Roedores
Para evitar que los roedores comiesen los quesos que se estaban curando en la quesera, gaztandegia, el pastor recurría a medios ingeniosos como colocar las estanterías suspendidas por medio de cables que se sujetaban de la armadura de la cubierta. También se atravesaban grandes arandelas de hojalata que hacían aún más difícil el acceso de los roedores hasta los quesos. El sistema más comúnmente utilizado era el del cepo o trampa de aplastamiento. Se denominaba satola o arratola y adoptaba diferentes formas y sistemas. La más extendida estaba formada por un madero que hacía de base y en el extremo llevaba colocado un arco hecho con una rama retorcida. De la parte alta del arco colgaba una cuerda pequeña que en una punta tenía atada una pequeña madera con sus bordes algo trabajados con la navaja. En el otro extremo del tablón se encontraba medio hincado un gran clavo que hacía de apoyo a otra tabla de menor longitud que la de la base y que, colocada algo levantada por la parte delantera, era inestablemente sujetada por la pieza de madera que colgaba del arco. Esta pieza se alojaba por un lado en una pequeña muesca que tenía practicada la tabla que estaba inclinada y por el otro en una ranura que llevaba un estrecho y largo listón que estaba sujeto al clavo antes mencionado. De esta forma el aparato quedaba cargado y sobre la tabla se colocaba una gran piedra. El cebo, que consistía en una corteza de queso o algunos granos de maíz, se sujetaba al listón por medio de un hilo. Al llegar el ratón e intentar mover el cebo que se encontraba elevado y sujeto, movía la madera de la muesca y la tabla con la piedra lo aplastaba. Actualmente el método más utilizado es el de los raticidas y las ratoneras de muelle[1].
Según recogió Barandiaran este tipo de trampa era muy utilizada en las chozas por los pastores de Aralar (G-N). Tenía además la ventaja de que al caer la tabla con la piedra producía el suficiente ruido como para despertar al pastor si estaba durmiendo, de este modo podía volver a montarla evitando que otros sagutxos diesen buena cuenta de los quesos[2].
Otro artilugio para la caza de ratones consistía en una maza que caía dentro de una caja en la que el sagutxo había entrado atraído por el cebo. La maza, que subía y bajaba por medio de un par de palitos, se mantenía en equilibrio por el mismo sistema que la trampa descrita anteriormente. También estaba muy extendido el procedimiento del cuenco y la nuez. El cuenco, bien de madera o de barro cocido, se colocaba vuelto del revés y apoyado su borde en medio de una nuez a la que previamente se le había quitado la cáscara en el extremo que quedaba dentro del recipiente. El ratón, atraído por el cebo entraba dentro y el movimiento al mordisquear la nuez hacía que el recipiente resbalara y lo atrapara al caer. Para cogerlo se levantaba un poco el cuenco hasta que el ratón asomase el rabo y tomándolo por él se le golpeaba contra una superficie dura[3].
En Zeanuri (B) recuerdan que los pastores capturaban ratones y ratas en las chabolas porque les comían el queso. Los cazaban con cepos y también con un sistema consistente en colocar un balde con agua hasta la mitad sobre cuyo borde se disponía un palo de forma que la mitad del mismo se hallase situada en el interior del balde con un trozo de queso en la punta y la otra mitad fuera y apoyada en algún sitio. Cuando el ratón iba a comer el queso, su peso vencía la resistencia del palo y caía al agua ahogándose. Diez o quince días antes de subir al monte con el rebaño, cuando se hacían arreglos en la chabola para pasar el verano, se ponía veneno con el objeto de eliminar estos roedores.