Vacas y bueyes

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En el territorio estudiado las razas autóctonas están constituidas por ejemplares adaptados a las duras condiciones climáticas de los montes, donde han desarrollado la principal parte de su ciclo vital. En Álava la raza predominante ha sido la terreña y en la vertiente atlántica la conocida como betizu, a excepción de las Encartaciones de Bizkaia donde se ha criado la monchina. Otra raza autóctona de amplia distribución ha sido la pirenaica, que en décadas pasadas sufrió un importante declive pero que en la actualidad ha recuperado parte de sus efectivos.

La primera raza de vacas introducida masivamente con fines productivos fue la pardoalpina o suiza. A ésta le siguió la frisona, que ha desbancado a todas las demás en el área donde la ganadería se ha especializado en la producción lechera. En los últimos años y debido a los cambios operados en los mercados se ha extendido la cría de animales de aptitud cárnica como el ganado charolés y limusín[1].

Pero la práctica de introducir razas no comenzó con las anteriores, procedentes de diferentes países europeos, sino con razas de territorios más cercanos al área estudiada, tal es el caso de las vacas tudancas y asturianas.

A lo largo de este apartado se mencionarán otras razas tanto autóctonas como foráneas.

Vacas de raza pardo-alpina o suiza. Ezkio (G), 1996. Fuente: José Zufiaurre, Grupos Etniker Euskalerria.

Una práctica general ha sido la de mezclar las razas vacunas obteniendo animales llamados mixtos o mestizos. Los progenitores de los mismos han variado dependiendo de las razas dominantes en cada localidad.

En cuanto a la denominación de las razas se han manifestado los problemas habituales. Una misma raza puede recibir diferentes denominaciones dependiendo de las localidades, lo que a veces impide saber a qué animal se están refiriendo los informantes.

Blondas de Aquitania. Zuberoa. Fuente: Michel Duvert, Grupos Etniker Euskalerria.

En este apartado referente a las vacas ordenaremos la información obtenida en las encuestas en función de las diferentes razas de ganado autóctono. Todas ellas se caracterizan por su rusticidad y su perfecta adaptación al ambiente donde se crían, especialmente a nuestras montañas. En tiempos pasados éstos eran los bóvidos más numerosos pero a medida que se fueron introduciendo nuevas razas con el objeto de mejorar la producción de leche y carne, las primeras se vieron relegadas progresivamente a las áreas de más difícil orografía y de peores pastos, donde sobreviven en la actualidad gracias a las características citadas, si bien la mayoría en grave peligro de extinción.

En todas las poblaciones que se citan seguidamente aparecen otras razas, unas cuya introducción tuvo lugar tempranamente, la mayoría de ellas procedentes de regiones de la cornisa cantábrica o del norte de la península, otras que se comenzaron a difundir a finales del siglo XIX o el primer tercio del XX, como la suiza y la frisona y, por último, razas de más reciente incorporación como la jersey de aptitud lechera o la charolesa, limusina, blonda de Aquitania o blanco azul belga para carne.


 
  1. A lo largo de este capítulo empleamos los nombres de estas dos razas francesas: charolaise y limousine, castellanizados, tal y como los pronuncian los informantes.