Cochiqueras
En Bernedo (A) el cerdo, cocho, se engordaba en el cortín que se habilitaba debajo de la escalera que subía al piso. Si había más de uno se construía otro en un rincón de la cuadra. Se hacía con maderos y tablas y últimamente con ladrillos y cemento. Para pesebre se vaciaba un tronco de árbol. Se considera que el cerdo debe estar en la cuadra por ser animal sensible al frío. En los últimos años se ha explotado la cría de éstos de forma masiva, transformando las cuadras en cochiqueras o pequeños compartimentos para cada cerda madre, construidas con hormigón.
En Améscoa (N) la pocilga era un recinto construido con tablas de roble. El hueco de la puerta iba cerrado con una tabla gruesa a la que llamaban taca. Cerca de la pocilga, apoyada en el suelo, se encontraba la gamella para el pienso. Como los demás pesebres, ésta era un tronco de haya o roble vaciado con hacha y azuela.
En Valdegovía (A) el establo de los cerdos es compartimentado. Se trata de una especie de cuadritas, de unos 2x1,5 m, con un pequeño pesebre cada una. En cada hueco hay de uno a tres cerdos, o una cerda con su camada, dependiendo de las circunstancias. Tienen una puerta que al abrirla sirve para apartar al cerdo y para que no moleste al echarle de comer. El pesebre es en la actualidad de cemento, pero antes solía ser de madera. Se hacía en casa, trabajando un tronco hasta ahuecarlo dándole la forma y profundidad requeridas.
En Agurain (A) la cuadra de la casa, la del casco urbano, se destina hoy en día en muchos casos a criar cerdos que permanecen cerrados en el cortín. Este recinto es de tabla de haya o roble, casi siempre sin cepillar, a veces también de ladrillo revocado. Tiene una altura de 1,20 m aproximadamente y dispone de una puerta de unos 0,50 m de anchura, de tabla armada con barras, con bisagras largas para que gire y un cerrojo fuerte para cerrarla. A su lado se encuentra el pesebre que tiene una trampera que permite o evita el acceso de los cerdos a la comida. Ésta se cierra cuando se echa el pienso y una vez preparado, tras ser machacado con el remoyuelo, se abre de manera que desde el interior del cortín y sin salir de él puedan comer del pesebre. El tamaño de la cochiquera es reducido, para pocos ejemplares.
En Apodaca (A) los cortines de los cerdos se encontraban en uno de los lados de la cuadra. Eran de forma rectangular, de 2 a 4 m2 y con la puerta en uno de los costados. El pesebre tenía un portón colgado que se cerraba para fuera o para dentro con dos cerrojillos de pasador y permitía echarles la comida sin peligro. Los cortines de las cerdas madre o maqueras tenían una trampilla para que salieran los lechones al pasillo a comer. Estaban además preparados con unos hierros apoyados en la pared para que las madres al darse la vuelta no aplastaran a sus crías. Había casas que tenían más de diez cortines.
En Urkabustaiz (A) en una esquina de la cuadra se emplazan los cortines para los cerdos que se estén engordando. Para evitar tener que entrar en ellos a darles de comer se construyen con una apertura por la que se introduce el alimento para el animal y una puerta de madera con cerrojos. Posteriormente se le añade un pequeño espacio para las crías. Se suele colocar una luz para dar calor a éstas. Cuando tienen una camada es preciso «cambiarles la cama» todos los días.
En Ayala (A) consistían en unos compartimentos de madera, llamados cortijos, ubicados dentro de la cuadra, pero ocupando un espacio reducido.
En Moreda (A) las pocilgas de los cochos tienen pilas de piedra en donde se les echa de comer.
En Allo (N) la pocilga, que además recibía el nombre de porciga, consistía en un reservado dentro de la cuadra. La mayoría de las veces era de reducidas dimensiones e insalubre, donde malamente podían revolverse un par de cerdos adultos. Para su construcción se aprovechaba un rincón del establo, levantando un par de paredes de apenas metro y medio de altura y dejando descubierto el resto hasta el techo. En las casas más espaciosas reunía mejores condiciones, estaba aireada y tenía ventanas a la calle o al descubierto. Las cochiqueras disponían de una puerta que unas veces estaba sujeta a la pared por unas bisagras y se cerraba con un simple cerrojo en el lado opuesto. También era corriente el tipo de puerta totalmente independiente. En este caso se encajaba en el hueco que formaban ambas paredes y se introducía 3 ó 4 cm en una ranura practicada en el suelo. Se cerraba en la parte superior por medio de un gancho de hierro clavado al travesaño que unía sendas paredes. La puerta llevaba un orificio en su parte alta, que encajaba con el gancho, y finalmente, a través de éste, se cruzaba una estaca o palo. A los cerdos se les ponía la comida en una pila de cemento o piedra. Algunas veces estaba dentro de la pocilga y había que entrar para echársela lo que constituía una incomodidad. Por ello existía otro sistema muy habitual que consistía en abrir un hueco en la pared, a ras de suelo, y construir luego la pila dejando la mitad al exterior y la otra mitad o algo más al interior. Sujeta a la parte superior del tabique se colocaba una puerta abatible de forma que cuando se echaba la comida se cerraba hacia adentro, impidiendo con ello que los cerdos molestaran a su dueño; después se basculaba hacia la parte exterior para que los animales pudieran acceder a su pienso. Dentro de las pocilgas no faltaba la paja para que los animales pudieran tumbarse. Cada pocos días se sacaba el ciemo al cemoral o al descubierto y se volvía a poner paja limpia.
En Lezaun (N) en cada casa solían tener un par de porcigas de tabique de losa. La puerta consistía en una tabla cuya parte inferior entraba en una rendija y la superior se sujetaba con un trozo de cuerno de cabra.
En Sangüesa (N) la porciga se construía dentro de la misma cuadra, en una esquina, con el fin de aislar al cerdo de las gallinas. Tenía una pared de metro y medio de altura y el suelo se enmaderaba para que colase la orina. Dentro de este recinto se colocaba el bación, generalmente de madera, en el que se depositaba la comida. En Izal (N) la pocilga se ubicaba debajo de la masandería o recinto donde se hacía el pan.
En las Encartaciones (B) los cuchos o chones se crían por lo general en un apartado de la cuadra denominado cortijo o borcil.
En Abadiano (B) este animal poseía un lugar propio, txarritokia, dentro del establo. Disponía asimismo de un pesebre hecho de piedra, txarriaska, pero no estaba integrado en la pared como en el caso de los de las vacas.
En Amorebieta-Etxano (B) el cerdo tiene su recinto fuera del establo del vacuno, muchas veces adosada a alguna de las paredes del caserío o a pocos metros de él.
En Ajuria y Ajangiz (B) la pocilga, txarrikortea, estaba fuera del establo y de la casa en un pequeño edificio próximo debido al olor que desprendía. Años más tarde se integró en la cuadra, ubicándose dentro de él pero en un recinto independiente.
En Fruiz (B) en los años cuarenta los cerdos solían compartir espacio en el establo, aunque poco a poco las pocilgas, txarritokiak, comenzaron a construirse fuera de éste.
En Urduliz (B) tiene su compartimento particular, un pequeño recinto cerrado llamado txarritokia, con pesebre propio, aske. Antiguamente estaba dentro de la cuadra pero hoy en día es habitual que se construya un lugar similar fuera de ella, aunque generalmente siga estando adosado a la casa. En Zamudio (B) se criaba tanto en el establo como en un habitáculo especial llamado txarrikortea.
En Astigarraga (G) los cerdos están separados de las vacas, terneros y bueyes y disponen de un recinto, txerritokia, de escasa altura, levantado con hormigón o tablones y con el comedero a ras del suelo. Otras veces están enjaulados, pero en cualquier caso, ambos son receptáculos pequeños que impiden al animal moverse demasiado y favorecen así su engorde.
En Beasain (G) junto al establo del ganado mayor solían estar las cochiqueras, txerritegia, en las que se tenían los cerdos para engordar. Eran de tamaño reducido lo que le impedía moverse facilitando su engorde.
En Telleriarte (G) la pocilga, txerritegia, está compuesta por un pesebre de piedra, arraskea, y por la cama del cerdo, azpigarria.