Sobre la procreación

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Las creencias citadas anteriormente recogidas en la comarca de Gernika (B) sobre la influencia de los periodos lunares en el sexo de los futuros pollos son equiparables a los resultados en caso de fecundación tanto al inicio de la luna nueva como de la llena para todas las especies animales. Lo mismo ocurre respecto a las anormalidades con que nacerán las crías en caso de que la fecundación tenga lugar en «día rebelde», esto es, en luna nueva o en luna llena.

En Ainhoa (L) no había tiempo señalado para la cubrición de las ovejas, pero se creía que la efectuada en creciente daba como resultado corderos machos, mientras que la de menguante producía hembras[1].

En Isaba (Valle de Roncal-N) cuando a una oveja se le hacía difícil el corderar, parir, le ponían una cruz de espárrago salvaje o de esparto encima de la cruz de los riñones, sujeta con su propia lana. Decían los pastores que actuando así pronto sacaba el corderillo[2].

En San Martín de Unx (N) para proteger a las ovejas contra la mala suerte, así como para que «echasen las parias» las recién paridas, se les ponía una crucecita de esparraguera en el espinazo, a la altura de los riñones.

En el barrio carranzano de Bustillo (B), cada 17 de enero, festividad de San Antonio Abad, se tenía la costumbre de esquilar los rabos de las vacas y limpiar las telarañas de la cuadra, empleando para ello un ramo de encina o de remolorio, laurel. Labor esta que ya no se repetía durante el resto del año pues existía la creencia de que de lo contrario malparían las vacas de la cuadra.


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. «Contribución al estudio de las industrias tradicionales derivadas de la leche en Ainhoa» in AEF, XV (1955) p. 49.
  2. Ramón VIOLANT I SIMORRA. El Pirineo español. Tomo II. Barcelona, 1986, p. 404.