Compraventa mediante tratantes y entre ganaderos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Los ganaderos, además de acudir a las ferias a realizar operaciones de compraventa de ganado directamente, con frecuencia solicitaban la mediación de quienes se dedicaban de manera profesional a esta actividad, conocidos como tratantes[1]. Generalmente era gente de la misma localidad o de lugares cercanos que por propia iniciativa o a petición del ganadero le visitaban personándose en el establo doméstico para ajustar el precio del ganado tanto en los casos de compra como de venta. Otras veces actuaban de intermediarios en las ferias.

Solían vestir una blusa negra característica y se acompañaban de una vara larga (Ayala, Pipaón, Urkabustaiz-A). A menudo llevaban la billetera sujeta con gomas o también «una cartera grande para meter el dinero» (Ayala). Los tratantes gitanos además del atuendo mencionado se ceñían un pañuelo al cuello y se cubrían la cabeza con sombrero (Pipaón-A).

En nuestras encuestas se ha constatado la mediación de tratantes en la compraventa de ganado destinado a la venta de carne, es decir, el que no servía para la cría, en Agurain, Ayala, Moreda, Pipaón, Ribera Alta, Treviño, Urkabustaiz (A); Guerniquesado, Durango, Urduliz y Zeanuri (B); Getaria (G); Lodosa, Mélida (N).

Tratantes de ganado. Agurain (A), 1997. Fuente: Isidro Sáenz de Urturi, Grupos Etniker Euskalerria.

Aunque había tratantes que gozaban de reputación por su seriedad a la hora de cerrar acuerdos, en algunos lugares se ha recogido que recelaban de ellos. Así en Tierra de Ayala (A) la mayoría no gozaba de buena fama, guardándose memoria por el contrario de unos de Vitoria que tenían crédito. También en Ribera Alta (A) se ha recogido que algunos no estaban bien considerados porque, según señalan los informantes, había que regatear mucho para alcanzar acuerdos. En Urduliz (B) los aldeanos desconfiaban de ellos porque pensaban que se embolsaban un dinero fácil por la simple intermediación, sin hacer apenas esfuerzo.

En Ayala (A) había tres o cuatro tratantes que simultaneaban el oficio con las labores del caserío mientras que, según recuerdan los informantes, los de Llanteno, Llodio y Vitoria tenían dedicación exclusiva y gozaban de gran reputación.

En Bernedo (A) los tratantes procedían de Maestu y de Lagrán. De esta última localidad eran también quienes negociaban el ganado vacuno de Treviño, mientras que del caballar se ocupaba un tratante del propio pueblo.

De Moreda (A) acudían al ferial de Logroño, donde se reunían los tratantes más importantes de esta ciudad y de los territorios circundantes. Solían tener manadas de animales y aconsejaban a los agricultores pero incitándoles a la compra, por lo que éstos debían estar despiertos para no resultar engañados. Iniciaban la negociación preguntando al tratante el precio del animal y entre ellos se producían un buen número de ofertas y contraofertas. Quienes estaban alrededor solían terciar para que la operación se cerrara en un precio aceptable para ambos. Señalan los informantes que había que andarse con cuidado, no fuera a ocurrir que los merodeadores fueran ganchos del vendedor que pretendieran timar al agricultor. En este tira y afloja, a veces el comprador se retiraba para regresar más tarde y a la vuelta, en su caso, ultimar el acuerdo.

En la propia localidad de Moreda el tratante recurría al cabrero, a quien recompensaba con una propina, para informarse sobre qué vecinos estaban interesados en vender algún animal. A menudo la compra se efectuaba calculando su peso a ojo.

En Valdegovía (A), en el barrio de Lalastra, cuando venía el tratante se le acercaban la mayoría de los vecinos. En caso de surgir discrepancias entre las partes para llegar a un acuerdo, que era lo habitual, los vecinos intervenían en el trato instándoles a que aproximaran sus posiciones y «partieran las diferencias» si hiciera falta.

En Valderejo (A) el tratante solía acudir a los pueblos para adquirir animales en vísperas de ferias. Era costumbre que el vendedor le hiciera entrega del animal en la propia feria y así el tratante podía revenderlo sin necesidad de tenerlo que alimentar, evitándose también los gastos de transporte.

En Belatxikieta (Amorebieta-B), cuando los aldeanos tenían algún ganado para vender, avisaban a los tratantes ya que muchos de éstos tenían carnicería. Antiguamente se estilaba hacer el trato begira, a ojo, tanto si el ganado iba destinado a trabajar en labores agrícolas o a cría, como para carne al matadero.

En Urduliz (B), el ganado doméstico se vendía al tratante. Se le llamaba para que viera el animal y se negociaba el precio. En unas ocasiones el trato se cerraba a tanto el kilo y en otras calculando el peso a ojo, begira, debiendo ponerse de acuerdo en el valor. Al matadero, fuera de Plentzia o Algorta, el ganado se llevaba a pie. Una vez firme el acuerdo, el tratante vendía la res al carnicero.

En Astigarraga (G) cuando en las casas querían deshacerse de un animal viejo, llamaban al tratante para que se lo llevara y trajera en sustitución uno joven, pagándole la diferencia del precio en metálico.

En Lodosa (N), refiriéndose al ganado ovino señalan que la reposición del rebaño se lleva a cabo dentro de él y es raro que se compren ovejas. Ocasionalmente se han permutado corderos por ovejas pero generalmente se venden. Es más común adquirir carneros para cruzar. Lo que sí se hace es desviejar, cuando ven que la oveja no produce o que hay alguna machorra, se la venden al tratante.

En lo que respecta a la cabaña ovina, en las encuestas de campo vizcainas se han recogido datos de que antiguamente ganaderos navarros, franceses y de otros lugares se acercaban a dicha región a comprar ovejas para cría.

En el Valle de Carranza, antiguamente, en el otoño se recibía la visita de «los navarros» que compraban muchas ovejas a buen precio, a veces rebaños enteros, que pasaban a engrosar la cabaña de Baja Navarra[2].

En Zeanuri-Gorbea las ovejas para cría, biziteko ardiak, se vendían por marzo, época en la que venía a este lugar gente guipuzcoana conocida popularmente como «los banqueros», bankeruak, que compraba la mercancía con destino a Navarra y Francia. En Anboto-Urkiola (Atxondo, Abadiano) se ha constatado también cómo tratantes franceses se personaban allí a comprar ovejas para dedicarlas a la cría.

En Mendata (monte Oiz), según señala un informante, en los últimos años que tuvieron rebaño doméstico, de 1950 a 1975, vendían ovejas a Francia siendo los propios compradores franceses quienes venían a por ellas al caserío. Solían adquirir ovejas de tres a cuatro años que elegían entre todas las cabezas de ovino disponibles, razón por la que se les llamaba elejiko ardiak. Seleccionaban para llevarse unas cuarenta cabezas y venían bianualmente. Algunos caseríos no se prestaban a esta operación de compraventa porque decían que les dejaban diezmado el rebaño y tenían a gala no hacerlo. En 1965 el precio de venta de una de estas ovejas selectas era de 4.000 pesetas y en 1970 de 8.000.

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Se han recogido también algunos testimonios de un modo de proceder que ha estado bastante generalizado: es el de adquirir o intercambiar reses entre vecinos, familiares o amigos ganaderos. A veces esta costumbre estaba motivada únicamente para incrementar la cabaña ganadera, pero en ocasiones, como ocurría con el ganado ovino, los pastores se compraban unos a otros para huir de los riesgos que conlleva el exceso de consanguinidad y mejorar la raza.

En el Valle de Orozko (B) los pastores se compraban a veces ovejas entre sí en primavera, cuando iban a parir, umetuteko dagozanean, para engrosar el rebaño o mejorar la raza. En Anboto-Urkiola y en las localidades que bordean el monte Oiz (B) cuando un pastor necesitaba ovejas para completar o reponer su rebaño, se las compraba a otro de la zona conocido.

En Triano (B) aprovechaban la ocasión de encontrarse menos agobiados de trabajo por haber finalizado las labores de fabricación de quesos, para desplazarse a localidades como Orduña (B), Respaldiza y Tierra de Ayala (A) a comprar ovejas o carneros de raza lacha a otros pastores.

En Izal (N) las ovejas jóvenes se venden a otros ganaderos para vida (para criar), y los corderos y las ovejas viejas sobrantes a carniceros.

En Urduliz (B) también se ha practicado la costumbre de reponer o incrementar la cuadra doméstica adquiriendo nuevas cabezas en las casas del vecindario.

En Moreda (A) los vecinos se compraban animales entre ellos y si se trataba de ganado vacuno se intercambiaban reses entre familiares y amigos. Antiguamente era corriente que la gente criase animales en casa, especialmente chotillas, y que se las comprasen unos a otros. Los pastores procedían de forma semejante si bien la mayoría de las veces actuaban los tratantes como intermediarios. También adquirían ganado a vendedores ambulantes, así las cabras a unos murcianos que iban recorriendo los pueblos y los cerdos a personas procedentes de las localidades navarras de Genevilla, Desojo y Espronceda.


 
  1. Para la intervención de los tratantes y otros intermediarios en la compraventa de corderos lechales vide también el apartado ‘La venta de ganado para carne’ en el capítulo «Matanza doméstica de animales» de esta obra.
  2. Paco DEHESA. «La oveja de raza carranzana» in Birigaña, II (1996) p. 35.