Calidad y estima de la lana. Haitzeko ardia

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En los montes de Triano (B) la oveja que más abunda es la del país denominada latxa, procedente de Orduña, cuya lana es blanca tirando a color canela. Al desprenderles de la manta, tras el esquileo, se ve que son oscuras, de color ceniza y al medrar la lana va cambiando de color. Si el lanero observa que tiene manchas negras pone reparos a la hora de valorar la calidad del vellón. Por ello, algunos prefieren las ovejas de raza carranzana en detrimento de la latxa. Ahora bien ésta lleva la lana como una fibra larga hasta el juego de las patas o menudillos, casi arrastrándola.

En Anboto-Urkiola (Atxondo, Abadiano-B) en tiempos pasados los laneros pasaban de casa en casa recogiendo la que era apreciada, sobre todo la de las ovejas que pastaban en peña por ser más limpia.

En Bernagoitia (B) se ha recogido el dato de que había lanas de muy distinta calidad. La de oveja que se mueve en zona pedregosa, atxeko ardia, es apreciada por más limpia. Lo contrario de lo que ocurre con la de oveja que anda entre árgoma y arena que es más sucia y por mucho que se lave nunca queda tan blanca como la otra.

En Legazpi (G) se recogió también en los años cincuenta el dato de que la lana del rebaño de altura es más fina que la de las ovejas que viven en los valles[1].

En Urkabustaiz (A) los informantes anotan que la calidad de la lana varía de unas ovejas a otras.

En Lodosa (N) tras la guerra civil de 1936 se dejaban corderadas para esquilar porque valía más la lana que la carne pero la situación ha cambiado mucho con los años y hoy día pagan muy poco por ella. Cuenta un informante que cuando se casó, el regalo de bodas que le hizo como algo extraordinario el primer patrón que tuvo fueron doce vellones de lana. También en el Valle de Salazar (Otsagabia-N), según se recogió en los años cincuenta, su venta suponía un negocio lucrativo para el pastor.

En la Bardena (N) en los años setenta se constató que entraba más ganado meridional que de la montaña navarra pero sus lanas eran menos estimadas.


 
  1. Felipe de BARANDIARAN. «La vida pastoril en Brinkola y Telleriarte (Legazpia)» in AEF, XV (1955) p. 142.