Herraduras y clavos
Hay varios tipos de herraduras, unas con forma de arco para las caballerías, siendo distintas entre ellas las de mulos y asnos y las de los caballos, y otras para vacas y bueyes, que son una especie de suela que abarca todo el casco con una lengüeta que se introduce entre las uñas.
En Agurain (A) las herraduras de ganado vacuno se traían de Zegama, Mutriku y Ormaiztegi. Las de caballar de Otxandio, Talavera de la Reina y Santo Domingo. Los clavos se compraban en Tolosa.
En Apodaca (A) las herraduras se hacían en un principio en la fragua a medida, aunque posteriormente se comenzaron a traer de fábrica. En Moreda (A) las hacía el herrero mismo.
En Araia (A) recuerdan que los bueyes y vacas necesitaban herraduras de pequeño tamaño, acordes con las dimensiones de sus pezuñas mientras que el ganado caballar gastaba una de considerable tamaño.
En Berganzo (A) las de mulas y asnos eran largas y estrechas; las de los caballos, casi circul ares. Las de las vacas se denominaban callos y tenían la forma de media luna con el fin de proteger cada una de las uñas de la pezuña con una lengüeta que se introducía entre ellas.
En Treviño (A) para los bueyes se utiliza una herradura en cada uña de las patas delanteras y en las traseras una sola. En las caballerías el tamaño de las herraduras de las manos es mayor que el de las patas, existiendo una numeración al igual que en el calzado de las personas.
En Ribera Alta (A) a los caballos se les ponía herradura en las cuatro patas. A los bueyes sólo en las patas delanteras, también llamadas manos delanteras. Se les ponían dos placas en cada mano.
En Urkabustaiz (A) había muchos bueyes que trabajaban en la pieza sin herrar, pero si tenían que andar por los caminos, era imprescindible someterles a esta operación. Algunos preferían herrar todas las pezuñas; otros, sólo las cuatro más externas.
En Abanto (B) para los bueyes se tenía en cuenta la forma de pisar. De las ocho pezuñas que tiene el animal se herraban las que conviniese, pues influía si el buey era zurdo o diestro, ya que desgastaba más las de un lado que las de otro y no era preciso cambiar las que no estaban muy desgastadas.
En Amorebieta-Etxano (B) hoy en día prácticamente no hay burros ni caballos por lo que sólo se realiza esta operación con vacas y bueyes. Se suelen herrar las vacas que tienen que andar a menudo por carretera y sobre todo las que tienen cemento en la cuadra. Las herraduras de las vacas suelen ser planas. Las de los bueyes, en cambio, llevan un extremo doblado hacia abajo para que puedan agarrarse mejor a las piedras del suelo y no resbalen en las pruebas.
En Urduliz y Maruri (B) aunque los antiguos herreros hacían las herraduras ellos mismos, hoy en día las compran en Ormaiztegi (G). Deben cambiarse cada tres o cuatro meses dependiendo de la labor a la que esté destinado el ganado; a los bueyes que actúan en competiciones se las cambian cada quince días. En este caso las herraduras son especiales, tienen un saliente en la parte delantera para que se agarren al empedrado del carrejo y evitar que los bueyes resbalen.