Pastos invernales o de valle

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Los pastos de altura sólo se podían aprovechar durante el periodo anual de bonanza climática. En el área de influencia atlántica durante el periodo invernal las ovejas pastaban en prados bajos. La alimentación se completaba con forrajes en verde que se sembraban con este fin, con forrajes secos recogidos durante el periodo estival y con cereales y piensos. En ocasiones se efectuaba una trashumancia de corto recorrido o transterminancia hacia localidades costeras y por ende de clima más benigno.

En Triano (B) cuando las ovejas se trasladan desde el pasto veraniego a las cercanías del hogar del pastor, son introducidas en prados, denominados piezas o paciones. Aquí permanecen cuatro o cinco meses: los últimos de la gestación, durante la parición y a lo largo de la lactación de las crías. En esta época son trasladadas de prado en prado. Las plantas que más abundan son el llantén, trébol, diente de león, grama, arvejana y ballico, además de diversas gramíneas. Esta alimentación se alterna con forraje seco: paja de avena y cebada, alfalfa, veza o hierba seca, esta última recolectada en junio o septiembre en los mismos prados en que pastó el rebaño el invierno anterior. La hierba seca se reserva para días de nieve en que las ovejas no pueden salir a pastar. También se complementa con grano en el pesebre en raciones matinales y nocturnas: habuca de Tudela, borona, cebada, avena, salvado, además de nabos picados y remolacha. Antiguamente esta alimentación se ayudaba con hojas de árboles, como las hojas secas de encina, hiedra y borto o madroño. Sus ramas se cortaban en octubre/noviembre. El pastor de Zamaia recuerda que se les suministraban gavillas de hojas de roble secas. Para prepararlas se cortaban y se dejaban secar durante unos quince días, transcurridos los cuales se hacían manojitos. También se les daban de encina, chopo, alsalce o sauce, avellano y castaño.

En Abanto, Galdames, Muskiz y Zierbena (B) en invierno permanecen en zonas más bajas, esto es, en los montes comunales próximos a la costa (Lucero, Montaño, Serantes, Janeo, Ramos, Campomar, Mello y Posadero en Muskiz) y en prados y campas de particulares.

En Forua (B) un tipo de forraje que gustaba mucho a las ovejas era el trébol de flor morada, frantzes-bedarra. Se sembraba en otoño antes de que se cortara el maíz y brotaba en primavera. Este forraje desapareció hacia 1965-70 cuando se abandonó la siembra del maíz ya que eran cultivos asociados. También les gustaba la alfalfa, alfalfea, y se les daban de comer nabos, pero éstos no a menudo. De 1960 en adelante se empezó a proporcionarles grano de maíz y salvado.

Rebaño en pastos invernales de Suhuskune (BN), 1999. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.

En Bolibar (B) antaño a las ovejas se les suministraba forraje de siembra pero ahora sólo comen la hierba de los prados, prantzes-bedarrik oiñ ez dago, landakoa bakarrik. Cuando hace mal tiempo se estabulan para que no estropeen los prados y se les proporcionan pienso y hierba seca enfardada. En épocas pasadas se les daban nabos y pienso cuando por las inclemencias del tiempo permanecían en la cuadra o estaban recién paridas.

En Gerena (B) mientras el rebaño permanecía en casa pastaba en los prados y también se le daba nabos, aunque a juicio de los informantes las ovejas no los apreciaban. A veces comían una clase de trébol de siembra que llamaban pagotxa y del que saben que en otros lugares recibe el nombre de frantzes-bedarra y en el Duranguesado verde, berdea Durangon partean.

En Berriz (B) consideran como forrajes muy buenos para las ovejas la alfalfa, alfalfea, y el llamado berdea, que en otras partes denominan frantzes-bedarra. También se les dan nabos troceados.

En Bernagoitia (B) antiguamente se sembraban forrajes como el denominado berdea, también llamado en otros lugares frantzes-bedarra. Se sembraban en los maizales y en los campos de nabos para dárselos a las ovejas.

En Orozko (B) una de las razones que se aducen para que el ganado baje del monte al caserío es que quiere y necesita sal. Antaño se les suministraba en los establos y hoy en día la Diputación distribuye por los pastos del Gorbea unos bloques de sal en forma de roscos de unos diez kilos que los sitúan en zonas estratégicas para que el ganado los chupe. Actualmente hay suficiente pasto en los caseríos debido a que la tierra destinada a la labranza es escasa; la alimentación se complementa con pienso por lo que los rebaños están mejor cuidados. Hasta la introducción del pienso y por falta de prados los pastores se veían obligados en primavera, de marzo a mayo a llevar los animales a pueblos distantes de la costa donde poder darles de comer. Regresaban en el momento de subirlos al Gorbea. A las ovejas cuando estaban en el caserío les gustaba comer la hierba conocida como frantzesa o sekulabedarra. Hoy en día se alimentan con pienso.

En Ernio (G) no les dan aporte de ración en el monte ni tampoco sal; sin embargo, en el invierno, en la cuadra, suelen tener unas bolas de sal atadas con cuerdas a una columna para que las chupen cuando quieran.

En Sara (L) desde el Año Nuevo hasta Andre Mari Martxoko, Nuestra Señora de Marzo, es decir, hasta el 25 de ese mes, las ovejas pacían en los prados bajos cuyos pastos tomaban en arriendo los pastores. Desde esa fecha hasta mediados de abril muchos rebaños se alimentaban en los campos de sus dueños, generalmente situados a mayor altitud. Después subían a los pasturajes altos.