Vasconia continental
En Sara (L) en las casas de labranza se criaban y explotaban todas o algunas de las siguientes especies: beiak eta idiak, vacas y bueyes; zerriak, cerdos; ardiak, ovejas; zaldiak eta beorrak, caballos y yeguas; astoak, asnos; ahuntzak, cabras; lapinak, conejos; oiloak, gallinas; ahateak, patos y antzarrak, gansos.
Las tres razas de vacas más usuales a mediados de la década de los cuarenta eran bei gorri o vaca roja, de pequeña estatura, que se empleaba en trabajos de campo como animal de tiro; bei betroina o vaca bretona y bei suiza o vaca suiza, explotadas principalmente como lecheras. En esta población había 1.300 cabezas de las que 975 eran lecheras. Los bueyes, poco numerosos en el momento de realizar la encuesta, eran de raza roja indígena. Por entonces el ganado vacuno se criaba en el establo casi exclusivamente, pero setenta años antes apenas se segaban herbales por lo que se recogía poca cantidad de heno, lo que obligaba a sacar los animales al campo a pastar en los prados artificiales y en los montes comunales y de pasto libre. Ningún vecino estaba obligado a tener toros para la reproducción, pero en el pueblo había cuatro o cinco casas que los poseían con este fin. Por cada intervención del semental el propietario cobraba en 1944 treinta francos, mientras que dos años antes la tasa era de siete francos, y cuarenta antes de medio.
En el decenio de los cuarenta, ya no había rebaños de carneros castrados, llamados zikiro, como los que hubo antaño, sino de ovejas, lo que contribuyó en buena medida al desarrollo de la industria quesera y de la venta de corderos. Por ser escaso su número, éstos ya no formaban rebaño aparte sino que pacían en unión de las ovejas. Los carneros se vendían en verano, cuando estaban gordos.
En muchas casas poseían una o dos cabras. En el momento en que se realizó la encuesta su número estaba aumentando pero más de la mitad de las casas de labranza carecían de ellas. Este aumento se atribuía a las dificultades de la vida en la época y a que se consideraba que la cabra era un animal protector cuya presencia en el establo garantizaba la buena suerte del ganado. Era además un animal condenado a estar atado. Había en el pueblo tres machos cabríos destinados a la procreación cuyos dueños cobraban diez francos cada vez que se utilizaban sus servicios.
En otoño muchos echaban al bosque comunal sus cerdos, pagando un tanto por cada animal. En el año cuarenta la tasa era de ocho francos. Ésta se pagaba al vecino que ese año hubiese comprado en subasta al municipio la bellota de los bosques comunales. Ese mismo año de 1940 fue adquirida por 800 francos. Se destinaban a la venta salvo uno o dos que anualmente se sacrificaban en casa para abastecer el consumo familiar.
Hacia 1942 ya eran pocas las casas que po seían asno a pesar de que su presencia en el establo era considerada como garantía de salud para los demás animales que en él estuviesen albergados. Por esas fechas un asno valía unos 4.000 francos. A este animal se le esquilaba la parte superior del cuerpo pero no se le dibujaba adorno alguno en el pelo.
Eran muchas las casas que criaban gallinas, cuyos productos, pollos y huevos, se destinaban principalmente a la venta. En el tiempo en que se realizó la encuesta había 3.000 gallinas. Además del alimento que ellas mismas se procuraban en el campo se les suministraba grano de maíz. Eran contados los gansos que se veían, en algunos caseríos había grupos de media docena de ellos. En gran parte de las casas criaban conejos, unos para cebarlos y venderlos y otros, los menos, para el autoabastecimiento.