Criados
Había ocasiones en las que se hacía imprescindible contar con personal auxiliar para manejar el rebaño y en vez de contratar pastores asalariados se recurría a criados, que en euskera reciben la denominación de morroiak o kriaduak. Así se ha recogido en Valle de Elorz, Mélida (N); Aralar, Izarraitz, Ernio y Ezkio (G). A esta última localidad llegaban rebaños procedentes de otras zonas guiados por su dueño y el hijo de éste que solían contratar además los servicios de algún joven del pueblo.
La pequeña entidad de las explotaciones no permitía el pago de un salario, a pesar de lo cual se dieron algunas excepciones en Badaia, Bernedo, Treviño, Valdegovía (A); Belatxikieta (Amorebieta), Anboto, Atxondo, Ganekogorta, Triano, Urkiola, Orozko, Zeanuri (B); Aralar e Izarraitz (G).
En Bizkaia el criado recibía, a cambio de su trabajo, manutención y alojamiento. En Gipuzkoa también cobraba un pequeño salario, al igual que en el valle de Ayala (A), donde el jornal a comienzos del siglo XX era de una peseta por oveja y año trabajado. En Eugi (N) esta práctica se conocía con el nombre de peona.
En Araia (A) el ganadero contrataba un morroi o criado durante la época de más trabajo para realizar todo tipo de tareas: cuidar las ovejas, alimentarlas, sacar la basura del establo, ordeñar, hacer queso y comercializarlo. Esta costumbre también era común en Ayala (A); Encartaciones (B); Ernio e Izarraitz (G).
De la zona guipuzcoana de Aralar los pastores llegaban a la costa en invierno y se solían contratar algunas personas para que les ayudaran en las tareas, exclusivamente durante esos meses. En Lodosa (N) también se ha registrado la figura del pastor contratado por una temporada.
En Encartaciones (B) se recuerda la presencia de muchachos que trabajaban como criados para los propietarios. En los años cincuenta, solían recibir tres cuartillos de leche diarios por realizar esta labor.