Sobre los cambios atmosféricos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La observación del comportamiento de los animales y, en lo que atañe a este capítulo, de los animales domésticos, ha permitido a los pastores y ganaderos predecir el tiempo atmosférico. Algunos de los datos aquí recogidos pueden tener una justificación empírica, pero la mayoría parecen de naturaleza creencial.

Los pastores de Ataun (G) consideraban que la oveja tenía un fino instinto para conocer con anticipación las variaciones atmosféricas. Cuando en invierno sacudía y tañía el cencerro, se decía que al día siguiente haría mal tiempo. Cuando estos animales, estando en el redil o en el rebaño, se dedicaban a juguetear, al día siguiente soplaría viento sur. Si, mientras pastaban en el monte, tendían a descender es que se acercaba un temporal; si por el contrario ascendían, venía buen tiempo. Solían decir los antiguos que si la oveja se empeñaba en comer árgoma al anochecer, a la mañana siguiente habría nevada, mientras que si al oscurecer comía poco, al día siguiente haría buen tiempo[1].

En Adoáin (N) cuentan que cuando va a hacer mal tiempo las ovejas sacuden las esquilas. En Aristu (N) se cree que, si en invierno comen bojes y suenan mucho las esquilas, habrá nieve segura; en Ozcoidi (N), lluvia. En Elcoaz y Epároz (N), que cuando repican fuerte las esquilas va a cambiar el tiempo y en Ezcániz y Ayechu (N) que va a haber tormenta. En Ongoz (N) cuando se sacuden en invierno es que va a nevar[2].

Los pastores de las Améscoas (N) dicen que, si los cordericos y el carnero triscan de un modo nervioso y las vacas saltan y lanzan patadas, lo hacen influidos por un temporal pasado o porque presagian uno nuevo[3].

En Bernagoitia (B) señalan que las ovejas saben anticipadamente cuándo se avecinan temporales o nevadas y entonces comen más cantidad de yerba y con mayor empeño para tenerla acumulada en los duros tiempos que se avecinan. Un informante advierte que en estas ocasiones antaño solían comer hasta la árgoma que crece en los caminos, bide-otea. Anota además que si las ovejas al retornar a casa vienen saltarinas, ikotikan etorri, es presagio de mal tiempo.

En Sara (L) las yeguas que bajan espontáneamente del monte donde pacen anuncian mal tiempo. También se dice que cuando las ovejas tiritan o sacuden su cuerpo, éste empeorará, ardiak iarrosten dutelarik, denbora tzarra inen duela erraten da. Se asegura igualmente que si se oye el sonido del cencerro, que se produce al sacudir su cabeza la oveja, es que va a llover.

Por el contrario en Urkabustaiz (A) se dice que cuando el ganado no mueve el cencerro significa que va a nevar, lo mismo que cuando las ovejas no quieren salir de la cuadra.

En Carranza (B) cuentan que cuando las vacas que están en el prado en vez de pacer miran al cielo es que va a empeorar el tiempo. En esta misma población vizcaína, si en invierno todas las vacas de la cuadra se tumban hacia el mismo lado por la noche, es que va a nevar.

En Berganzo (A) si los bueyes se echan sobre el mismo costado, pronto va a llover y si el rebaño no quiere regresar a casa, sino continuar paciendo, es porque el tiempo va a cambiar.

En Carranza se decía que, cuando las gallinas se subían a las ramas bajas de los árboles sin haber anochecido o sin ninguna otra razón aparente, era señal de que el tiempo iba a enfriar.

Los gallos acostumbran a cacarear de madrugada, cuando clarea el día. Pero en ocasiones lo hacen a deshora. En tal caso presagian un cambio atmosférico.

Un informante de Carranza (B) recalca que si cantaban muy de madrugada y después por la tarde era que el tiempo iba a empeorar.

En Sara (L) el canto del gallo por la tarde es señal de que va a cambiar el tiempo y de que se extenderá, sobre todo, la bruma en el ambiente.

En Apellániz (A) dicen que si el gallo canta de noche es que va a cambiar el tiempo o que hay en el barrio alguna moza preñada.

En Carranza cuando se ve al gato sentado y pasando continuamente las patas delanteras por su cara para asearse es señal de que va a llover. También se dice que se va a recibir una visita en la casa y que si se lava con ambas manos, que las visitas también serán dos.

Por otra parte se cree que algunos animales tienen la capacidad de atraer los rayos durante las tormentas por lo que conviene respetar unas ciertas precauciones.

En Liginaga (Z) se creía que el perro no debía estar dentro de la casa durante las tempestades; de lo contrario, se corría peligro de que cayese un rayo en ella.

En Moreda (A) afirman que el pelo del ganado atrae al rayo durante las tormentas y en Apodaca (A) que son las caballerías las propensas a atraer los rayos.


 
  1. Juan de ARIN DORRONSORO. «Notas acerca del pastoreo tradicional de Ataun. II parte» in AEF, XVI (1956) pp. 78-79.
  2. Los datos referentes a esta localidad han sido tomados de Luis Pedro PEÑA SANTIAGO; Juan SAN MARTIN. «Estudio etnográfico de Urraul Alto (Navarra)» in Munibe, XVIII (1966) pp. 106 y 111.
  3. Luciano LAPUENTE. Las Améscoas. Estudio Histórico-Etnográfico. S.l., 1990, p. 301.