Palomares
Frecuentemente los palomares estaban ubicados en los camarotes. En Allo (N) algunas casas tenían su pequeño palomar en un granero de la parte alta de la casa. La cría de estas aves nunca fue habitual en el pueblo pero siempre hubo familias que los tuvieron. El palomar disponía siempre de una pequeña ventana al exterior que podía estar cerrada con malla de alambre o abierta del todo para permitir la salida de las aves. En este caso se ponía una jarra vieja de porcelana o una lechera de aluminio colgadas de un palo para que les sirvieran de referente[1].
En Bernedo (A) el que tenía palomas las albergaba en un recinto del alto de la casa. En Amorebieta-Etxano (B) les ponían una palomera en el camarote con una pequeña puerta de entrada y una madera saliente para que pudieran posarse.
En San Martín de Unx (N) los pichones se crían generalmente en el desván de la casa, habilitado como palomar.
En Urduliz (B) si no tenían un palomar o lugar apropiado para ello solían hacer los nidos en el hueco que queda entre el falso techo de la vivienda y el suelo del camarote; éste era un lugar muy resguardado y de difícil acceso para los de la casa. También tenían costumbre de entrar por el balcón y resguardarse en el camarote.
En Pipaón (A) las tenían cerradas en unos palomares amplios y bien situados. Uno de los descritos está situado en una primera planta a diferencia de lo constatado antes y el otro, ubicado en un bajo, es un cuadrado a modo de jaula hecho con tela metálica.
- ↑ No obstante, había ocasiones en que no se permitía la salida de palomas, como lo recuerda un artículo de las Ordenanzas municipales de 1917: «Los dueños de palomares han de tenerlos cerrados durante los meses de Octubre y Noviembre, y desde el 15 de Junio hasta el 15 de Agosto, para evitar los daños que pudieran causar en la sementera. Los infractores sufrirán la multa que proceda conforme á las disposiciones vigentes».