Cambios operados en el marcaje del ganado. El crotal

De Atlas Etnográfico de Vasconia
Saltar a: navegación, buscar

En las postrimerías del siglo XX el marcaje del ganado forma parte del control sanitario y numérico que ejerce la administración pública mediante la utilización de nuevos métodos, que son similares en todos los territorios: ácido o nitrógeno líquido para el ganado caballar, pendientes de metal o plástico para las vacas, crotales metálicos y tatuajes numéricos para ovejas, microchips intradérmicos para los caballos y perros.

El crotal es un medio de identificación que permite a la administración ejercer un control sobre la cabaña ganadera del área que gobierna. Con esta finalidad a cada animal nacido se le asigna un número que es el que figura grabado en el crotal que se coloca en la oreja.

La siguiente descripción de la implantación de los crotales se ha recogido en el valle vizcaino de Carranza; puede servir para una explicación del fenómeno en todo el territorio encuestado.

Modernos crotales. Abadiño (B), 1999. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.

El uso de los crotales se generalizó en las vacas estabuladas a raíz de la implantación de las campañas de saneamiento ganadero efectuadas por la administración. Con ant e riori dad también se realizaban pruebas sanitarias, pero éstas se llevaban a cabo establo por establo sin que importara la identidad de los animales y teniendo en cuenta tan sólo su número.

Con la generalización y la obligatoriedad de las campañas sanitarias y el incremento del número de pruebas, entre las que estaba necesariamente la extracción de muestras de sangre para su análisis, se hizo imprescindible la identificación individual de los animales; por ello se procedió a asignar a cada animal un número que quedaba registrado en una relación que se entregaba al ganadero. Este número era el que figuraba en una pequeña placa metálica que se grapaba a la vaca en una de sus orejas y que recibe el nombre de crotal, aunque entre los ganaderos se le haya llamado pendiente. A la acción de grapar el crotal, que se lleva a cabo con un artilugio apropiado para ello, se la conoce como crotalar, pero la denominación popular es poner el pendiente.

El uso de los crotales tiene una función diferente a la de las marcas tradicionales aunque aquéllos también indican propiedad. Las marcas eran comunes para todo el rebaño, esto es, para un mismo dueño o casa. Esto facilitaba la identificación de los animales no sólo por su dueño sino también por los vecinos. Los crotales actuales no cumplen esta función por dos razones. Primero porque se trata de pequeñas placas y para leer su numeración es necesario estar junto al animal, algo totalmente imposible si está suelto y no se sujeta[1]. Segundo, porque aunque se pudiera leer no aporta ninguna información sobre su dueño, ya que se trata simplemente de un sistema de identificación alfanumérico. Es necesario recurrir a los documentos escritos expedidos por la administración donde se especifica a quién pertenece el animal. Por ello es habitual que entre los ganaderos de monte y los pastores se sigan utilizando las tradicionales marcas en las orejas o marcos de hierro aparte de los crotales. De todas formas si un animal pierde el crotal es obligatorio colocarle otro.

Los crotales tienen además la función de facilitar las relaciones con la administración. Cada animal tiene asignado un número de identificación único, que es el que aparece grabado en el crotal. Cuando el dueño de éste tiene que solicitar ayudas o subvenciones, éstos números le sirven para justificar las cabezas de las que es dueño. Periódicamente estos animales son sometidos a campañas sanitarias para las cuales resultan imprescindibles. Si un animal es vendido a otra persona, es necesario transferir también la documentación del animal en la que consta su número. El uso de crotales se generalizó a principios de los años ochenta si bien se venían utilizando con anterioridad.

A los caballos se les identifica con un número que les asigna la administración y que se les graba en el lomo. Para ello se utiliza un artilugio metálico que previamente se ha mantenido inmerso en nitrógeno líquido. Su aplicación sobre la piel durante minuto y medio provoca la muerte de los pelos que se tornan blancuzcos, lo que permite identificar la marca como una serie de cifras blancas.

En Carranza (B) los caballos de silla y de raza no se marcan por este procedimiento. La administración les asigna un número de registro y les abre una cartilla con sus datos; entre ellos se incluye una serie de dibujos que representan la capa y las señales naturales del animal. En esta ficha queda anotado el número del microchip que le insertan en el cuello.

Indican en Ernio (G) que las marcas hechas por este procedimiento no se aprecian con nitidez y a medida que les crece el pelo resulta difícil su identificación a distancia. Este procedimiento nuevo de marcaje se ha registrado en Elgoibar, Oñati (G), Apodaca (A) y Orozko (B).


 
  1. En los últimos años se han sustituido los tradicionales crotales metálicos de pequeñas dimensiones por otros de material plástico de mayor tamaño y cuyos números también son más grandes, por lo que resulta más fácil leerlos. Como contrapartida se ha incrementado el número de cifras que contienen.