Trashumancia estival a las sierras de Urbasa y Andia
A Urbasa y Andia han acudido pastores de prácticamente toda Navarra, dada su condición de montes de propiedad real, a los que tienen derecho de uso y disfrute todos los navarros, la calidad de sus pastos y a que son las sierras con prados estivales más cercanas a la Ribera y Zona Media. Hay constancia documental[1], todavía en las primeras décadas del s. XVIII, de la utilización de sus hierbas por el ganado ovino de la Navarra Media central (Tafalla, San Martín de Unx, Ujue, Olite, Pitillas), la Ribera del Aragón (desde Murillo el Fruto a Milagro), los valles de Esteribar y Erro, los de la Cuenca de Pamplona, la Ribera riojana del Ebro y, sobre todo, la mayor parte de Tierra Estella. Estas localidades, aparte de los valles limítrofes (Burunda, Arakil, Améscoas) que lo hacen en régimen de transterminancia, practican una trashumancia directa o ascendente para aprovechar los pastos de verano.
Los datos sobre el número de cabezas trashumantes[2] indican su importancia, si bien es menor en número que en el caso bardenero y, como éste, entró en un progresivo declive a lo largo del s. XX. A diferencia de aquél no presenta signos de revitalización, pues apenas media docena de ganaderos procedentes de los pueblos de la Ribera suben en la actualidad a estos pastos. Este número sólo aumenta cuando en la Ribera se produce extrema sequía estival. Son generalmente grandes rebaños que se centran en los pastos de Andia, pues Urbasa es más boscosa.
Las dos cañadas más utilizadas por los pastores trashumantes son la Cañada Real de Tauste a Urbasa-Andia y la Cañada Real de Valdorba a Andia. Los ganaderos de la ribera del Ega utilizaban la Cañada Real de Milagro a Aezkoa en las primeras etapas hasta conectar con la Cañada Real de Tauste a Urbasa-Andia.
Quedan pocos datos sobre las características de esta marcha trashumante, pero los informantes de nuestras encuestas de Allo, Mélida, San Martín de Unx y Lodosa guardan memoria de la misma. Se recuerda el cobro de impuesto a los trashumantes en el puente de Eriete (Zizur). En Allo se tiene constancia de esta práctica durante la primera mitad del s. XX y su estancia era corta, apenas 45 días. En Mélida la trashumancia a Urbasa-Andia se realizó hasta los años setenta. La cañada se recorría en tres o cuatro jornadas y la estancia duraba entre un mes y medio y dos meses. El traslado lo hacían todos los pastores, sirvientes y mayorales, pero no los amos. Transcurridos de seis a ocho días de la llegada a la sierra, la mayor parte de los pastores volvían a casa y sólo se quedaban con el ganado uno o dos.