Prevenciones contra los animales dañinos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Una antigua superstición arraigada en Carranza (B) consideraba a la paniquesa o comadreja como animal de mal agüero. Según la creencia local, el que se encontraba con una paniquesa procuraba no asustarla ni hacerle daño, ya que se le atribuía una naturaleza vengativa de modo que, si se intentaba matarla y no se conseguía, al volver al caserío encontraría al mejor animal del establo muerto o a las vacas y ovejas con las ubres mordidas.

Antaño en este mismo valle si la paniquesa merodeaba por el establo, los dueños del caserío tomaban precauciones para alejarla y que no mamase a las vacas y ovejas. Para ahuyentarla era habitual quemar en el portal ramas de ajos y zapatuñas, alpargatas y zapatos viejos. Algunos pastores tenían por costumbre colocar varios cascabeles o campanillas a las ovejas para evitar que la paniquesa acudiese a mamarlas. Así, al inquietarse ante su presencia, el ruido de éstos la ahuyentaba.

En Apellániz (A) para que la comadreja, paniquesilla, no entrase en las cuadras se quemaban albarcas o calzado viejo[1].

En Bernagoitia-Aramotz (B) para ahuyentar a la comadreja, ogigaztaia, se les colocaban a dos o tres ovejas del rebaño collares provistos de pequeños cencerros, txilliñak, en su parte inferior y cascabeles en la superior.

En Ernio (G) se les ponían a seis o diez cabezas de ganado unos collares con cuatro campanillas, txintxarriak, para evitar el ataque de las comadrejas, erbinudea.

En Valcarlos (N) en la década de los cincuenta, se desinfectaba de antemano la borda a la que tenía que ir el ganado. Para ello hacían fuego en una caldera y quemaban calzado viejo, tela y ropa usada. Luego rodeaban el edificio y recorrían el interior llevando consigo la caldera. Le atribuían poder contra serpientes, ratas y otros animales nocivos.

En Lezaun (N) para que no entraran las culebras en la cuadra, ya que se creía que mamaban a las vacas y les quitaban la leche, se quemaba en ella un cuerno.

En Zeanuri (B) era costumbre poner un cascabel a un carnero pequeño, axuri-aaritoa, o a alguna cordera de buena calidad, con la finalidad de engañar al zorro, para que creyera que se trataba del perro y de esta manera no se acercara al rebaño.

En Izurdiaga (N) a las ovejas y cabras que tenían cría se les colocaban unos cencerros pequeños o esquilas para evitar que las alimañas atacaran los rebaños.

En Amézaga de Zuya (A) se creía que los ganados que pastaban en la campa de la ermita de Jugatxi o sesteaban en su cabaña no corrían peligro de ser atacados por el lobo ni otra clase de alimañas, pues los protegía la Virgen. Según una leyenda:

«Una loba vieja que intentó atacar a un cordero se asustó al oír el toque de la campana y cayó en un helechal donde una jabalina amamantaba a sus rayones; ésta se revolvió enfurecida y mató a la loba abriéndole el vientre con sus colmillos».

En Liginaga (Z) para proteger a las gallinas contra el gavilán, ulhaintsa, se colocaba en el gallinero sobre un palo alto una hoz con el filo orientado hacia arriba[2].

En San Martín de Unx (N) se permitía que proliferaran las arañas en el establo para que se comieran las moscas.


 
  1. Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. «Folklore de la montaña alavesa» in AEF, XX (1963-1964) p. 30.
  2. Los datos referentes a esta localidad han sido tomados de José Miguel de BARANDIARAN. «Materiales para un estudio del pueblo vasco en Liginaga (Laguinge)» in Ikuska. Nº 4-5 (1947) p. 129; Nº 8-9 (1948) p. 18 y Nº 2-6 (1949) p. 43.