Terneras

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En esta población en la actualidad el ternero mama por primera vez prácticamente transcurrida una hora del nacimiento. Esto siempre que el dueño desee criarlo amamantándolo o cuando se trata de ganado de carne. Si se dedica a la venta de leche, le «cría a balde», es decir, le proporciona una cierta cantidad de leche en un cubo o balde para así poder destinar el resto a la venta.

En los años setenta se inició la comercialización de leche en polvo para la crianza de estos animales. Desde entonces, los que desean vender la mayor cantidad posible de leche los alimentan con este preparado industrial.

Sin embargo hasta entonces se decía que si la cría mamaba al poco de nacer «se le quitaba el calor de la ubre a la vaca y ésta escusaba peor», así que se esperaba a que expulsase previamente las parias. Si tras aguardar varias horas aún no lo había hecho, entonces se dejaba que mamase. Mientras tanto, para que a la cría «no se le enfriase la boca», se le daba café caliente.

Vaca y su cría. Lasa (BN), 2000. Fuente: Peio Goïty, Grupos Etniker Euskalerria.

En estos tiempos en que había poco ganado, a la vaca se le ordeñaba la leche necesaria para el consumo de casa y luego se dejaba que la cría mamase el resto. Se estimaba que la leche del final era más nutritiva y que por ello el ternero engordaba más.

A los terneros se les tenía mamando un mes o algo más para poderlos vender más gordos. A las terneras, en cambio, sólo se las dejaba 15 ó 20 días. Si mamaban durante más tiempo, después rechazaban la leche en balde. Para que se acostumbrasen a tomarla en este recipiente, los primeros días había que introducir una mano en la leche y dejar que la ternera chupase un dedo como si del pezón de su madre se tratase. Esta práctica también se ha constatado en Moreda (A).

Transcurrido un mes o algo más, la cría comenzaba a rumiar, esto es, a comer algo sólido. Para entonces ya tomaba la leche en balde, así que se le agregaba un puñado de harina y otro de salvado, removiéndolo para que se mezclase bien. Una vez se había acostumbrado a la presencia de estos ingredientes en la leche, se aumentaba su proporción y se reducía la cantidad de líquido. Así hasta que la harina y el salvado se le podían poner secos en un cajón o caja de madera en la que comían el pienso las vacas.

Desde el inicio de este proceso de aclimatación también se le daba hierba seca para que se acostumbrase a comerla.

Hasta entonces se tenía a la becerra con un bozal para que no pudiese ingerir las brozas del suelo ni tampoco hierba, ya que se creía que de hacerlo se empachaba.

Cuando el salvado y la harina le sentaban bien, se le agregaban unas habas. Al principio se ponían a remojo por la noche y al otro día, ya blandas, se mezclaban con los anteriores componentes. Después se le daban cada vez menos blandas hasta que, transcurrido un tiempo, se acostumbraba a comerlas duras. Se decía que con las habas «se le calentaba la boca» o lo que es lo mismo, se le endurecía, de modo que después comía mejor todo tipo de forraje. Así se criaban estos animales.

En la época a que nos referimos a las terneras no se les daba hierba verde hasta que estaban crecidas ya que se estimaba que les causaba descomposición. Tampoco yeros porque se hinchaban (les producía timpanitis), ni nabos para que no se atragantasen. El agua se les suministraba en balde y con moderación ya que si tenían acceso libre a ésta bebían hasta hincharse y enfermar y después comenzaban a orinar sangre. En Urduliz (B) también se les ha suministrado en baldes.

A medida que se incrementó el número de vacas y la producción lechera, y coincidiendo con el inicio de la venta a las centrales lecheras, comenzó a modificarse la crianza de estos animales. Desde entonces, terneros y terneras se crían a balde. Se ordeña la vaca y una parte de la leche obtenida se destina a la alimentación de la cría. La cantidad que recibe siempre es menor que la que tomaría mamando.

También se introdujo en aquel entonces la leche en polvo, que permitía destinar a la venta la producción íntegra de la vaca. Sin embargo, esta leche artificial ha planteado desde siempre problemas digestivos a un apreciable porcentaje de crías. Estos problemas varían desde estreñimientos ocasionales hasta fuertes diarreas de lo más pertinaces. En general se admite que las becerras alimentadas por este procedimiento crecen peor.

Hoy en día, además de leche en polvo se dispone en el mercado de piensos compuestos de destete y engorde que sirven para alimentar estos animales.

Por otra parte, la especialización hacia la producción de leche obliga como acabamos de indicar, a destinar todos los recursos alimentarios para las vacas de leche resultando cada vez más costoso desviarlos a la crianza de terneras de reposición. Entre los ganaderos grandes esto se traduce en una menor tendencia a la cría de terneras, adquiriendo en el mercado novillas en producción que suplen a las vacas vendidas.

En Elgoibar (G) los terneros, que permanecen siempre estabulados, se engordan con pienso y paja y reciben la misma alimentación todo el año.

En Astigarraga (G) las terneras se alimentan con leche cuando son pequeñas y luego se les da pienso mezclado con hierba para engordarlas.