Cañadas. Altxubideak

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Las vías de largo recorrido reciben el nombre común de cañadas, que es la denominación más extendida y se ha constatado en Álava (Agurain, Badaia, Berganzo, Moreda y Valle de Zuya) así como en todas las localidades de Navarra. En este territorio está extendida la denominación cañada real, que también se registra en Berganzo (A), en Oiardo (Urkabustaiz-A); en Sangüesa (N) se documentan los vocablos cabaña, cabañera, camino viejo y carrera. En nuestras encuestas de Zuberoa está acreditada la voz altxubideak para denominar a las cañadas y en la documentación histórica del valle de Roncal (N) se registra el término alchunbidea y en Baja Navarra y Zuberoa[1], alxubide.

Las cañadas navarras, que son las más importantes por su largo recorrido, uso continuado y número de cabezas que las transitan, ponen en comunicación las zonas montañosas de pastos y las tierras de la Ribera del Ebro. Siguen una estructura general que responde a las divisorias de cuencas fluviales. Su trazado marcha por los altos, buscando el paso en los collados y evitando en lo posible las tierras de labor y los valles.

Todas las referencias que hemos recogido respecto a las características de las cañadas actuales se refieren a Navarra. Según Caro Baroja[2], estos caminos ganaderos debieron existir también en los demás territorios de Vasconia peninsular en los ss. XIV, XV y XVI, con características similares a los castellanos, aunque su imagen actual no es muy precisa. En zonas donde la trashumancia de largo recorrido era práctica extendida, como Álava, ha quedado su recuerdo en la memoria popular, si bien su trazado no se ha conservado por la pérdida del uso.

En Navarra eran caminos bien delimitados, amojonados mediante una serie de hitos en piedra y hormigón y que presentan la leyenda C, CA o Cda. Además, a lo largo de su trayecto estaban provistas de una variedad de espacios destinados a satisfacer las diversas necesidades de los rebaños durante la marcha. Así, a lo largo de la Cañada Real de los Roncaleses existían contaderos, lugares estrechos y de obligado paso donde los pastores aprovechaban para hacer el recuento del ganado.

Cañada de los roncaleses, Sangüesa (N). Fuente: Etniker Navarra (Iñaki San Miguel), Grupos Etniker Euskalerria.

Se levantaban también refugios para el ganado, como el de Leyre, el único que hoy en día queda en pie y que se erigió con dinero de la Junta del Valle de Roncal. Allí donde confluían los rebaños roncaleses y salacencos (términos de Cáseda y Carcastillo) proliferaban los corrales con su cobertizo y serenado para guardar el ganado antes de su entrada a las Bardenas. A lo largo de la cañada, los principales hitos de descanso, como Aoiz o Sangüesa, disponían de barreras o rediles en el extrarradio de la localidad, lugares donde el rebaño podía hacer la noche. Los rebaños saciaban su sed en abrevaderos acondicionados como el de Fuentes Negras en Bigüezal.

A lo largo de su recorrido, las cañadas debían atravesar en varias ocasiones los ríos. Para ello se servían de los puentes existentes. Los más transitados eran los de Caparroso, Eriete, Larraga y Yesa. Este último era conocido también como el «Puente de los roncaleses».

En los parajes de paso forzoso, generalmente a la entrada de los términos municipales, era habitual que en cada cañada esperara el paso del ganado el cañadero o guarda encargado de cobrar en otro tiempo el impuesto por el paso de los rebaños. A veces era preciso recurrir a barreras para cerrar el paso[3], como en Urraúl Alto. En ocasiones los pastores se encaraban con el guarda y pasaban sin pagar o llegaban a las armas. En Lezaun, según la tradición, dos estelas discoideas, que estaban en el paraje de Cañazar, recordaban la muerte de sendos guardas de la localidad a manos de pastores riberos que acudían en trashumancia a Andia. Se dice de estos pastores riberos que eran pendencieros y peligrosos.

Estas tasas tienen su origen en la obligación de los municipios de disponer de terrenos de descanso con pasto para que los rebaños pasaran la noche, así como en el derecho de guía. Cuando se atravesaba un territorio era preceptivo que se avisara a la autoridad para que dispusiera un guía encargado de la salvaguarda de las tierras de cultivo y de acompañar a los rebaños durante su recorrido. El origen de estas tasas es antiguo[4]. Su importe se fijaba directamente entre los valles y los municipios, Sangüesa y Cáseda por ejemplo. En otras ocasiones, cuando no se alcanzaba acuerdo, era precisa la intervención de las Cortes de Navarra.

El pago se realizaba en el pasado tanto en metálico como en género, corderos, ovejas y carneros a la bajada y leche a la subida, si bien a lo largo del s. XX sólo se efectuó en metálico. El monto de esta tasa se ha venido estableciendo por cabeza de ganado, casi siempre con base en unidades de 100 ó 1.000 reses. Existe abundante información histórica sobre la evolución de estos peajes en distintas localidades navarras. Se recoge aquí la noticia de 1957, la más reciente constatada de esta costumbre[5]: en Bigüezal se pagaban 20 pesetas por rebaño, en Leyre el monasterio cobraba 1 peseta por cada 100 ovejas, 5 pesetas en Yesa, en Javier 10 pesetas por rebaño más 1,5 ptas. por cada cien cabezas, y un duro en Peña.

En siglos pasados era tal el montante alcanzado por este impuesto que salía a subasta en localidades como Navascués o Sangüesa. En esta última ciudad era costumbre realizar esta subasta «a candela»[6] en una sala del ayuntamiento la víspera del día de Navidad.

Las cañadas han sido fuente de conflictos constantes entre agricultores y pastores y a lo largo de la Edad Media y Moderna las Cortes de Navarra intentaron poner orden. Ya el Fuero Antiguo disponía[7] que «los ganados hayan de tener cabaña y términos libres, francos y quitos por donde pasen, guardando de hacer mal y daño y hayan de cubillar donde la noche les tomare, pues de otra manera no podrían vivir». Las Ordenanzas del Valle de Roncal de 1825[8] prescribían que las cañadas «permanezcan libres y sin que ninguno embarace el tránsito por dichas cañadas, guardándose éstas según su ser y tenor, por los límites que constarán por los instrumentos».

La Cañada Real de los Roncaleses, la más importante y mejor conservada de Navarra, ha gozado de reconocimiento a lo largo de los tiempos, con reposición de mojones y revisión de las servidumbres y tributos que los ganados trashumantes debían cumplir. Se tiene constancia de que en el año 1571[9] se llevó a cabo un amojonamiento de todo su trayecto a cargo del Licenciado Bayona y el sustituto patrimonial Lope Zuria de Caparroso, asesorados por un pastor roncalés. Este amojonamiento, cita recurrente en los pleitos de la época, reseña las mediciones, reparaciones y reposiciones de mojones que la corona llevó a cabo en aquella fecha para devolver la cañada a su estado legal. En otras ocasiones era el Valle de Roncal quien debía costear el arreglo del camino, como en 1717, cuando reparó el puente de Yesa, hundido parcialmente desde la guerra de Sucesión[10]. Hubo también amojonamientos a comienzos del siglo XX, que son la base de los trazados actuales.

Agricultores y ganaderos anduvieron en continuo conflicto por las cañadas. Los primeros estorbaban el paso del ganado, ocupándolas indebidamente, exigían más dinero por el paso que el estipulado por la autoridad y carneaban las reses. Por su parte, los ganaderos reunían en uno varios rebaños para pagar menos y descuidaban el evitar que las ovejas hicieran daño a los sembrados. Fueron numerosos los pleitos que las Cortes de Navarra debieron resolver a este respecto. Javier y Peña eran los términos más conflictivos en la Cañada Real de los Roncaleses.

Las cañadas en Álava

La presencia de vías pecuarias de largo recorrido o cañadas está constatada en Álava, si bien su trazado resulta difícil de precisar, pues en su mayoría han perdido su plasmación en el campo y están desapareciendo progresivamente de la memoria popular.

Hacemos aquí referencia a los datos recuperados por la encuesta etnográfica. Una de las principales vías debía ser la cañada de Valdevilla, que entraba desde Viana (N) hacia Moreda, atravesaba la Sierra de Toloño por Lapoblación (N) y cruzaba el territorio alavés en dirección a Bizkaia y otros lugares. Esta cañada tenía un enlace procedente de La Rioja a través de Oyón, llamado camino de las Carretas. Queda el recuerdo de que a comienzos del siglo XX, en su paso por Moreda, por ella transitaban, además de rebaños de ovejas, manadas de reses bravas.

Otra cañada remontaba el curso bajo del Zadorra hasta la altura de Apodaca, donde se bifurcaba para bordear la Sierra de Gorbea por oriente y occidente. Esta vía era usada por los pastores vizcainos y los ganados del Gorbea para bajar a la Llanada Alavesa, por los pastores de la ribera del Ebro y en general como ruta hacia las ferias castellanas.

Casi paralela a la anterior, discurría otra cañada que seguía el curso del río Bayas, desde Quejana y La Encina (Tierra de Ayala) por Cuartango y la Ribera Baja hasta atravesar el Ebro a la altura de Rivabellosa.

Las cañadas en Navarra

La red de vías pecuarias de Navarra[11] cuenta con 2.139 km de recorrido y ocupa una superficie de 5.613 ha. Su uso está regulado específicamente desde 1943 por el «Reglamento para el Fomento Pecuario de la Provincia de Navarra».

Se distinguen varias categorías de caminos pecuarios en función de su importancia, que son conocidas por la gente, tal como han recogido nuestras encuestas (Allo, Bardenas, Izal...).

Cañadas Reales. Son las nueve rutas principales de la red. Cuentan con una anchura media de 40 m y un trazado de medio-largo recorrido. Se encuentran señalizadas por mojones de piedra u hormigón, de 1 m de altura.

Traviesas. Son vías de segunda categoría. Su anchura media oscila entre los 20 y 30 m. En Allo (N) se conocen por el nombre de travesías.

Pasadas y Ramales. Son las vías locales, que se encuentran en la base de la red. Cuentan con una anchura mínima de 15 m.

No es extraño, sin embargo, que los pastores denominen a todas estas categorías con el nombre genérico de cañada, como ha quedado reflejado en nuestras encuestas de Izurdiaga, San Martín de Unx o Bardenas. Los pastores bardeneros conocen sin embargo que no todas tienen la misma importancia, pues asocian ésta a su anchura, aunque a lo sumo distinguen entre cañadas y el resto, al que llaman genéricamente caminos.

Si las cañadas constituyen los trazados principales, las vías secundarias y terciarias tienen como función conectar aquéllas entre sí, enlazarlas con las localidades y propiciar un más diversificado acceso a determinados accidentes geográficos, como puertos, etc.

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Todas estas vías forman una intrincada red de caminos que no sólo sirven para los grandes hitos de la trashumancia, sino que por su interconexión permitían el libre desplazamiento de los ganados por toda la provincia. Sin embargo muchos trazados se han perdido. La encuesta etnográfica ha permitido constatar que en numerosas localidades navarras (p. ej. en Lodosa, San Martín de Unx) se sabe de su existencia pero se desconocen sus nombres y destinos.

Mojón de la cañada de los roncaleses (N). Fuente: Etniker Navarra (Iñaki San Miguel), Grupos Etniker Euskalerria.

Las vías pecuarias son un espacio muy vulnerable, hasta tal punto que en Álava, Bizkaia, Gipuzkoa, Lapurdi, Nafarroa-Beherea y Zuberoa se encuentran perdidas[12]. Las causas más corrientes de su desaparición han sido la invasión de su espacio por los campos de labor colindantes, la urbanización de tramos próximos a núcleos urbanos, la implantación de infraestructuras viarias (carreteras) sobre su trazado, la ocupación por vertidos incontrolados de todo tipo de desechos (escombros, basura, etc.), la no inclusión en los nuevos planes urbanísticos así como la incidencia de los proyectos de desarrollo rural (nuevos regadíos, concentraciones parcelarias, repoblaciones forestales, etc.).

 
  1. Florencio IDOATE. La comunidad del Valle de Roncal. Pamplona, 1977, p. 125.
  2. Julio CARO BAROJA. Introducción a la Historia Social y Económica del Pueblo Vasco. San Sebastián, 1974, p. 120.
  3. Luis Pedro PEÑA SANTIAGO; Juan SAN MARTÍN. «Estudio Etnográfico de Urraúl Alto (Navarra)» in Munibe, XVIII (1966) p. 110.
  4. URANGA; MUÑOZ, Bardenas Reales, op. cit., p. 30. Ya el fuero de Cáseda de 1129 señala que el ganado que permanezca una o varias noches en su término debe pagar un cordero o carnero por rebaño o una vaca por cada treinta, de los que la mitad eran para el rey.
  5. José Javier URANGA (‘OLLARRA’). A la Bardena del Rey ya bajan los roncaleses. Seis días con los pastores y los rebaños trashumantes. Pamplona, 1957.
  6. Procedimiento de adjudicación consistente en que se admitían pujas durante el tiempo que se mantuviera encendida una cerilla.
  7. Luciano LAPUENTE. «Sierra de Urbasa» in Navarra. Temas de Cultura Popular. Nº 211. Pamplona, [s.a.], p. 23.
  8. IDOATE, La comunidad del Valle de Roncal, op. cit., p. 123.
  9. Ibidem, p. 125.
  10. URANGA; MUÑOZ, Bardenas Reales, op. cit., p. 30.
  11. Está recogida en el Libro General de Cañadas, recopilado en 1924 por Daniel Nagore para la Diputación Foral de Navarra.
  12. En Navarra, desde 1991, desarrolla su actividad la Asociación de Amigos de las Cañadas de Navarra, que tiene como objetivo el estudio, divulgación, defensa y revitalización de la red de vías pecuarias de Navarra.