Quema del laurel
En Elosua (G) una informante describía el rito de esta manera: «Gure amak talo-palan sutako brasa ipiñi, ta Sanjuanetan bedeinkatzen zan lore-sortatik eskukada bat talo-palara botatzen zeban, ta etxeko ataritik kanpuan ipintzen zeban, trumoia ta oñastua zanian» (Nuestra madre, cuando comenzaba a tronar y relampaguear, cogía la pala del horno con brasas encendidas echaba sobre ellas un manojo de flores del ramo que se bendecía el día de San Juan y la colocaba fuera del portal de casa).
En Elgoibar (G) los ramos de San Juan eran también utilizados para protegerse del rayo; cuando se divisaba una tormenta se tomaba un puñado del ramo bendecido y se arrojaba al fuego del hogar o se quemaba a la puerta del caserío, sobre brasas tomadas del hogar. Todos los años el día de San Juan Bautista se renueva el ramo y de víspera se quema el del año anterior. Esta práctica sigue vigente.
En Ezkio (G) señalan que en tiempo de tormenta, como medida de protección de personas y animales, se quemaba en el interior de la casa laurel bendecido el Domingo de Ramos y desde una de las ventanas se echaba agua bendita a la calle al tiempo que se rezaba a Santa Bárbara:
- «Santa Bárbara bendita
- en el cielo está escrita
- papel y agua bendita
- viva Santa Bárbara bendita».
Según los informantes esta «letanía» se decía siempre en castellano aunque los que la rezaran fueran vascoparlantes.
En Zerain (G) si amenazaba tormenta o pedrisco, la serora (sacristana) repicaba la campana grande hasta que la nube pasara; el párroco salía revestido al pórtico y rezaba el conjuro al mismo tiempo que en los caseríos se encendía la vela bendecida el día de la Candelaria, se quemaba el laurel y se rezaba el trisagio: Jaungoiko Santua, Jaungoiko fortitza, Jaungoiko illezkorra, gaitz guztietatik, libra gaitzazu Jauna. Dios Santo, Dios Fuerte, Dios Inmortal, líbranos de todo mal (tres veces).
En Ataun (G) cuando se avecinaba tormenta quemaban en un caldero las hierbas bendecidas el día de San Juan, belar onak. Este mismo rito se practicaba en Eugi (N) para alejar «el poder de la tormenta».
En Arraioz (N) cuando hay riesgo de que caiga algún rayo, en muchas casas del pueblo se queman ramas de laurel bendecido el Domingo de Ramos, Erramu-Igandean, y que se conservan en las casas. Con este rito se protegen las personas de la casa y los animales del establo.
En Abanto (B) cuando había tormenta fuerte, las personas mayores acostumbraban tomar unas hojas del ramito de laurel (ramalorio) bendecido el Domingo de Ramos y las echaban al fuego para proteger a las personas y animales de casa contra el rayo. Similar práctica se registra en Urduliz (B) donde además se echaba sal, costumbre que se ha recogido también en Berastegi (G).
Algunos pastores de Uharte-Garazi (BN) tenían costumbre de poner hojas de laurel en el fuego cuando tronaba con fuerza para así evitar daños.