El veneno
En la cultura tradicional se desconoce el uso de otros productos proporcionados por las abejas como el polen, la jalea real, los propóleos o el propio veneno. Sólo de este último se han conocido algunas aplicaciones vinculadas a la medicina popular.
En Carranza (B) las personas mayores que practicaban la apicultura tradicional ni siquiera saben en qué consiste el polen, simplemente le llaman tierra. Uno de los informantes dice que dicha tierra la recogen las abejas en las fuentes de hierro: según él, se trata del sarro amarillo que se forma en ellas, pero desconoce cuál es la razón por la que estos insectos obran así.
En este mismo valle vizcaino los apicultores no tienen por perjudicial el veneno de las picaduras, algunos estiman que previene la aparición del reúma.
En Urkabustaiz (A) hay quien asegura que el mejor antídoto contra esta misma enfermedad es recibir picaduras de las abejas. Recuerdan el caso de personas que tras bajarse los pantalones colocaban abejas en las piernas con la ayuda de una pinza para que les picasen.
Hoy en día comienzan a valorarse estos productos y algunos apicultores, especialmente los más aventajados y profesionales, los aprovechan, especialmente el polen.
En Sangüesa (N) en la actualidad poseen colmenas siete vecinos y uno de ellos se dedica exclusivamente a esta actividad comercializando jalea real, polen y miel con marca.