Navarra

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En las Bardenas Reales, sólo los pueblos congozantes tienen derecho al disfrute de los pastos y éste es en régimen de igualdad, independientemente del número de cabezas que introduzcan. Existe una serie de limitaciones semejantes para todos: tiempo de veda, protección de determinados cultivos, etc., según estipulan las Ordenanzas de Bardenas Reales. Este aprovechamiento está supeditado al pago de un impuesto o canon, cuyo importe sólo depende del número de cabezas de ganado declaradas. El incumplimiento de las condiciones de pasturaje conlleva una serie de sanciones.

A la entrada en las Bardenas, los ganados pasan entre 30 y 60 días aprovechando los rastrojos vírgenes y algo de ricio si lo hay. Pasado este tiempo los pastores empiezan a abandonar las Bardenas, pues con el mes de octubre comienza la siembra del cereal y la superficie de pastoreo se reduce considerablemente. En diciembre, mes en que se alcanza el mínimo lluvioso del año, en la Ribera de Navarra, se constata la máxima salida de ganado. Antiguamente partía sobre todo el ganado adelantado, es decir, próximo a la parición, quedando sólo las reses fuertes, es decir, el vacío, no preñado, y los machos. Hoy en día muchos pastores trasladan los rebaños enteros. El número de cabezas que queda en terreno bardenero se reduce a menos de la mitad. Salen en busca de nuevos pastos a los pueblos limítrofes. Aprovechan los pastos de regadío y las corralizas arrendadas a particulares, sindicatos y ayuntamientos. En el secano de las corralizas el sistema de cultivo de año y vez permite el aprovechamiento del barbecho, las viñas ya están vendimiadas y en el regadío hay praderas artificiales y también se puede aprovechar la hoja de los productos ya recolectados, remolacha y maíz sobre todo. Antiguamente esta búsqueda les llevaba lejos, llegando hasta tierras aragonesas (Teruel, Bajo Aragón) e incluso a Lleida (Almenar, Almacellas, Alpicat, Alguiare, Torrefarrera, etc. en la comarca del Segriá)[1]. Los nuevos pastos se deben arrendar a los ayuntamientos y particulares. Esta práctica está constatada desde los primeros decenios del s. XIV, pero a lo largo del s. XIX, para evitar la inestabilidad del arriendo anual, los roncaleses se fueron haciendo, mediante compras de terrenos, con corralizas propias aprovechando las sucesivas expropiaciones de este siglo.

En la primavera, época de máxima pluviosidad en la Ribera Navarra, se retorna a las Bardenas, pues en los barbechos de las corralizas navarras y campos aragoneses han comenzado las labores y el paso por las viñas se veda en marzo.

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Los pastos de verano o de la sierra son ampliamente tratados en otro capítulo de esta obra, dedicado a los derechos de pasturajes de altura. Únicamente dejamos constancia aquí que en general dichos pastos están regulados por los regímenes establecidos en los comunales y en las respectivas parzonerías o facerías de cada área.


 
  1. Ramón VIOLANT I SIMORRA. «Notas de etnografía pastoril pirenaica. La trashumancia» in Obra Oberta. Tomo II. Barcelona, 1979, p. 167.