Detención del enjambre

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Los procedimientos que tradicionalmente se han empleado para conseguir que se detenga un enjambre que huye volando de una colmena son los mismos en todas las localidades encuestadas y a juzgar por las numerosas respuestas obtenidas han gozado de una amplia distribución geográfica.

Básicamente han consistido en hacer ruido por variados procedimientos y arrojar tierra o agua a la nube de insectos que se aleja volando. En algunas poblaciones han conocido uno solo de estos recursos y en otras los dos.

Resulta interesante comprobar que algunos informantes explican que se obra así para simular la lluvia o la cercanía de una tormenta y que teniendo en cuenta que con tales condiciones climáticas las abejas nunca se alejan de la colmena, se consigue que detengan su vuelo.

En Bernedo (A) golpeaban dos piedras sujetas con las manos. Decían que las abejas tenían miedo a la tormenta y se paraban para resguardarse. Se basaban en la observación de que cuando las abejas estaban bebiendo en un río, si de repente tronaba desaparecían todas rápidamente. Otro procedimiento consistía en arrojarles tierra o hacer ruido con una caldera o tambor.

En Apellániz (A) cuando una jambre, enjambre, huía de una colmena, se debían batir las palmas de las manos, golpear un caldero de metal o tocar un cuerno, arrojándoles agua para que creyesen que se acercaba una tormenta, ya que a las abejas nunca les pillaba un nublado porque solían presentirlo con antelación[1].

En algunas poblaciones se habla de la importancia de simular la lluvia pero sin ofrecer explicación alguna.

En San Martín de Unx (N) se le puede inducir a bajar y posarse mediante el lanzamiento al aire de tierra o bien de agua, en forma de lluvia, con una manguera, a la vez que se producen grandes ruidos golpeando, por ejemplo, un caldero.

En Améscoa (N) para obligar a posarse a una enjambre que salía volando de la colmena arrojaban agua a lo alto para que le cayera en forma de lluvia, también lanzaban al aire arena y polvo y a la vez producían ruido golpeando calderos con un palo.

En Belatxikieta (B) se daba fuego a unas boñigas secas en algún puchero o recipiente viejo para hacer humo; al mismo tiempo otra persona golpeaba una sartén o un balde con un palo de madera como si fuera un tambor. Además se echaba agua con un bote en las cercanías de la colmena creando la apariencia de una lluvia. Todas estas operaciones debían ejecutarse con rapidez.

Como se puede comprobar a continuación estas prácticas han estado ampliamente difundidas.

En Carranza (B), cuando una colonia de abejas salía de la colmena y permanecía un breve periodo de tiempo volando en sus cercanías, se aprovechaba para hacer ruido con objetos metálicos como tapas de cazuelas o latas, o bien se golpeaban dos piedras o, si no se disponía de nada de ello, se daban palmas. Se creía que así se posaba en la rama de un árbol próximo al colmenar, resultando de este modo más fácil capturarla. Había ocasiones en que escapaba a pesar de tener estas precauciones, entonces se arrojaba al aire tierra o arena intentando acertar al frente de la colonia en vuelo. Un informante dice que también se le podía lanzar agua. Se pensaba que así descendía nuevamente. En Abanto y Zierbena (B) se produce ruido con latas y tapaderas. También se golpea con piedras en el cepo y se lanza tierra al aire.

En Urduliz (B) si el enjambre no se posaba en una rama, había que ir tras él haciendo rui do con tapas de cazuelas o aporreando una sartén con un palo y diciendo «orrr, orrr, orrr...» para que se detuviera. En Fruiz (B) se decía que había que hacer mucho ruido. Algún informante cuenta que incluso salían a la calle tocando el tambor para atraer a las abejas.

En Abadiano (B) se conseguía que se posasen en los árboles haciendo ruido con un tambor o con cualquier otro tipo de procedimiento. En Zeanuri (B) se hacían sonar cencerros, arranak joten jakozan, o también se lanzaban terrones de tierra, mokilak bota.

En Beasain (G) se le echa agua de forma que le rocíe de arriba abajo; si se consigue, el enjambre suele posarse. En Elosua (G) se le arroja tierra. Otro modo de parar un enjambre consiste en gritar «abel, abel»[2] al tiempo que se hace ruido golpeando un caldero viejo o una marmita. En Getaria (G) se le lanza tierra y agua y se profieren grandes gritos berto, berto para obligarle a posarse.

En Hondarribia (G) golpeaban un caldero viejo a modo de tambor o dos azadas o dos hachas entre sí. Otros le tiraban un puñado de tierra. En Oñati (G) antiguamente se cantaba o se hacía sonar una campana y luego se le echaba agua. En Ezkio (G) se lanzaba polvo o agua. Un informante de esta localidad asegura que también da muy buenos resultados poner un espejo delante del enjambre, aunque él nunca ha utilizado este método.

En Agurain (A) echan tierra al aire y producen ruido golpeando una teja o caldero. En Apodaca (A) le arrojan tierra o agua y también hacen ruido. En Araia (A) arrojan tierra.

Cuenta un informante de Ayala (A) que si pasaba un enjambre volando se hacían sonar cencerros, se golpeaban piedras o se producía cualquier otro ruido para atraer la atención de las abejas y que se introdujeran en las colmenas. Reconoce que en la mayor parte de las ocasiones pasaban de largo.

En Berganzo (A) para parar un enjambre se considera preciso echarle tierra o hacer ruido con una piedra o un caldero. En Pipaón (A) el único abejero dice que haciendo sonar un caldero, dando palmas y tirando tierra al aire. En Ribera Alta (A), golpeando una piedra contra otra tratando de producir el mayor ruido posible, dando palmas o arrojando agua al aire. En Treviño (A), echando agua, polvo o arena; de esta forma aseguran que desciende hasta la recogedera.

En Urkabustaiz (A) se lanza agua al aire, tierra, se golpean dos piedras, se hacen chocar dos cencerros o se palmea con ambas manos. En Valdegovía (A) se golpean dos piedras o tejas. También se arroja tierra. En Valderejo (A) se produce el mayor ruido posible valiéndose de la voz, del choque de piedras entre sí o de cualquier otro objeto. Esta maniobra se suele acompañar del lanzamiento de tierra sobre el enjambre. En Bajauri, Obécuri y Urturi (A) se daban golpes con dos piedras o con una hojalata y un palo; también se tiraba tierra al aire.

En Allo (N) se dan repetidos golpes con cascajos o piedras, golpeándolos con fuerza. En Lezaun (N) se hace ruido con dos piedras o con un caldero. En Arraioz (N) se arroja tierra o arena, pero no es muy eficaz. En Sangüesa (N) conocían varios procedimientos para obligar a posarse a un enjambre: se le ponía sobre una caja algo de pan remojado con vino y azúcar o algo de miel; cuando volaba muy bajo se le tiraba tierra; e incluso un comunicante pastor ha afirmado que cuando las abejas estaban cerca, si se tocaba una esquila acudían allí.

En Sara (L) para obligar a detenerse al enjambre era costumbre que los presentes batiesen las palmas de sus manos mientras decían en voz alta: «Maria, bil, bil, bil» (María, recógete, recógete, recógete), y le arrojaban polvo.

En Larraun (N) se salpicaban gotas de agua con una mano que se iba metiendo en un balde de agua, pertza. Aseguran que era lo más eficaz. También se hacían chocar dos piedras a la vez que se decía: «Bertan Maria, bertan Maria», pues recuerdan que a las abejas se las llamaba María.

En Liginaga (Z) producían ruido golpeando útiles de hierro, echaban al aire tierra o polvo y le dirigían estas palabras: «Ainddere edderra, pausa zite» (Señora hermosa, detente).

En Aurizperri (N) a fin de que las abejas no se alejaran se tomaban dos piedras en las manos y se golpeaban una contra otra a la vez que en voz alta se decía repetidas veces: «Aindde re ederra, bill etxera» (Señora hermosa, recógete a casa).

Una informante de Mélida (N) ha oído que para obligar a posarse a un enjambre se echa una prenda de ropa al aire, pero nunca lo ha intentado.

En Astigarraga (G) no se obligaba al enjambre a posarse, antes bien, se observaba y esperaba a que lo hiciera por sí mismo, siguiéndole en su vuelo. Se dice que las abejas se posan en dos lugares distintos y que el segundo es el definitivo, por lo que se aprovecha este último para capturarlas.


 
  1. Los datos referentes a esta localidad han sido tomados de Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. «Apellániz. Pasado y presente de un pueblo alavés» in Ohitura, 0 (1981) pp. 118-119.
  2. «Arrautzen defensorea Jonas da, erleena Abel. […] Abelek gorde dagizala esaten da erleakaitik. Ume bateatu bagakoari bere esaten ddako Abelek gorde dagiala». Vide Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 98.