La cera, argizaria
El procedimiento más extendido para purificar la cera consistía en hervir en agua los restos que habían quedado tras la extracción de la miel hasta que se fundiesen. Después se vertía esta mezcla en un saco o en una manga de tela, a menudo de tejido más basto que el empleado para filtrar la miel. Al presionarla pasaba a través de la tela la mezcla de cera y agua, que caía en otro recipiente en el que ambas se separaban por sus diferentes densidades.
En Bernedo (A) la cera se lavaba en un recipiente con agua. Retirada la miel residual, se cocía la cera en una caldera con agua teniendo cuidado de que no cogiera fuego al hervir. A continuación se pasaba por un colador de tela más claro que el utilizado para la miel. Pasaban a su través la cera y el agua, pero no el macón o los residuos. Al enfriarse la cera quedaba flotando sobre el agua. Antes de solidificarse se le colocaba una lazada de cuerda o tela de modo que al enfriarse sirviese para colgar la torta de cera. Alguno efectuaba la separación de la cera con la ayuda de una prensa.
En Bajauri, Obécuri y Urturi (A) la cera que quedaba en el zurrón después de extraída la miel se lavaba con agua templada. Luego, metida en un saco, se volvía a lavar en la fuente. Por último se colocaba en una caldera con agua para que hirviera y, una vez derretida, se filtraba de nuevo por el capillo o zurrón. A través de la tela de éste salía la cera derretida, que caía en un recipiente donde al enfriarse se solidificaba separándose del agua. Lo que quedaba en el capillo se tiraba.
En Ribera Alta (A) una vez extraída la miel, los restos de panales se lavan para eliminar los residuos de miel y suciedad. A continuación se depositan en un puchero o caldero de cobre que se pone al fuego hasta que hierva su contenido. Se vierte en un zorrón similar al de colar la miel pero menos tupido y con unas tenazas se presiona para que la cera fluya al exterior; dentro del zorrón quedan los restos. Esta operación se vuelve a repetir y una vez se ha enfriado lo obtenido se corta en trozos. Por último se vuelve a calentar en un recipiente circular para que adquiera la forma de una torta de unos ocho centímetros de espesor.
En Valderejo (A) depositaban las bolas de cera en una caldera de cobre colocada sobre el trébede para que a fuego lento se fundiese la cera. Una vez fundida se pasaba a un colador o zurrón con el que ayudándose de un instrumento de madera con forma de cascanueces de gran tamaño se hacía pasar a través de la tela para filtrarla. Libre ya de impurezas se depositaba en un recipiente hasta que se enfriaba. Las tortas obtenidas se colgaban de una lata en el techo para su posterior aprovechamiento.
En Apodaca (A) la cera se lava bien con agua y después se pone en un caldero al baño María dentro de otra caldera de mayores dimensiones. Cuando se derrite se pasa por un zurrón más claro que el utilizado para la miel, dejando caer lo filtrado a un cubo con agua fría. Si aún tiene macón o cera vieja y restos de abejas, se pasa por una malla y luego se vuelve a filtrar por el zurrón.
En Ezkio (G) los trozos de panales se ponen al fuego en un recipiente apropiado para que se ablanden. Cuando toda la cera se ha derretido se filtra el contenido a otra cazuela que se utiliza expresamente para ello. Al cabo de cinco minutos la cera se ha endurecido tomando la forma de la cazuela.
En Sara (L) los panales estrujados se cocían en agua y este cocimiento, aún caliente, era filtrado a través de un paño burdo. Cuando el líquido se enfriaba aparecía flotando en él la cera, ezko. Ésta era luego retirada y derretida al fuego en una vasija y filtrada con un paño fino. Una vez realizada esta última operación ya podía ser utilizada para hacer velillas.
Otra versión consiste en introducir el saco que contiene la mezcla de cera y residuos directamente en una caldera con agua puesta al fuego para que la cera salga a través de su tela y ascienda a la superficie del agua.
En Valdegovía (A) la mezcla de residuos y cera que queda tras la extracción de la miel se lava y se introduce en un saco que se coloca en un recipiente con agua. Se pone al fuego para que hierva de modo que la cera al derretirse salga a través de la tela y ascienda a la superficie del agua. Se deja enfriar y se hace una «torta con forma de panal».
En Arraioz (N) la cera de los panales se mete en una bolsa de tela de percal no muy tupida y se introduce en una olla con agua, poniéndole un peso para que se mantenga en el fondo. Cuando el agua hierve la cera se derrite y tras salir a través de la tela asciende por su menor peso a la superficie. Se aparta del fuego hasta que se enfría y entonces queda formando un bloque. Éste se vuelve a colocar al fuego para que se derrita y entonces se vierte en unos moldes.
En Vasconia continental los restos endurecidos que han quedado después de estrujar los panales con las manos se introducen en un saquito y se ponen a remojo en un caldero con agua hirviendo. Poco a poco comienza a salir a la superficie la cera. Se recoge y se guarda en recipientes.
Una práctica aparentemente más rudimentaria o al menos más laboriosa consistía en hervir la mezcla de cera y residuos de modo que la primera saliese a flote. Después se iba recogiendo poco a poco con una cuchara.
En Moreda (A) los panales ya escurridos de miel, como aún contenían restos, se dejaban en la ventana para que las abejas los limpiaran y dejaran bien secos. Después se hervían dos veces. La cera quedaba a flote sobre el agua y con una cuchara de madera se recogía.
En Pipaón (A) una vez se extrae la miel de los panales, los restos se lavan y se hierven. La cera queda flotando sobre el agua, se retira y se vuelve a calentar. Después se cuela para eliminar la porquería, que recibe el nombre de mocón.