Otras costumbres

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Un pastor de Zuberoa señala una antigua tradición familiar que sigue practicando; se trata del blanqueo, begithartatzea o xuritzea. Toma un cubo de agua y frota continuamente la cabeza de las ovejas. Con el suint o materia sebácea que segregan no es necesario el jabón. Enseguida se forma una espuma abundante y cuando se aclara la cabeza aparece blanca. Todo esto hay que hacerlo con mucha suavidad, evitando hacer daño al animal. Los pastores suelen estar orgullosos de cómo quedan.

Los pastores roncaleses el domingo antes de «salir de cabañera» camino a las Bardenas, se confesaban y comulgaban. Volvían a hacerlo el día de la Ascensión y al regresar[1].

En Romanzado y Urraúl Bajo (Nardués-Aldunate-N) durante la esquila del ganado se daban a todos los críos del pueblo natillas con pan. Esta costumbre perduró hasta la guerra civil de 1936.

En Urdiain (N) era costumbre recoger el estiércol de los animales. En los lugares donde se concentraba el ganado y sobre todo en las bordas, auntzetxea, se acumulaba gran cantidad de excrementos, larre-ongarria, que se vendían en subasta pública. Korozpiltza era, antes de pavimentar las calles, el nombre que recibía la recogida de basura por todo el pueblo. Se tenía por buen abono. Esta limpieza de las calles era obligatoria y se convocaba a toque de campana la víspera de San Juan. Gorotza (korotza) era el nombre que se daba antiguamente al estiércol, de ahí la denominación de korozpiltza que recibía la recogida de desperdicios[2].

En Apellániz (A) todos los días eran considerados buenos para el sacrificio del cerdo, cocho, excepto el martes: «En martes, ni hija cases ni cocho mates». También aseguraban que la matanza debía hacerse en creciente para que creciese la carne al guisarla, si bien en menguante, aunque no aumentaba, daba más sustancia.

En Pipaón (A) lo mismo que en Zuya (A) se decía que traía buena suerte dejar las telarañas en las cuadras; se tenían por signo de salud para el ganado.

En las Encartaciones de Bizkaia cuando se accidentaba un ganado se sacrificaba y se colgaba en la entrada de la casa, poniéndolo a la venta.


 
  1. José Javier URANGA (‘Ollarra’). A la Bardena del Rey ya bajan los roncaleses «Seis días con los pastores y los rebaños trashumantes». Vida, paisaje y anécdota de la Cañada. Pamplona, 1957. Separata del Diario de Navarra.
  2. José María SATRUSTEGUI. «Estudio etnográfico de Urdiain» in Príncipe de Viana, XXVIII (1967) p. 121.