La bajada del rebaño
Tanto quienes desempeñaban su actividad en áreas pastoriles en que se acostumbraba permanecer en el monte al cuidado de las ovejas durante el periodo estival como los que las vigilaban con visitas diarias o más o menos frecuentes, comenzaban a bajar sus rebaños una vez agotados los pastos en la montaña o cuando las condiciones climáticas se endurecían hasta el punto de impedir la estancia de los animales en altura.
En Anboto-Olaeta (A) la gran mayoría baja por septiembre y octubre pero los pastores de más edad dicen que en tiempos pasados el día señalado para ello era el de Todos los Santos.
En Améscoa (N) los rebaños permanecían en Urbasa hasta octubre y a veces hasta noviembre, dependiendo del tiempo.
En Ernio (G), después del 12 de octubre, festividad del Pilar, aunque otros lo hacían tras pasar el primero de noviembre, Todos los Santos.
En Liginaga (Z) descendían a finales de octubre y para el primero de noviembre todos los rebaños estaban abajo.
En Brinkola y Telleriarte (Legazpi-G) los pastores se dirigían del Aizkorri hacia las zonas bajas de clima más benigno a finales de octubre y a más tardar hacia la festividad de Todos los Santos. En la zona de Urbia-Oltza (G) después de Todos los Santos, Dominu Santu, cuando sospechaban que se acercaban las nieves.
En Izarraitz (G) bajaban a los pastizales cercanos al caserío hacia octubre o noviembre. En Arraioz (N) regresaban hacia mediados de noviembre y en Aramaio (A) también por noviembre. En Belatxikieta (B) dependiendo del mejor o peor tiempo los rebaños permanecían hasta noviembre o diciembre.
En Sara (L) pastaban en la montaña hasta finales de diciembre aunque antiguamente resistían hasta mediados de febrero.
En Zunharreta (Z) el pastor permanecía en la montaña casi hasta Navidad e incluso hasta enero pero la mayoría tenía por costumbre bajar el 15 de diciembre. Ahora lo hacen el 1 de noviembre.
En Carranza (B) descendían los rebaños de los altos en cuanto se endurecían las condiciones climáticas, generalmente desde mediados de diciembre hasta primeros de enero, cuando caían las primeras nevadas.
En Orozko (B) permanecían pastando en Gorbea hasta febrero, Santa Agedara arte, siempre y cuando el tiempo lo permitiera. Si el invierno era crudo se bajaban para Navidad o incluso antes, para Todos los Santos. Dicen los pastores que las ovejas presienten los temporales y ellas mismas se aproximan al caserío cuando se acerca uno. Las crías hembras se bajaban antes, por San Ignacio, el 31 de julio, una vez destetadas. Lo hacían para separarlas de las madres, para que no siguiesen mamando, y porque al ser todavía jóvenes precisaban de una atención más especial que las adultas.
En Zeanuri (B) los pastores que subían al Gorbea descendían con las nieves. A veces tras una nevada bajaban el rebaño a pastos donde no hubiese nieve y cuando desaparecía en los altos volvían a subir de nuevo hasta que el invierno se recrudeciese. Recuerda un informante que su abuelo tenía cinco o seis carneros capados, con dunbas, para que en el caso de que una nevada sorprendiese al rebaño en el monte, aizebagia egin daian, abrieran camino en la nieve.
En Ayala (A) hoy en día la época en que vuelven al valle suele ser a mediados de diciembre. Resisten «arriba» la primera nevada del invierno pero en cuanto se nota que se aproxima la siguiente, se bajan. Hasta 1995 un pastor solía pasar las navidades en el monte tal y como sucedía a primeros de siglo. En aquella época si nevaba se bajaban las ovejas pero en cuanto se retiraba la nieve volvían a subirlas. Por esta razón era normal que los pastores pasasen las navidades en los pastos de Salvada.
En algunas ocasiones se ha constatado que el regreso desde los altos se realizaba tempranamente. Los pastores que acudían a la Sierra de Codés (N) bajaban el ganado hacia el 15 de agosto, teniendo como referencia la festividad de la Asunción de la Virgen. En Allo (N) los que subían a las sierras de Urbasa y Andia con el rebaño regresaban igualmente el 15 de agosto.
En Roncal (N) bajaban de los pastos altos por septiembre para dirigirse hacia la Ribera, adonde llegaban por San Miguel.
Los reglamentos que regulan la estancia de los ganados en los pastos de altura también condicionan el tiempo en que se deben retirar los animales de la montaña.
En el Aralar guipuzcoano los pastores generalmente los abandonan hacia San Martín, esto es, a mediados de noviembre, debido a que comienzan a bajar las temperaturas resultando perjudiciales para las ovejas, que ya comienzan a parir sus corderos. No obstante la Mancomunidad permite el aprovechamiento de los pastos hasta el 31 de diciembre.
En Agurain (A) bajan con el ganado en diciembre, pues la última fecha de permanencia en la sierra es el 24 de ese mes, con arreglo a las recientes disposiciones de las Parzonerías, posteriormente aprobadas por la Diputación Foral.