Trashumancia menor y transterminancia estivales

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Montes de Álava

En Álava se ha registrado la práctica de este régimen itinerante con carácter general en la mayoría de las áreas de pastoreo, adonde también han acudido pastores de localidades vizcainas próximas.

En la Sierra de Badaia y los pueblos de su vertiente oriental compran pastos pastores de Abecia (A), Orduña y Orozko (B). Aprovechan los barbechos y montes bajos hasta que las ovejas empiezan a parir. A Ribera Alta acuden rebaños de la zona de Amurrio y Urkabustaiz. A esta última localidad venían en el decenio de los cincuenta pastores vizcainos, pero la extensión de la repoblación de pinos les obligó a buscar pastos en otras zonas. A los pastos de Toloño suben los rebaños tanto de las localidades de la falda septentrional (Pipaón, Berganzo), como de la meridional (Moreda, Lanciego).

Pastor de Lanciego subiendo a Toloño (A), 1996. Fuente: José Ángel Chasco, Grupos Etniker Euskalerria.

En tiempos pasados (está documentado desde mediados del s. XVIII), hasta finales del s. XIX, grandes rebaños mesteños trashumaban en verano con ganado merino desde Castilla a las montañas alavesas, resultando este territorio punto de confluencia del pastoreo tradicional de la vertiente atlántica y el pastoreo trashumante merinero. Al parecer fue tras la Guerra de Sucesión española y coincidiendo con un aumento paulatino de la ganadería merina castellana cuando comenzaron a acudir al Valle de Valderejo los primeros trashumantes con la intención de aprovechar sus pastos. Los pastores itinerantes que realizaban esta trashumancia hasta San Miguel (el 29 de septiembre, fecha en que iniciaban el regreso a sus tierras de origen, procedían sobre todo del alto Sistema Ibérico, es decir de la zona sur de La Rioja y de algunas localidades burgalesas y sorianas colindantes[1]).

Montes de Bizkaia

En el monte Gorbea (A, B), donde los pastos son abundantes tanto en extensión como en altitud, se observa un movimiento itinerante dentro de la propia montaña. Por el contrario, en el Valle de Carranza, durante la estancia estival en la sierra, los pastores acostumbran a permanecer siempre en los mismos pastos, si bien en años de sequía se trasladaban de unos a otros buscando los que se conservaban más frescos.

En el monte Oiz y en su entorno han pastado los rebaños de los pueblos que lo bordean (Ajuria, Mendata, Maguna, Zenarruza, Gerena, Berriz, Garai) y algunos pastores siguen acudiendo también hoy día. El traslado al monte se hace a pie, pues apenas dista una hora de marcha de los puntos de origen. Cada localidad ocupaba una porción de ladera del monte, según su orientación, sin franquear su cumbre. A la subida se ocupaban los pastos más altos y a comienzos del otoño se bajaba a los pastos medios, donde permanecían hasta la definitiva vuelta a casa a finales de otoño o comienzo del invierno.

En los montes de Urkiola, junto a las estribaciones de la sierra de Anboto, la mayor parte de los ganados que pastan proceden del cercano Valle de Atxondo. La ascensión a los pastos de altura apenas viene a costar como máximo unas dos horas y media. Antiguamente cada pastor hacía la subida de manera independiente. Desde mediados de los años noventa se organiza colectivamente dentro de un ámbito festivo, con el ánimo de revitalizar esta costumbre tradicional y darla a conocer a la población procedente del medio urbano. Esta subida al monte ritualizada, con connotaciones folclóricas puesto que se anuncia, se acompaña de música, etc., se ha constatado también en otros lugares como Zeanuri, al emprender la subida al Gorbea. No obstante, muchos pastores continúan haciendo el traslado del ganado en camiones para evitar los riesgos de la carretera.

Sierras de Aralar y Aizkorri

El Goierri es uno de los puntos de pastoreo estival más importantes de Vasconia, pues aquí se sitúan las sierras de Aralar y Aizkorri.

En Aizkorri los pastos son aprovechados por localidades de Guipúzcoa y Álava. Los principales rebaños guipuzcoanos proceden de Zegama, Zerain, Idiazabal y Segura; los alaveses son de Araia, Zalduendo, Galarreta y Gordoa. Las hierbas de mejor calidad se localizan en la zona guipuzcoana de la sierra, por lo que los pastores alaveses tienden a trasladarse a ella. Se trata de pastos de difícil acceso por la complicada orografía de la zona, a los que se llega por caminos y pistas en mal estado. Las majadas de Urbia, Oltza, Malla y Duru cuentan con los mejores pastos.

En Aralar pastan rebaños guipuzcoanos y navarros. Las principales localidades guipuzcoanas que aprovechan sus pastos de verano son Ataun, Amezketa, Abaltzisketa, Beasain, Gaintza, Lazkao, Olaberria y Zaldibia. En Navarra son las localidades de la Burunda, Tierra de Aranaz y los valles de Arakil, Araiz y Larraun. Sus prados más famosos[2] son los de Txindoki y Errenaga, así como los rasos que se encuentran entre Mailoa y Enirio, conocidos como «Unagako soilak», seguidos de los de la zona del valle de Ata, Sastarri y montes de los alrededores de Madoz. Son pastos que se encuentran bien delimitados y casi todos tienen sus propios y concretos caminos de acceso.

También suben a pastar a esta sierra rebaños procedentes de zonas más lejanas, como Aia (G), y que están a unos 45 km de la sierra, estableciéndose una complementariedad entre el Ernio y Aralar, que antaño tenía gran peso en el pastoreo. Los pocos rebaños que siguen practicando esta pequeña trashumancia, en Aia uno sólo, invierten dos días en hacerla según el siguiente itinerario: el recorrido del primer día se hace en doce horas y se inicia en Aia, Iturriotz, collado de Zelatun, Bidania, Venta de Santutxu (Albiztur), barrio de Aldaba (Tolosa), Alegia y Amezketa, pernoctando en esta última localidad. En la segunda jornada se asciende a Aralar y se tarda unas cuatro horas.

Este desplazamiento se efectúa por caminos de la zona del Ernio hasta llegar a Bidania. A partir de aquí la mayor parte de la ruta es por carretera. La Ertzaintza (policía vasca) escolta los rebaños para ayudar a solventar los problemas de tráfico. El tramo final de carretera se realiza acompañado por un vehículo todoterreno. En el traslado y ascensión los rebaños marchan seguidos, pero evitando siempre juntarse, incluso si llegada la ocasión coinciden en un lugar de descanso para comer.

Preparativos para la subida con el rebaño al monte. Aia (G), 1998. Fuente: Antxon Aguirre, Grupos Etniker Euskalerria.

El trayecto lo hacen habitualmente tres pastores, todos ellos de la misma familia. Los acompaña un caballo que transporta en cestas, saskiak, la comida. La marcha se organiza con un pastor y el caballo conduciendo por delante el rebaño, que le sigue vigilado por los restantes pastores y los perros. A lo largo del camino se efectúan paradas para almorzar y comer. La comida se realiza siempre en paradas fijas, antes al aire libre, ahora en una tasca, donde toman los alimentos que llevan de casa preparados. Siempre ocurre que algún animal no está en condiciones de seguir la marcha; entonces se queda en uno de los caseríos existentes a lo largo del recorrido.

El ascenso a la sierra se realiza a pie y las ovejas se conocen tan bien el camino que casi podrían ir solas. No obstante por si alguna se extravía o se mezcla con otro rebaño, y especialmente si hay alguna res nueva, se les pone una señal identificativa con pintura. Hoy día el número de reses guipuzcoanas que asciende a la sierra va en aumento: en 1998 fueron 16.000 ovejas, 600 vacas y otras tantas yeguas. Cada rebaño ovino, cumpliendo las ordenanzas de 1994, se compone de entre 160 y 500 cabezas. El pastor tiene la chabola en concesión por 10 años.

En la zona navarra, frente a esta revitalización guipuzcoana, sólo la localidad de Errazkin y algunas del valle de Araiz continúan todavía con esta transterminancia a los pastos de verano. Hoy en día la marcha a pie tiende a desaparecer por la peligrosidad que el trayecto por carretera entraña. La mayor parte de los rebaños se transportan en camiones, lo que da lugar a muertes del ganado.

Montes Ernio e Izarraitz

Ernio e Izarraitz son montes guipuzcoanos con áreas de pastoreo de verano, donde cabe hablar de transterminancia. Al primero de ellos ascienden pastores de localidades próximas, como Aia, o algo más alejadas, como Getaria y Berastegi. La subida desde los puntos más cercanos apenas cuesta tres o cuatro horas y como la ascensión es sencilla, pues casi no se precisa transitar por carretera, es suficiente con un pastor. Desde las zonas más distantes se invierten alrededor de diez horas y se necesita el concurso de entre dos y tres pastores. De todas formas, sea de cerca o de lejos, los pastores señalan que la subida se realiza a buen ritmo, pues el ganado, que va con el estómago vacío, presiente el pasto y además conoce perfectamente el camino. Por lo demás en poco difiere de lo señalado anteriormente para la trashumancia a Aralar.

Colocando la dumba a la oveja guía. Aia (G), 1998. Fuente: Antxon Aguirre, Grupos Etniker Euskalerria.

Sierras de Urbasa y Andia

A las sierras de Urbasa y Andia realizan transterminancia desde los valles que las circundan: Améscoas, Yerri, Guesalaz, Valdeallín, Burunda y Arakil. En este caso, el trayecto se hace como máximo en un día, para lo cual se utilizan las cañadas y determinados caminos.

El ganado transterminante está constituido principalmente por ovejas lachas, mientras que el trashumante lo forman ovejas churras. Ha tenido también importancia la movilización del ganado de cerda y caballar, aunque se trata de un fenómeno en franco retroceso.

El ganado porcino ha tenido gran tradición en estas sierras desde antiguo, debido al rico pasto producido por los abundantes robles, encinas y hayas de Urbasa (hayucos y bellotas) y porque su venta constituía una base de subsistencia importante para las familias de los valles cercanos a la sierra. Las ferias de Estella, Etxarri-Aranaz e Irurzun eran el destino de estos animales, que se vendían a los comerciantes de la Zona Media y Ribera de Navarra, donde esta especie no se daba bien. De su relevancia nos da idea el dato de que en 1960, un año bueno, se calcula que pastaban unos 18.000 cerdos. Tenían fama los de Dicastillo. Hoy en día esta práctica ganadera se ha limitado mucho por la estabulación y por las restricciones que la legislación ha introducido.

Otro ganado con tradición en estas sierras ha sido el caballar, en especial de la raza póney o jaca navarra. Eran estimados como animales para tiro ligero en la Ribera Navarra, Zona Media y en otros muchos lugares, siendo su principal punto de venta la Feria de San Fermín de Pamplona[3].

Subida al monte. Aia (G), 1998. Fuente: Antxon Aguirre, Grupos Etniker Euskalerria.

Estos animales pacían libremente por el monte y sólo se recogían en los corrales a causa de las nevadas. Tenían dos o tres meses de buena alimentación en los pastos de verano de la sierra y luego malvivían en los pastos de invierno de los alrededores de los pueblos. Su cabaña ha ido disminuyendo progresivamente debido a la mecanización del campo: en 1952 había 4.330 cabezas que bajaron a 2.028 en 1972. Hoy día, después del cierre de la yeguada que se instaló en Urbasa en los años treinta, sólo queda en esta sierra un rebaño de la raza citada.

En los valles de Lana, Allín y Valdega, situados en el Suroeste de Navarra, el disfrute de las extensas facerías de las sierras de Santiago de Lokiz y Codés hace que practiquen una itinerancia de corto recorrido en periodo de verano hacia éstas y no hacia Urbasa-Andia.

Apenas se ha recogido información etnográfica en torno a la trashumancia del ganado vacuno. En Aoiz (N), existía la costumbre de subir las vacas a pie a los pastos de verano de la Sierra de Abodi en la zona de Jaurrieta. En 1996 se intentó recuperar esta tradición pero no se ha vuelto a repetir porque las vacas se desorientaban durante el camino.

Vasconia continental

La montaña pirenaica se caracteriza por una trashumancia de verano con grandes efectivos, precoz en sus fechas y de larga duración, practicada según la costumbre de Zuberoa «vers les ports par les alchoubides accoutumés». Los caminos hacia los pastos se denominan altxubideak. En la Vasconia continental hacia 1930 el número de cabezas que desarrollaba esta itinerancia suponía alrededor de 170.000 animales.

En Zibitze (BN), Muskildi, Gamere, Altzai, Sohüta (Z) y otras localidades la trashumancia estival se realizaba antaño en tres fases: primera subida hasta el 22 de julio (Maidalena); bajada al valle para el esquileo; y segunda subida hasta el fin del estío.

La primera ascensión a los pastos de la majada o kaiolar la realizaba cada ganado por separado siguiendo los caminos y sendas tradicionales desde su localidad aunque todos subían el mismo día. Se precisaban dos pastores, uno que marchaba al frente y otro en retaguardia. Les acompañaba un burro cargado con los víveres y los utensilios para hacer los quesos. Para la subida se colocaba los cencerros a los animales, lo que hacía que al caminar produjeran un sonido, tzintzarrada, que atraía a la gente a los caminos para observar la marcha. Al llegar arriba les despojaban de los cencerros y todos los rebaños pacían juntos. En los pastos de altura únicamente permanecían, por turnos semanales, los pastores designados por la junta de artzanideak. Si la nieve no se había fundido todavía para la fecha de subida, se permanecía un tiempo en la cabaña más baja o peko olha, donde los pastos son escasos. Cuando se producía el deshielo se subía a la cabaña de la cima o gaineko olha.

En caso de que al comienzo de la estancia se produjera alguna nevada, se hacía obligado bajar con el rebaño hasta el caserío más próximo al kaiolar. Para este descenso, que podía durar entre tres y cuatro horas y que resultaba duro y peligroso, se transportaba únicamente lo imprescindible: los utensilios para el ordeño y la elaboración del queso. En el caserío los pastores podían dormir en el pajar y hacer los quesos en la cocina; las ovejas comían lo que quedaba, fundamentalmente hojas de haya.

La subida a los puertos llevaba a los animales hasta alturas que en el Béarn superaban los 2.000 m. En la región de Garazi (Cize) los pastos de alta montaña se hallaban a 1.000-1.500 m. Algunos pastores iban todavía más arriba, hacia los pastos pirenaicos de la Vasconia peninsular, en los meses de julio y agosto, en virtud de las facerías antes citadas. A partir de ahí se iban desplazando hacia pastos más bajos de la zona pirenaica de Vasconia continental.

La segunda fase tenía lugar hacia el 22 de julio, Maidalena, en que llegaba el fin del periodo de ordeño de los rebaños. Este día subían a los pastos de altura representantes de todos los propietarios y se celebraba una pequeña asamblea en la que se arreglaba todo lo referente al reparto de los quesos, se acordaba la fecha de subida tras el esquileo y se organizaban los turnos de vigilancia para la segunda etapa. Esta reunión se asemejaba a una fiesta en la que, a lo largo de toda la noche, los pastores charlaban, comían y bebían.

A la mañana siguiente el kaiolar se cerraba y comenzaba la bajada al valle para esquilar las ovejas. Para ello era imprescindible hacer primero la selección, berezi, es decir, separar los animales por su rebaño de procedencia. Esta tarea había que realizarla antes de partir, en sarea o en korralea. Se comenzaba por los borregos, se continuaba con las ovejas y se terminaba con los carneros y el resto de animales.

La segunda subida a los pastos tenía lugar al cabo de cuatro o cinco días. En la montaña sólo se quedaban los pastores encargados de la vigilancia por turnos semanales, generalmente en grupos de a dos, tarea para la que ha bían sido designados en la junta o artzanideka. Permanecían a lo largo de tres meses, en función del tiempo, y sólo se ocupaban de sacar los animales por la mañana y recogerlos por la noche.

El día de la bajada definitiva era acordada entre los propietarios. Había de nuevo que volver a separar los animales a primera hora de la mañana para iniciar el descenso al valle. Éste no se llevaba a cabo de una vez, pues era corriente hacer un alto más o menos prolongado en los pastos de media altura, si la nieve lo permitía. Se aprovechaba la hierba que había tenido tiempo de renovarse, alargando de esta forma lo más posible la partida hacia los pastos de invierno, que por no ser propios debían pagarse.

Lefèbvre documenta otra costumbre[4], según la cual, a comienzos del siglo XX el ascenso a la montaña no se realizaba en una sola etapa. Se daba lo que denomina «fase primaveral del periodo estival»: los rebaños no podían permanecer en el valle por razón del ciclo de los cultivos, pero tampoco podían subir a los puertos porque todavía estaban cubiertos por las últimas nieves. En esta coyuntura, los pastores se establecían en los pastos de media altura, hasta que entrado el mes de junio la nieve desaparecía. Estos pastos medios estaban situados a distintas altitudes según las áreas geográficas: en la región de Garazi (Cize) y Lapurdi se encontraban entre 600 y 800 m de altura. Aquí, los pastores se refugiaban en las arteko olhak o cabañas de media altura y ocupaban la mayor parte de su jornada en la elaboración de quesos.

Transcurridos uno o dos meses, cuando los pastos se habían agotado y el calor comenzaba a apretar, se producía la ascensión a los pastos de altura y a las gaineko olhak o cabañas de la cumbre. Esta subida la realizaban también los animales de labor, concluidos el período de lactancia y los trabajos del campo.


 
  1. Gustavo ABASCAL; Diego GASTAÑARES. El Valle de Valderejo: punto de encuentro entre la trashumancia merinera y el pastoreo tradicional en el País Vasco. Vitoria, 1997. Inédita.
  2. GALPARSORO, «Artzantzaz artzain familia batekin», op. cit., p. 209.
  3. En 1934, agricultores de Valencia y Castellón compraron 873 caballos de tipo jaca navarra en esta feria.
  4. LEFÈBVRE, Les modes de vie dans les Pyrénées atlantiques orientales, op. cit., pp. 490-491.