Instrumentos músicos de los pastores

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Los pastores jóvenes de Gorbea (B) en la década de los años veinte se divertían tocando instrumentos músicos tradicionales como el tambor, la dulzaina, la alboka, etc.[1] También se menciona la filarmónica, mosukitarra, como instrumento muy utilizado por los pastores. Sin embargo el pastor mismo podía confeccionar artesanalmente pequeños instrumentos con elementos que tenía a su alcance.

Cuernos

En nuestras encuestas hemos recogido algunos ejemplos de fabricación de instrumentos por parte de los pastores.

En Gorbea (B) el cuerno, adarra, era un instrumento utilizado antaño para llamar a distancia. Para fabricarlo se utilizaba un asta de buey que tuviera una forma ligeramente curvada. Se le cortaba la punta y se soplaba fuertemente por este orificio, orientando hacia el cielo la boca del cuerno.

En la Tierra de Ayala (A) se indica que algún pastor agujereaba cuernos de vaca y los hacía sonar; se oía desde el valle lo que tocaban en la sierra.

En Moreda (A) también se hacían cuernos con astas de toros, cabras, etc. Posteriormente éstos fueron sustituidos, al parecer, por instrumentos de viento como las cornetas.

Silbos y flautas

Era común que los pastores confeccionaran silbos y pequeñas flautas con objetos que tenían a su alcance. En la Sierra de Badaia y en Pipaón (A) los fabricaban con huesos de animales o con trozos de madera. En Carranza (B) se elaboraban silbatos con trozos de corteza de sauce y flautas con astas de cabra. Abrían un orificio en la punta y le introducían una lengüeta hecha de roble o avellano duro. Luego hacían en la parte superior cuatro agujeros y practicaban otro orificio en la parte inferior del cuerno.

Sumpriño

Los pastores del valle de Larraun (N) que subían con sus rebaños a la Sierra de Aralar en la zona de Ata tocaban una especie de flauta rústica a la que denominaban sumpriño.

Según la encuesta de campo que llevó a cabo en su día José María Beltrán[2] este instrumento musical estuvo en uso en la zona hasta los años veinte.

Lo fabricaban artesanalmente los propios pastores. Avanzada la primavera, en los meses de mayo y junio cuando la savia fluía bajo la corteza de los árboles y habían nacido los helechos, cortaban en el monte varas de avellano de dos metros de largo y de 4 ó 5 cm de grosor. Este corte tenía lugar durante el menguante de la luna, ilbera.

Para hacer el instrumento escogían varas de corteza fina, sin rugosidades, brotes, ni desconchados. A este palo le hacían con la navaja una incisión en espiral que iba de un extremo al otro. Así obtenían una tira de corteza de 6 a 8 cm de ancho; debido a la abundante savia era muy fácil desprenderla del tronco.

Separada la tira se le hacía un corte en un extremo y se doblaba; esta punta funcionaría a modo de boquilla. Las dos paletas que se formaban debían vibrar cuando se soplaba y emitir el sonido.

Sobre esta primera dobladura se iba enrollando el resto de la tira; en cada vuelta se había de cubrir la mitad (unos 3 cm) de la vuelta anterior formando así un cucurucho largo de unos 50 a 70 centímetros.

A medida que se iba montando se comprimía la tira contra la sección que quedaba abajo; la savia misma hacía de pegamento e impedía que el aire escapara por las junturas.

En el extremo más ancho las tiras se sujetaban atravesándolas con un pincho, errena, de espino, elorria. Se arreglaba la boquilla, pipitta, igualando las paletas y quitándoles las asperezas con la navaja. Para terminar, en el tercio final de la parte más ancha se le hacían dos agujeros.

Las medidas de esta flauta podían variar, desde los 20 hasta los 40 centímetros. Su sonido tenía mayor gravedad cuanto más largo fuera el instrumento.

Era un objeto que tenía corta vida, se conservaba durante seis meses o, como mucho, un año. Para mantenerlo lo metían en agua el mayor tiempo posible.

Los pastores utilizaban el sumpriño para comunicar a otros pastores su situación o establecer una relación entre ellos; también para avisar de su llegada cuando se iban acercando al pueblo.

Proceso de fabricación del sumpriño. Valle de Larraun (N). Fuente: Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra. Tomo X. Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1978: Juan M.ª Beltrán Arguiñena.

Alboka

Uno de los intrumentos músicos artesanales más complejos confeccionados y ejecutados por los pastores ha sido el albogue, alboka en lengua vasca[3]. Su uso se ha constatado en zonas de Gorbea (B), Urbia (G), Aralar (N) y Urbasa (N)[4].

El instrumento está montado sobre una base llamada en euskera buztarria, o yugo, hecho de madera de nogal o peral; sobre él se ajustan dos cañas ligeras que antaño eran huesos de tibias de cigüeña o grulla y dos cuernos, uno mayor que otro, de vaca o de novillo. En su proceso de fabricación para fijar y ajustar estas piezas se usan cera y lizo o hilo. Tiene además una lengüeta metálica por donde se sopla.

Albokari de Uharte-Arakil (N). Fuente: Barrenetxea, José Mariano. La alboka y su música popular vasca. Estella, 1986.

Los que tocaban la alboka ponían un cabello humano o un pelo de crin de caballo entre la lengüeta y el canuto de caña, para que la lengüeta quedara entreabierta al resoplar. Dicen que los jóvenes utilizaban para esto un cabello de la trenza de sus novias y, al parecer, por ello tocaban la alboka con más entusiasmo.


 
  1. Eulogio GOROSTIAGA. «Zeanuri. Chozas del Gorbeie» in AEF, VIII (1928) p. 36.
  2. Juan María BELTRÁN. «Azal doiñuak, Sumpriñu eta Txulubite» in CEEN, X (1978) pp. 349-362.
  3. Azkue en su diccionario consigna también la denominación zinburruna para referirse a este instrumento.
  4. José Mariano BARRENETXEA. La alboka y su música popular vasca. Estella, 1986; y Jesús de LARREA. «La ‘alboka’» in Euskalerriaren alde, XX (1930) pp. 173-179.