Bizkaia
Los pastores de la vertiente vizcaina del Gorbea descendían a sus valles respectivos de Arratia y Orozko. Los de este municipio, una vez agotados los pastos del valle prolongaban su trashumancia invernal por Baranbio y Luyando hasta Orduña y por otra vía hasta Gordejuela y Sodupe. Los pastores de Zeanuri se detenían primeramente en las praderas privadas, barrutiak, del municipio pero podían bajar por el valle en busca de pastos hasta Lemona e incluso hasta Bidebieta (Basauri). El pago por estos pastos se hacía normalmente en especie (ovejas viejas, corderos, etc.) y menos veces en dinero.
La zona de Amorebieta-Lemona ha sido frecuentada habitualmente por pastores itinerantes, sobre todo de paso hacia el Munguiesado y Txorierri. Tradicionalmente el precio por el alquiler de los pastos se hacía en especie, es decir, mediante corderos o quesos. Hoy día se ha introducido el pago en metálico, aunque esta modalidad continúa siendo minoritaria. No es infrecuente que los caseríos que carecen de ganado dejen libre pasturaje para así poder mantener los terrenos limpios y abonados.
Los pastores de la zona del Oiz debían pagar un precio, siempre en metálico, por la estancia/manutención y el pasto que ocupaban. Ahora bien, si la casa estaba semiabandonada no se pagaba nada. El convenio por los pastos, larrak, era de corta duración, entre 10 días y un mes, mientras que por el alojamiento era anual. El precio de la hierba variaba según su calidad y se establecía en un tanto por día o por superficie. En los años cuarenta se pagaba en este concepto cinco duros al día; en los años sesenta, 1.000 ptas. diarias y en los ochenta, 25.000 por el total. Los pastores trataban de ir complementando pastos buenos con otros de menor calidad. En ocasiones eran los propios dueños de la tierra quienes solicitaban que introdujeran los rebaños para limpiar un terreno, generalmente la huerta, y abonarlo con el estiércol. En estos casos, siempre había costumbre de regalarles algunos quesos a cambio.
En la zona de Sollube el arriendo de los pastos se paga en dinero. Los arrendatarios tienen obligación de dejar pastar a los rebaños cuyos titulares sean hijos de la localidad, pagando éstos a su vez una cantidad determinada por el número de ovejas si hacen uso de este derecho.