de todo lo dicho se les suministran piensos compuestos mezclados con harina, pulpa, etc.

En Fruiz (B) la base alimentaria del ganado estabulado era la hierba verde en mucha mayor medida que el heno, añadiéndose de modo temporal según su época de recolección diferentes productos. Entre ellos sekulabedarra o trébol, ailorbea o alholva, oloa o avena, gaillufoa, zaia o birzaia e idar baltza. Otros alimentos han sido artoberdea o maíz forrajero, erremolatxea o remolacha, naboa o nabo y kalabazea o calabaza. También se les daban tortas, tortea, que eran mezclas preparadas que se compraban y se remojaban antes de suministrárselas.

En Zeanuri (B) a las vacas se las alimentaba principalmente con hierba. Dependiendo de la época del año también se les suministraba nabo, puntas de maíz denominadas kanila, el maíz cultivado en casa, alfalfa, sekula bedarra y paja de trigo, galtzu nagusia. Cuando parían se les daban también habas, babea. Actualmente piensos compuestos, soja y sobre todo haba triturada.

Bolas de hierba ensilada. Beasain (G), 1995. Fuente: José Zufiaurre, Grupos Etniker Euskalerria.

En Abadiano (B) se les daba hierba fresca mientras la hubiera. A partir de agosto comenzaba a escasear y desde entonces y hasta octubre se les proporcionaba la planta del maíz, artaberdea. Después remolacha, más tarde hojas de nabo y a partir de diciembre nabo. Además de lo anterior durante el invierno se les daba heno y paja. Pero se pensaba que era malo proporcionarles sólo alimento seco y por eso durante todo el año había que buscar comidas verdes. Hoy en día pasan el invierno a base de heno, paja y pienso y no se presenta ningún problema. Por las mañanas además se les daba pienso, la mayor parte de las veces salvado de trigo mezclado con maíz triturado o harina de maíz. En ocasiones harina de cebada comprada, salvado o habas secas.

En Elgoibar (G) las vacas se alimentaban en el establo, sobre todo en invierno, a base de hierba o alfalfa y remolacha. También se les daba una pasta que denominaban pulpa; se trataba de un producto que se compraba, se remojaba y se mezclaba con pienso y paja. En verano comían hierba y pienso. El alimento se les suministraba tres veces al día. Actualmente cuando llega el invierno, algunos les dan algo de remolacha, nabo y maíz. Otros piensos a base de cebada, haba y maíz, triturado con un molino manual que se encuentra en el mismo establo, y también la cabeza del maíz molida, aunque tiene escaso valor alimenticio. Hay quien las alimenta con pienso, hierba ensilada, paja, habas y alfalfa. Cuando llega el buen tiempo salen a pastar al campo y al regresar les dan pienso.

En Elosua (G) el ganado se alimentaba en invierno, cuando permanecía en la cuadra, con hierba, paja del trigo de casa, nabos y mazorcas pequeñas. El nabo se les suministraba en etapas: en primer lugar plantitas tiernas cuando se aclaraba, más tarde las hojas y por último el nabo; el proceso duraba tres o cuatro meses. También se utilizaban como alimento hojas de árboles, principalmente de fresno, haya y roble. La de fresno era la mejor, se cortaban ramas que se transportaban con el burro y una vez en casa se deshojaban, ittundu, a mano. El acarreo de las hojas se efectuaba entre julio y agosto. En invierno se les suministraba además árgoma picada. Para segarla se utilizaba una herramienta denominada poraiña, una guadaña de hoja más corta y ancha que la destinada a la hierba.

En Telleriarte (G) en verano las vacas, terneros y caballos que están en el establo se alimentan con trébol, pagotxa, alfalfa, hierba y maíz verde, esto es, sobre todo con alimentos frescos. A los animales destinados a la producción lechera o al engorde también les dan en alguna de las comidas un poco de pienso. En invierno sobre todo hierba seca, bedar ondua, trozos de nabo y remolacha, salvado, zai larria, y también caña de maíz, lastoxea.

Vacas estabuladas. Bergara (G). Fuente: Antxon Aguirre, Grupos Etniker Euskalerria.

En Ezkio (G) a las vacas se les da hierba verde y en invierno seca, belar ondua. Antaño había paja en los mismos caseríos ya que hasta principios de siglo se cultivó trigo en esta población. La que les dan hoy en día se trae de Navarra. También se les proporcionaba y aún hoy en día se les da alfalfa, alpapea. Les gustaba igualmente la alholva, alorbea, el trébol encarnado, pagotxa y el trébol rojo, sekulabelar. Otros alimentos a los que se recurre son la remolacha, los nabos, arbia, y los tallos de maíz, arto-makila. Entre los piensos, habas de casa, sobre todo tras haber parido, maíz de casa, salvado, zaia (pienso que se produce tras moler el trigo), cebada, harina de maíz y avena. Hoy en día también les dan hojas de roble, haya y fresno.

En Beasain (G) la alimentación que se daba y se da a las vacas y al burro consiste básicamente en la hierba que se siega diariamente en los herbales cercanos al caserío. En la época invernal en que escasea, se les suministra heno, hierba cortada y secada en el verano y que en tiempos pasados se almacenaba en el desván del caserío y en almiares en el campo cuando aquél se llenaba. Durante el periodo invernal también se les daba nabo y remolacha que se cultivaban en los campos del caserío. A falta de éstos se les suministraba paja de trigo que se guardaba tras la trilla. Cuando se presumía que no habría suficiente, se compraba y traía enfardada desde Navarra. En la década de los setenta se empezaron a construir silos de ladrillo o cemento en los que se almacenaba hierba fresca recién segada, cubriéndola después para que fermentase. Ésta se le administra al ganado en invierno, ya que tiene más alimento que el heno seco. Hoy en día estos silos han caído en desuso al irrumpir en el mercado maquinaria que la empaqueta en cilindros y después la envuelve con plástico dejándola herméticamente cerrada lo que permite que fermente y se conserve como en el silo.

En Getaria (G) les dan dos veces al día un pienso especial para favorecer la producción de leche, además de belarra y lastoa. En los años cincuenta o sesenta se les proporcionaba garagar-irina (harina de cebada), cebadilla, babak (habas) y zaia, pero en el decenio de los setenta, por consejo veterinario, pasaron a suministrarles alimentos preparados, considerados más ligeros. Por las mañanas se les da pienso y luego hierba. La cantidad de alimento seco es la misma en invierno y verano, sin embargo durante el periodo estival se les proporciona menos hierba en el establo pues se sacan a pacer al campo.

En Astigarraga (G) las vacas tienen diferente alimentación según la estación del año. En primavera y verano se les da hierba recién cortada, tanto la silvestre como la sembrada, llamada ésta tturkua. A veces se complementa con pienso. En otoño e invierno se les da la hierba secada y almacenada en metas, belar ondoa, o la ensilada y más recientemente conservada en bolas forradas de plástico. Cuando el invierno se recrudece se les da alfalfa con pienso humedecido, o paja comprada mezclada con maíz, remolacha y nabo. A esto último se le añade la pulpa de la manzana que queda tras haberla prensado para hacer la sidra. Otras veces lo que se mezcla es el zumo de la manzana que se desecha. En ambos casos recibe el nombre de patza. Es habitual en esta población que cada vaca cuente con su correspondiente comedero. Esto facilita que la comida pueda ser individualizada según esté criando, tenga poca leche o dependiendo de la edad, la clase y el peso. La alimentación de los animales de las grandes explotaciones consiste en maíz dulce, maíz forrajero, heno de hierba, heno de alfalfa, pienso especial y semilla de algodón. Todo ello lo consiguen de diversos proveedores y lo trituran y mezclan en la granja.

En Sara (L), en los años cuarenta, las vacas eran alimentadas en el establo con heno, trébol y nabos principalmente. Sólo unas pocas se enviaban al monte a pacer en primavera y verano.

En Arraioz (N) las vacas comen en invierno hierba seca y pienso y en primavera hierba verde que se siega y lleva a la cuadras. En Izal (N) hierba, paja y harina molida. En Izurdiaga (N) hierba, alholva y paja mezclada con nabos. En Ayala (A) se les daba trigo, cebada, maíz que se molía en un molino de agua y paja.

En Urkabustaiz (A) si se quiere conseguir una buena producción de leche se les da una alimentación mejor, pero normalmente se limita a peladuras de patatas, patatas pequeñas y un poco de salvado, maíz verde y alfalfa. Los informantes reconocen que la misma no se cuida en exceso porque tan sólo se pretende que tengan la leche necesaria para criar y abastecer el consumo familiar. Con la construcción de silos se permitió mejorar la alimentación de estos animales. La alholva o alcacer no se considera conveniente para el ganado de carne porque confiere mal sabor a ésta. Lo mismo puede decirse de la leche. Sin embargo es muy buena para engordar el ganado por lo que mucha gente la utiliza, lo que ha llegado a provocar problemas porque se devolvía la carne o se quemaba. Los pajotes, esto es, lo que le queda a la planta de maíz cuando se le quita la espiga una vez madura, sirven «para llenar la tripa y poco más». Otro alimento para el invierno son las puntas de maíz; si en agosto aún hay comida en verde se arrancan para facilitar la maduración y se guardan para la época fría. Las ricas y los yeros, un cultivo similar al guisante, se consideran buenos para el ganado vacuno. Sin embargo se asegura que si los cerdos comen yeros se mueren. La paja y el bálago de avena, esto es, la avena trillada sólo una o dos veces, también sirven de alimento.

Vertiente mediterránea

En la vertiente mediterránea los cereales y las legumbres han constituido una parte importante de la alimentación del ganado. En las descripciones de las dos últimas poblaciones alavesas, a pesar de pertenecer a la vertiente atlántica, se observa una creciente importancia de éstos. Del mismo modo en algunas de las siguientes localidades, las más próximas a la divisoria de aguas, los forrajes verdes han supuesto una parte importante de la dieta de estos animales.

En Zuya (A) la alimentación en el establo ha sido variada: paja, hierba verde o seca, remolacha y nabos crudos o salcochados, pajotes de maíz o picados en trozos y espigas enteras o en harina, habas en remojo o en harina, alholva y pulpa salcochadas, harina de maíz, cebada, yeros, ricas (menuncias) y trigo, centeno en verde y alcacer (alholva, avena y rica revueltas en verde). La paja de avena y las menuncias les resultaba muy apetitosa.

En Apodaca (A) a las vacas de leche se les da harina con paja, pero en menor cantidad; también maíz verde, alfalfa y salque al mediodía y por la tarde agua con harina. Durante el periodo comprendido entre 1958 y 1964 se construyeron silos de hormigón o ladrillo para ensilar forraje, maíz forrajero, alfalfa y veza. Actualmente la hierba se siega, se prensa en bolas y seguidamente una máquina las recubre de plástico. Por este procedimiento el ensilado da menos trabajo.

En Larraun (N) a las vacas se les daba en invierno remolacha mezclada con paja y nabos, bien picado todo y mezclado. Cuando caían grandes nevadas se les proporcionaba acebo, gorostia, triturado. Hoy en día las vacas y ovejas que se crían en las cuadras, ekuillu, se alimentan con hierba ensilada, alfalfa o pienso compuesto.

En Ultzama (N) la alimentación básica de vacas y terneros era la hierba seca, recogida por San Fermín. Además a las vacas se les daba hierba fresca, belar ezea o urri-belarra, que se recogía en octubre, siempre y cuando hubiera hecho buen tiempo durante el verano. En caso de que no creciera como para poder segarla, se llevaban las vacas y yeguas al prado para que la pacieran directamente antes de que llegaran las heladas. La hierba y el maíz eran buenos alimentos para proporcionárselos frescos siempre y cuando no estuvieran mojados. También se les daba remolacha picada o cocida. Para el picado se utilizaba un aparato llamado piki-txiki, que consistía en dos cuchillas accionadas mediante un mango de madera. En invierno comían el nabo picado mezclado con agotza, residuo de paja. Algunas veces se compraba pulpa para las vacas y siempre se les daba remojada. En algunos caseríos, en primavera, cuando no quedaba ningún alimento ni dinero para comprarlo, se recogía árgoma en el monte. Se cortaban las puntas y se hacían haces con una atadura para luego trasportarlos en el carro a casa. El árgoma se picaba y era un buen alimento. En ocasiones también se les suministraba cereal en grano, trigo, cebada, avena, maíz mezclado con ago tza y también salvado. Las hojas de fresno se consideraban igualmente buenas; en el pueblo había muchos fresnos y los ganaderos se valían de sus hojas para alimentar al ganado.

En Eugi (N) la considerada mejor comida para el ganado vacuno consistía en hierba seca, recogida aproximadamente por San Fermín y guardada en el pajar. También se les daba hierba fresca, urri-soroa, recogida en septiembre-octubre. Si había sido un verano de buen tiempo, con sol y lluvia, en septiembre crecía hierba en abundancia que se cortaba día a día. Éste era un buen alimento pero había que dárselo con mucho cuidado evitando que estuviera mojado. En invierno, nabo picado. Para realizar esta operación había un aparato especial con una especie de cuchillas cruzadas. Se les proporcionaba mezclado con agotza, cascabillo o residuo de paja golpeada y trillada. Si no había nabos se les echaba remolacha, betaraba, también mezclada con agotza. Se les suministraba además pulpa en remojo. Ésta siempre había que comprarla. También alfalfa. Finalmente en mayo, «para no ver miserias» se recogía árgoma; no era una tarea fácil pero había que hacerlo debido a la escasez de hierba seca. Por esta misma razón en algunas casas les daban hojas de haya.

Dando de comer a las vacas. Amezketa (G), 1996. Fuente: Antxon Aguirre, Grupos Etniker Euskalerria.

En Valderejo (A) antaño a las vacas se las alimentaba con paja y hierba si no estaban criando y con empajada o remolacha picada si lo estaban haciendo o se trataba de la destinada a la producción de leche para la familia. En la actualidad se les da hierba y piensos compuestos.

En Ribera Alta (A) para el ganado vacuno se sembraba alholva mezclada con avena. Se segaba en verde y se almacenaba en el pajar. Durante el invierno se le proporcionaba al ganado. También se le daba pienso, que consistía en una mezcla de harina con paja. La harina a su vez era una mezcla que se obtenía moliendo alholva, menucia y hieros. A veces, a las especies citadas se les añadía otra conocida como rica.

En Berganzo (A) vacas y caballos se alimentaban con cereales, harina, paja y hierba del campo. Y las vacas en concreto con harina de cebada o avena, remolacha cocida, nabos, paja, alholva y pulpa.

En Treviño (A) los alimentos más utilizados para el ganado vacuno son la paja, la harina de cebada y los yeros; todo ello recibe el nombre de menucias. En algunas ocasiones se le echaba agua a la paja para que se le pegaran los granos de avena y así lo comieran todo junto. Antes de trillar también se llevaba al ganado a las fincas recién cosechadas.

En Pipaón (A) el ganado vacuno se alimentaba con paja y poca harina, forraje, zanahorias y remolachas picadas, alholva cocida y seca y pulpa. En estos momentos lo hacen con piensos compuestos, harinas y paja.

En Bernedo (A) en invierno al ganado vacuno se le daba alholva cocida o harina de cebada, de yeros, de maíz, de arvejas y otros granos, también alholva en rama y paja de trigo, avena o algo de cebada, que se empleaba más para echar de cama en la cuadra por presentar el inconveniente de la rampa. Otro alimento era la remolacha y los nabos picados.

En Moreda (A) las vacas se alimentan con alfalfa, hierba, grano molido, harina de cebada, alholva cocida, remolacha picada en invierno, hojas de remolacha, berzas, avena mala, aleznas, alfalfa fresca en verano y seca en invierno y paja de alholva. Dicen en esta localidad que si las vacas comen abundante hierba fresca orinan en exceso y sus excrementos son muy blandos, además la leche obtenida apenas tiene sustancia. Por el contrario piensan que si comen grano proporcionan mejor leche.

En Agurain (A) a las vacas, bueyes y caballos se les alimenta con cereales, principalmente grano de cebada y avena, harina, paja y hierbas del campo. En Allo (N) las vacas lecheras comían algo de forraje y cebada molida y su alimentación era más abundante cuando estaban criando. En Sangüesa (N) se les daban hojas de remolacha, pulpa de remolacha, alfalfa, cáscaras de alubias escaldadas mezcladas con menudillo y frutas pasadas, especialmente manzanas.

En Mélida (N) las vacas lecheras comían pienso preparado en casa a base de avena, cebada y maíz. Estos cereales se molturaban en el molino del pueblo. También se les suministraban hierba, alfalfa y veza, especialmente en invierno, aunque si las hojas de esta última se secaban podían durar todo el año. La paja, en ocasiones, se les mezclaba con el pienso. A mediados de los años sesenta comenzaron a comprar pienso en sacos, que por su textura se ha solido llamar genéricamente granulau.

Suministro de agua

En lo referente al suministro de agua, mientras no existió el agua corriente en las casas era necesario llevar a diario el ganado a los ríos o manantiales. Con el paso del tiempo se construyeron abrevaderos públicos. Una vez llegó el agua a las casas algunos prepararon sus propios abrevaderos en las cuadras o junto

a las casas. Más tarde se difundieron bebederos individuales, los más conocidos de los cuales consistían en una cazoleta metálica en cuyo interior había una lengüeta que permitía la salida del agua a presión cada vez que la vaca la presionaba con su morro para beber.

Vacas bebiendo en el río. Kanbo (L), 1950. Fuente: Peio Goïty, Grupos Etniker Euskalerria.

En Astigarraga (G) cuando no existía el agua corriente en los establos era necesario conducir el ganado hasta un manantial o fuente cercanos para que abrevara. En primavera y verano, cuando hacía buen tiempo, se sacaba dos veces al día, por la mañana y al atardecer. Durante el invierno una única vez.

En Getaria (G) se soltaba al mediodía para que bebiera en una fuente. En Ribera Alta (A) se llevaba a la fuente una vez al día. En Zeanuri (B) al arroyo también una vez al día. En Elosua (G) se sacaba a beber al abrevadero, que estaba junto a la casa.

En Romanzado y Urraúl Bajo (N) los abrevaderos de toda clase de animales estaban hechos con troncos, tablas, piedras o cemento y se llamaban ascas[1].

En Urduliz (B) para darles de beber aprovechaban que pasaban por el arroyo cuando las llevaban a pastar. Si pacían en otra zona que no fuera la del arroyo, sacaban agua del pozo en unos baldes y se los ponían por el camino para que bebieran mientras iban para casa. Cuando llegó el agua corriente a los hogares se sacaban al bebedero que había en la entrada de las cuadras, de una en una, atadas con una cuerda y dos veces al día. A finales de los setenta se instalaron unos bebederos metálicos que tenían forma de cuenco de los que las vacas bebían directamente tras presionar la lengüeta que tenían en su interior.

En Apodaca (A) el ganado se sacaba a beber al mediodía a los pozos del río. Cuando pusieron una fuente en el centro del pueblo se llevaba al bebedero o abrevadero. Con la reforma de las cuadras se instalaron bebederos de presión en los mismos pesebres.


 
  1. José de CRUCHAGA Y PURROY. «Un estudio etnográfico de Romanzado y Urraúl Bajo» in CEEN, II (1970) p. 171.