Corte del rabo a las corderas

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Se aducen varias razones para justificar la práctica de cortar el rabo a las corderas, la más difundida de las cuales es que de este modo se facilitará su ordeño (Carranza, Zenarruza, entorno del Gorbea-B; Ernio-G) y la cópula con el carnero (Carranza-B; Lezaun-N). También que así se evita que se le acumule suciedad (Zenarruza).

En Moreda (A) se considera que la amputación del rabo a las corderas tiene unas cuantas ventajas como andar más ligeras entre las matas o quedarse preñadas antes. Sólo resulta peor para los esquiladores. En Ernio a los animales que van a ser vendidos jóvenes para carne no se les amputa ya que les protege mejor del frío y del agua.

Esta operación se lleva a cabo a diferentes edades en función de costumbres locales. En Nabarniz (B) con los corderillos recién nacidos, entre los cuatro días y el mes; en Treviño (A) entre los 20 y 30 días; en Ernio al mes o a los dos meses; en Bernagoitia y Garai (B), en tiempos pasados cuando contaba con nueve o diez meses, hoy día al mes de haber nacido; en Roncal (N) a los tres meses y en Lezaun a los seis.

En Carranza 15 ó 20 días después de nacer; aunque también los ha habido que lo han hecho al año. En este último caso la amputación se les practicaba recién se bajaban del monte ya que se decía que si pacían unos días en los pastos bajos «hacían mucha sangre y al cortárselo se desangraban».

En Triano (B) el corte del rabo a las corderas se realiza en diferentes épocas, según los distintos criterios de los pastores. Unos opinan que el mejor momento es por San Marcos, 25 de abril, que es cuando se suben a la sierra. Según otros se suelen cortar al nacer, cuando tienen quince días o al de un mes; también al cabo de un año o cuando se quiera, pero entonces con la condición de que aún no haga calor, esto es, generalmente hacia marzo o abril.

En Bernagoitia, Garai y Nabarniz consideran que es importante que el corte se efectúe con luna menguante. En Triano algunos dicen que es conveniente hacerlo en la menguante de diciembre del año en que han nacido.

En Gerena-Mallabia (B) consideran que la mejor época es el otoño, por noviembre, porque durante ésta les baja la sangre como a los árboles la savia. También existe otra razón de peso, que ya no hay moscas que depositen huevos y acaben por echar a perder al corderillo. En el entorno del Gorbea estiman de igual modo que noviembre es el mejor mes.

Cortando el rabo. Argalario (B), 1992. Fuente: Juan Cordón, Grupos Etniker Euskalerria.

A continuación se describen los diferentes procedimientos para amputarle el rabo. Todos ellos son bastante similares.

En Gerena-Mallabia han conocido tres procedimientos de amputación: el primero consiste sencillamente en cortárselo con un cuchillo. El corte se le practica cuando el animal tiene entre un mes y un año de edad. El segundo en aplicarle un hierro candente que hace que se seque la zona herida. El método más reciente, mejor y que no plantea problemas consiste en quitarles una venita que está en la zona de la cola.

En Bernagoitia y Garai también se han conocido tres métodos. Uno consistía en poner al rojo vivo tres o cuatro hoces. Con una de ellas se les cortaba el rabo y con otra se les cauterizaba. El segundo método consistía en atarle una cuerda bien apretada en el rabo y al anochecer del día siguiente se amputaba. Primero se cercenaba en un punto cercano a la cuerda pero sobrepasándola, lo que hacía que la zona quedara inflamada y después se quitaba la cuerda. Para entonces se conocía un producto farmacéutico que se les aplicaba en la parte herida para que no se infectara. El tercer procedimiento se conoce hace tiempo, es el mejor y se aplica incluso hoy día. Se corta el rabo con un cuchillo y se le extrae una venita de esa zona.

En Berriz (B) antiguamente a los corderillos se les seccionaba sin más, con un cuchillo. Otros lo cortaban con un clavo candente que servía a la vez de cauterizador. El procedimiento más reciente y mejor consiste en cortarle el rabo y extraerle una venita de esa zona. Al parecer este método, que se introdujo a mediados de los años cuarenta, procede del Valle de Arratia.

En Nabarniz (B) para realizar esta operación se practicaba una incisión en uno de los intersticios de la cadena de huesos del rabo. Otro procedimiento consistía en atar un cordel al rabo a una determinada altura apretándolo lo más posible y, por un poco más abajo, seccionar con un hierro candente, de lo contrario se podía producir una hemorragia.

En el entorno del Gorbea se suele realizar con el cuchillo o navaja, cortando de abajo hacia arriba y dejando un trozo de rabo de una longitud de unos dos dedos.

En Carranza (B) se utiliza una navaja bien afilada. Una persona sujeta el animal y otra le corta el rabo por su misma base, «al ras». Antes de proceder a ello, algunos, con la navaja, les sacan un poco la vena para que sangren.

En Triano esta operación se realiza con un cuchillo o navaja y se dejan unos dos o tres centímetros de rabo, tras quitar una pequeña vena para evitar la hemorragia y el posible desangramiento del animal. Antaño se untaba la herida con ceniza.

En Abanto (B) había quien lo hacía directamente con una hoz y le echaba ceniza en la herida para facilitar la cicatrización; otros ataban el rabo con un cordel de lana para cortar la hemorragia. Hoy se les pone una goma a presión y se les cae solo. Al realizar esta operación es muy importante cortar una venilla larga que sale del rabo y suele quedar colgando, pues puede perder algo de sangre y además los insectos y el roce pueden infectar la herida y causar problemas.

En Ernio (G) se les hace una raja en la piel en la zona que se va a cortar y luego se les retuerce la cola, teniendo la precaución de quitarles una pequeña venita que tienen. A continuación, hoy en día les dan un desinfectante y antaño se les untaba con un poco de manteca.

En Moreda (A) en tiempos pasados se les cortaba empleando una goma que se les anudaba bien prieta tras lo cual se les seccionaba, pero solía ocurrir que se les infectaba. Actualmente esta operación se realiza con una máquina que tronza el hueso, luego se le corta con la navaja.

En Lezaun (N) utilizaban dos procedimientos: «a cuchillo» o «a retorcijón», siendo el primero el que más hemorragia producía. En Roncal «a retorcijón», retorciéndoselo con la mano.

Tras la amputación, tal como ha quedado registrado en algunas descripciones anteriores, se ha recurrido a varios procedimientos para evitar que se produzca una hemorragia. Los más difundidos han sido la cauterización con un hierro candente y aplicar ceniza.

En Berriz se detenía la hemorragia de la herida aplicándoles en la zona un hierro puesto al rojo vivo en las brasas de un buen fuego hecho con carbón.

En Carranza la hemorragia se para cubriendo la herida con la lana circundante y apretando con la mano. Con el mismo fin se utilizaban las telarañas y la ceniza. Cuando sangra en exceso algunos han tenido por costumbre cerrar la herida con un hierro al rojo.

En Bernagoitia y Garai tras cauterizar el corte se le aplicaba en la zona ceniza cribada en un calcetín para que formara una masa que impidiera el que se produjeran hemorragias.

En Nabarniz recuerdan que si se realizaba con destreza apenas sangraban y la herida se cerraba de por sí. De todas formas si se producía alguna pequeña hemorragia se les aplicaba en dicha zona un medicamento que a tal fin se tenía en casa, para que curara la herida.

En Garai en la actualidad se les aplica igualmente un producto farmacéutico en la zona herida para cauterizarla, evitando el riesgo de hemorragia.