El mastín
La raza más extendida de mastín en el área estudiada, según se ha recogido en nuestras encuestas, ha sido la navarra o de los Pirineos. Se trata de un perro de gran alzada, bien proporcionado, potente y musculoso. Es cariñoso, manso y noble y a la vez valiente y fiero ante los extraños. La cabeza es grande, fuerte y moderadamente larga. Cráneo ancho, fuerte, de perfil subconvexo. Ojos pequeños, almendrados, de color avellana, preferiblemente oscuros. Orejas medianas y caídas, de forma triangular. Cuerpo fuerte y robusto, pero flexible y ágil. Cola fuerte, flexible y muy poblada de pelo largo y suave, formando un vistoso penacho. Pelo tupido, grueso y moderadamente largo. Color básicamente blanco y siempre con máscara bien definida. Eventualmente manchas del mismo color que la máscara repartidas por el cuerpo de forma irregular, pero bien marcadas. Orejas siempre manchadas. Los colores más apreciados son por orden de preferencia los siguientes: blanco puro o blanco nieve con manchas gris medio, dorado-amarillo intenso, pardo, negro, gris plata, beige claro, arena, jaspeado. No son deseables colores rojos para las manchas, ni blanco amarillento para el fondo. Los límites mínimos para la talla son 77 cm para los machos y 72 cm para las hembras si bien se estima conveniente que rebasen los 81 y 75 cm respectivamente[1].
El mastín es un perro inteligente que reúne excelentes cualidades para la guarda y defensa del ganado y de los rebaños. Suele estar sentado en medio de éstos y apenas se le distingue pues el tono de su piel lo confunde con las ovejas (Valle de Zuya-A).
Su principal finalidad ha sido ahuyentar los lobos y demás animales dañinos. Cuando los primeros acudían en grupos se hacía necesaria la presencia de más de uno de estos perros y la intervención de los pastores (Otsagabia-Salazar-N)[2]. Para que luchase con ventaja y esquivase las mordeduras del lobo en el cuello, se le colocaba un collar que se hacía con cuero y clavos (Eugi-N) o que era de hierro lleno de púas y recibía el nombre de karranka (Ultzama-N).
En Roncal (N) el mastín era un excelente guardián de noche mientras los pastores dormían, siempre alrededor del rebaño defendiéndolo de robos y del ataque de los zorros. Por la mañana, en la cañada, llevaban uno de estos perros delante de los chotos y otro detrás del rebaño.
En Ataun (G) en la década de los veinte la mayor parte de los pastores tenían perro mastín, arzakurra, que a veces permanecía atado cuidando la entrada de la txabola y otras acompañaba al pastor[3].
En la Tierra de Ayala (A) aconsejan que si se quiere que cuiden bien las ovejas, hay que criarlos con ellas desde pequeños. Se considera que un mastín es malo si se distrae y se aleja del rebaño. Aun así los lobos suelen burlar la vigilancia de estos perros.
En Bernagoitia y Garai (B) los informantes recuerdan haber oído a sus abuelos que en tiempos pasados los pastores utilizaron perros mastines para proteger el rebaño del acoso de los lobos. El cachorro de mastín, a veces dos individuos, era criado con el rebaño y permanecía día y noche con él. Allí donde se encontraran pastando se le proporcionaba la comida precisa y para nada se le llevaba a casa. Distinguía perfectamente las ovejas propias de las ajenas sin que en ningún momento las atacara.
En aquellas localidades donde se utilizaron mastines, desaparecieron tras hacerlo el lobo ya que dejaron de ser útiles, siendo sustituidos por los actuales perros pastores.
En el Aralar guipuzcoano hasta la década de los años veinte se utilizaban mastines capaces de defender el rebaño de las acometidas del lobo. Una vez que se erradicó este depredador se sustituyó el mastín por la raza que se utiliza hoy en día, de pelo largo rubio y de mediana estatura. La razón del cambio fue económica, puesto que el perro actual al ser mucho menos corpulento, aunque eficaz para manejar el rebaño, come menos que el de antaño.
En Eugi tras la desaparición del lobo también lo hizo el mastín ya que este animal se subía al monte con el rebaño para protegerlo de aquél. Poco a poco fue extinguiéndose éste. Al parecer un cura inventó un fuerte veneno con el que desaparecieron la mayoría de estos depredadores a principios del siglo XX. A partir de dicho momento, los mastines dejaron de ser necesarios por lo que también fueron reduciéndose sus efectivos hasta quedar unos pocos ejemplares. Entonces en todas las casas se introdujo un perro pequeño para dirigir el rebaño. Se conocía desde siempre pero no se utilizaba con esta finalidad. Hoy en día la gente del pueblo no necesita perros ya que apenas hay ovejas, aunque esto no parece óbice para que actualmente se vean muchos más canes que antaño.
En Ultzama (N) el perro pastor desapareció juntamente con el lobo. Esta raza era muy mansa para los de casa pero enemiga de los forasteros y sobre todo del mencionado depredador. Al desaparecer la amenaza, él también lo hizo, surgiendo nuevos perros pastores.
En Améscoa (N) un informante relata que hasta que desaparecieron los lobos, los pastores tenían unos perros fuertes a modo de mastines (y quizá lo fueran) para defender las ovejas y separar las que fueran ajenas al rebaño. Más tarde procuraron hacerse con animales de los llamados perros pastores que son los que ahora tienen todos.
En Sangüesa (N) apenas se recurrió a los mastines. Probablemente se dejaron de utilizar por la desaparición de los lobos, que tuvo lugar a finales del siglo XIX, lo que da a entender que estos animales se llevaban para defender al ganado de las alimañas, no para conducirlo, que es un uso posterior.
En Zuberoa, en el decenio de los veinte cada majada, kaiolar, poseía su perro de pastor, artzanhora. Lo más frecuente era tener un gran perro blanco de los Pirineos, que, una vez finalizada la temporada de montaña, quedaba confiado a una granja del Alto Soule. La tenencia de tales perros estaba justificada en tiempos pasados por la presencia de fieras: lobos hasta el siglo XIX y osos hasta los años sesenta. La desaparición de éstas y el elevado coste de la alimentación de perros tan grandes han contribuido a que casi desaparezca esta raza. Ya no hay perro de majadas, cada pastor lleva el suyo particular[4].
En Carranza (B) algunos acostumbran tenerlos por parejas entre las ovejas ya que según aseguran, ante el ataque de los depredadores el macho sale a enfrentarse con ellos mientras que la hembra vigila y cuida el rebaño.
En el Valle de Salazar (N) los informantes no han usado mastines, pero sus abuelos sí los utilizaron; ellos no han llegado a conocer ni al oso ni al lobo.
En Izarraitz (G) no se ha recurrido a los mastines desde la década de los treinta y en Izal (N) desde los años cuarenta; en Pipaón (A), desde que en 1960 se dejó de tener ganado comunal y por tanto pastores.
En San Martín de Unx (N) los mastines nunca fueron utilizados por los pastores del pueblo que, sin embargo, los conocían por haberlos visto pasar por la Cañada Real, acompañando a los rebaños roncaleses y salacencos en su trashumancia a los pastos de la Bardena Real.
Allí donde se utilizó el mastín y se redujeron drásticamente sus efectivos tras extinguirse el lobo, en ocasiones quedaron algunos ejemplares, unas veces actuando como perros pastores y las más de ellas con otras funciones.
En Valdegovía (A) desde que desaparecieron los grandes rebaños y los lobos, apenas se ven mastines, aunque alguno queda como perro pastor.
En Aoiz (N) había mastines del Pirineo. En la cercana población de Olaberri aún queda un ejemplar, ya tan viejo que no sale al campo. En la también próxima de Ecay, hasta hace unos cinco años hubo otro mastín. Sin embargo, aunque a los pastores les gustaba tener animales de esta raza eran pocos los que los sacaban a los pastos.
Según los informantes de las Bardenas (N) antaño se utilizaron mastines, sobre todo en la Montaña, pues eran adecuados para guardar y defender al ganado de los lobos, que solían ser abundantes. Dejaron de utilizarse en la década de los cuarenta, aunque hoy en día aún es posible encontrar alguno pero es más un animal de compañía que de trabajo.
En Ezkio (G) también había mastines, pero hoy el único que queda tiene como quehacer exclusivo el guardar una casa.
En la zona encartada de Abanto, Galdames, Muskiz y Zierbena (B) se emplearon para proteger los rebaños en los tiempos en que era habitual la presencia de lobos. Hoy en día han vuelto a ponerse de moda aunque en labores de vigilancia de casas, cuadras o fincas.
En Roncal (N) hace tiempo que los mastines han desaparecido como perro pastor, aún queda alguno por el valle pero ha perdido su antigua función.
Ha ocurrido en algunas poblaciones que tras abandonar el uso del perro mastín durante décadas, se ha recuperado su presencia al reaparecer de nuevo el lobo en los últimos años.
En el Aralar guipuzcoano en la temporada de 1996 ha hecho nuevamente su aparición, causando algunos daños, por lo que algunos pastores han vuelto a recurrir al perro mastín abandonado desde la década de los veinte.
En la Sierra de Badaia (A) el mastín desapareció hace muchos años y son pocos los que recuerdan su presencia. Sin embargo actualmente es corriente ver de nuevo en los rebaños de Cuartango que suben a la sierra perros mastines amaestrados. Desde que en Guibijo han aparecido lobos y en Badaia perros asilvestrados, los mastines han sido reintroducidos por la asociación de ganaderos de Álava y la Diputación Foral, y su adquisición está subvencionada.
En Ribera Alta (A) a excepción de un ganadero de Mimbredo que tiene un mastín, el resto de los pastores carecen de ellos y recurren al perro pastor vasco. Los ganaderos de la Sierra de Guibijo, en cambio, sí están sustituyendo estos últimos perros por mastines, que hacen frente a los lobos y a los perros salvajes.
En Carranza (B) hay constancia de que el mastín se utilizó en tiempos pasados para el cuidado del ganado y la persecución del lobo[5]. Tras varias décadas de desaparición tanto del depredador como del perro, éste volvió a reaparecer a mediados de la década de los ochenta como consecuencia de la llegada al Valle de lobos.
Los informantes de algunas localidades no recuerdan el uso de este perro en tiempos pasados pero lo conocen porque se ha introducido recientemente (Araia-A). En Agurain (A), por ejemplo, el mastín se ha comenzado a utilizar desde el año 1986 en adelante.
En Valderejo (A) no se tiene noticia de que existieran antiguamente, pero en la actualidad, debido a la aparición del lobo, se ha introducido, aunque de momento se trata de un caso aislado.
En la Tierra de Ayala (A) nadie recuerda que haya habido mastines en Sierra Salvada con anterioridad a 1992, año en el que, preocupados por los continuos y crecientes daños causados por los lobos en la zona, unos cuantos ganaderos realizaron un viaje a otras tierras de la Cordillera Cantábrica frecuentadas por estos depredadores con la finalidad de averiguar de qué medios disponían para hacerles frente. Desde entonces los rebaños suelen estar vigilados por un par de mastines de raza pirenaica o leonesa.
En Urkabustaiz (A) hoy en día proliferan los perros mastines ya que su presencia ha sido fomentada desde la propia Diputación Foral de Álava. Tienen como función principal evitar los ataques de lobos y perros asilvestrados, que se han incrementado notablemente en los últimos años. En Berganzo (A) actualmente también se utilizan mastines para el cuidado de las ovejas.
En alguna ocasión se atribuye la introducción de esta raza de perros a la presencia en la zona de pastores provenientes de otras regiones. Así se constata en el pueblo alavés de Urarte donde hay algún mastín cuyo dueño procede de la provincia de Soria.
Los ganaderos de algunas localidades vuelven a hacer uso de estos perros aunque en los montes donde pastan sus ovejas no hayan reaparecido los lobos. La razón es que son útiles para ahuyentar todo tipo de animales perjudiciales e incluso para disuadir a los posibles ladrones.
En la Sierra de Codés (N) los pastores saben del antiguo uso del mastín por el peligro del lobo; hoy en día sólo conocen a éste por los relatos de sus mayores, ni el más viejo de los actuales pastores lo ha visto. Sin embargo, hay uno en Genevilla que los utiliza para su rebaño. La razón que le ha llevado a recurrir a este perro fue la molesta presencia de buitres, cuervos y picarazas, que se acercaban hasta los establos en busca de alimento. Alguien le recomendó los mastines y los trajo desde Salamanca. Considera a este animal como el mejor guardián para sus ovejas, «no se acerca ningún bicho, ni perro, ni nada; ladra pero no se tira a la gente; cuida de la oveja parida y al cordero que nace va a lamerle igual que si fuera su madre».
Un pastor de Lodosa (N) recuerda que antiguamente para proteger el rebaño de los lobos y zorros las introducían por la noche en una cerca y dejaban mastines que las vigilaran. Para cuando el informante comenzó a dedicarse a esta actividad ya habían desaparecido como perros de guarda. Últimamente se vuelven a tener en el corral para evitar posibles robos. Saben que si estos animales se sacan al campo no se mueven del rebaño, pero si alguien trata de robar una oveja o un cordero atacan.
En Moreda (A) los mastines se dejan sueltos dentro del corral para que cuiden el recinto de animales ajenos y de personas extrañas que puedan entrar a robar los corderos.
En Orozko (B) hoy en día algún pastor tiene mastines cuya función es la de espantar al lobo y al zorro y velar por el rebaño. Pero la tendencia última es la de desprenderse de ellos pues debido a su considerable tamaño pueden darse situaciones comprometidas y peligrosas ya que no dejan acercarse al ganado que cuidan.
- ↑ Extraído del estándar oficial del mastín del Pirineo.
- ↑ Los datos referentes a esta localidad han sido tomados de Secundino ARTOLETA; Fidencio BERRABE. «El pastoreo en Ochagavía (Salazar)» in AEF, XV (1955) p. 18.
- ↑ «El año 1786, en vista de que cada pastor tenía su perro mastín que ahuyentaba el ganado hacia Nabarra, por lo que venían frecuentes prenderías, se ordenó que todos se deshicieran del perro y que en adelante no tuvieran grande ni pequeño». Vide Juan de ARIN DORRONSORO. «Establecimientos humanos y zonas pastoriles. Pueblo de Ataun» in AEF, VII (1927) p. 10.
- ↑ Jean PEILLEN; Dominique PEILLEN. «L’élevage ovin dans le Pays de Soule» in Bulletin du Musée Basque. Nº 28 (1965) pp. 57-58.
- ↑ Nicolás VICARIO DE LA PEÑA. El Noble y Leal Valle de Carranza. Bilbao, 1975, p. 133.